Muy cansado, cabeceo entre las palabras y las ideas, para volver a levantarme y, con los ojos cerrándose, pensar qué es lo que voy a escribir. ¿Cuanto más se puede decir sobre la economía solidaria en un mundo donde impera la lógica de la producción y acumulación eterna, para enriquecer a los menos? La competencia sin límites de todos contra todos no entiende de solidaridad, más allá de la que se tienen entre los ricos. Tengo pocas horas de sueño, pero debo escribir. Mi niño me levantará temprano, pero debo escribir. De economía solidaria, en un sistema insolidario.
Es dificil dejar de repetir que no todo está tragado por la lógica mercantilista. Casi todo. Todavía existen diversas solidaridades en micro economías y relaciones cotidianas. No todo se piensa y se siente como dinero – aún se regalan muchas cosas. Desde voluntarios que dan de sí a los demás, hasta tanto cariño que no se ‘cobra’. Sin embargo, continuamos repitiendo el mensaje tatuado en nuestras mentes: “Hay que ganarse la vida”.
Hay que vivir la vida, no ‘ganársela’. El que quiera ganar su vida la perderá… ¿Cómo se gana lo que ya se tiene? Vivir ahora, no mañana durante el ‘retiro’ es lo más lógico, sin embargo suena descabellado. Me pregunto por qué. Pero: ¿“De qué vas a vivir? Es pregunta obligada. Con tanta riqueza en el mundo es como para que no hubiera hambre ni pobreza, tampoco trabajo. Si se comparte el pan, el techo y todo lo básico, todo el mundo vive, y bien.
Pero bueno, si al menos todas y todos, incluyendo las instituciones y los gobiernos, organismos internacionales, hicieran la mitad de lo que dicen, estuviéramos mucho más cerca de vivir la vida compartida, y no de ‘ganarla’ -como si para vivir hubiera que ganar una competencia desesperada de velocidad. La meta: nada. ¿Vives para trabajar, para ‘ganarte’ la vida? ¿Cuánto ganaste? Bastante. ¿Qué hiciste con ello? La mayoría de mi vida se fue ‘haciéndolos’. ¿Cuántos tendrás cuando ya no estés? Nada.