El rey está desnudo [en Puerto Rico]

Voces Emergentes

Es imposible negar lo que por más de 64 años los puertorriqueños que creemos en la independencia llevamos señalando, el Estado Libre Asociados, fue y es un disfraz para ocultar la colonia. No solo es eso una verdad irrefutable, pero es claro que los políticos sabían esta verdad. Así lo señala la decisión del Tribunal Supremo de los EEUU cuando afirma:

“Funcionarios federales y de Puerto Rico entendían que la adopción de la constitución no significaba un cambio en el estatus de Puerto Rico bajo la constitución federal. El comisionado residente, Antonio Fernós Insern, señaló: “la legislación que permite la adopción de la constitución no cambiará el estatus de la isla de Puerto Rico en relación con los EEUU y no alterará los poderes de soberanía adquiridos por los EEUU sobre Puerto Rico bajo el tratado de Paris”.

Añade seguido la decisión del Tribunal Supremo de los EE.UU.:

“El gobernador de Puerto Rico (Luis Muñoz Marín) de la misma manera reconoció que el Congreso puede decidir legislar nuevamente si no aprueba la manera en que Puerto Rico se autogobierna”

He aquí el génesis de “PROMESA”. Estos personeros que aceptaban la verdad de la colonia en los pasillos del poder de sus amos, acá en Puerto Rico desataban una ola de represión, de persecución, de sembrar miedo y opresión contra los que con verticalidad, dignidad y valentía señalaban que el ELA era la legitimación del colonialismo. Nada había cambiado en la relación colonial que imponía a través de la violencia institucional los Estados Unidos en Puerto Rico.

El ejemplo principal de la futilidad del ejercicio de mentira de la constitución es cuando en la misma decisión del tribunal imperial señala:

“La autoridad de Puerto Rico para hacer su constitución emanó del congreso de los EEUU y la constitución no entraba en efecto a menos que la aprobará esa institución. De hecho, el congreso no aceptó la constitución como fue redactada por los puertorriqueños. El congreso eliminó la Sección 20 del Artículo II de la propuesta constitución (que incluía los derechos a obtener trabajo, comida, ropa, vivienda y cuidado médico; y garantizaba protección en la enfermedad, la vejez o discapacidad de los y las puertorriqueñas.
Además, prohibía que Puerto Rico restaurara esa sección en el futuro…”

Esto es lo que defendió y defienden los colonialistas del Partido Popular Democrático (PPD) y del Partido Nuevo Progresista (PNP). La idea del pacto fue

una quimera para engañar, para acceder al menguado poder colonial que les permitía el imperio a los intermediarios locales. Espacio que estos utilizaban y utilizan para guisar de las migajas que le arrojaba el capital. Primero el PPD y más tarde el PNP, aceptaron su función de alcahuetes del imperio en la colonia, y han vivido de esta mentira del ELA para afianzarse en los espacios que les permite lucrarse materialmente y promocionalmente mientras simulaban la mentira del gobierno propio.

Se acabó la mentira, el rey está desnudo y no hay manera de negarlo. La nación estadounidense solo le importa sus necesidades, sus intereses económicos y políticos. Querer defender a esa nación que con sus acciones ha demostrado que no les importamos tres carajos es una señal de locura y bocabajismo colonial.

Ha llegado el tiempo de la definición suprema, y el camino claro es la construcción de una nación solidaria, justa, y desatada de todo vestigio colonial y esa oportunidad solo nos la da la independencia nacional.