Pascuas en un mundo bizarro

Caribe Hoy

altSomos cinco. Usábamos la imaginación para inventar juegos. Juegos de cualquier clase. En ese momento solo había un televisor, un teléfono de cable pegado en la pared y un auto familiar que todos teníamos que compartir como buenos hermanos. Ese era el sermón familiar que siempre nos daba nuestra Madre, quien estos próximos días celebra sus 81. También esa era parte de la visión de mi Padre, a quien ayer honre su memoria. Han pasado 28 años de su partida. Lo recuerdo joven, guapo y jovial. Trascendió a sus 54, demasiado temprano. Estos dos seres alimentaron la creatividad de cinco hijos e hijas. Aceptaron que creciéramos y nos desarrolláramos con nuestras peculiaridades y particularidades. Entre esos juegos que jugábamos estaba el del Mundo Bizarro. Era imaginar un mundo alterno al que vivíamos, donde la realidad era contraria a la nuestra.

Es interesante que el término Bizarro se ha referido a lo largo de la historia como una cualidad del ser humano que define un carácter firme, recio, resaltante por poseer porte erguido. Bizarro denotaba caracterizas positivas. En las historias de guerra, en la mitología griega y la romana, el termino se refiere a la valentía de los guerreros. Sin embargo, la palabra Bizarro ha adquirido otro significado con el tiempo. En francés la palabra “Bizarre” significa “extraño”, “extravagante”, “anormal”, “atípico”. Este es el concepto que hoy día se le da a la palabra Bizarro. Nos convertimos en Bizarros cuando no somos parte de lo común, de lo normal y somos objeto de burla, crítica o hasta admiración por lo “diferente” de nuestra forma de comportarnos o de actuar.

Haciendo uso de esa imaginación que me avivaron desde la infancia, doy un soplido y descorro el velo secreto. Me asomo con cuidado y observo desde aquí como se celebran las Pascuas en ese Mundo Bizarro. Observo un lugar cálido, veo gentes caminar tranquilas, sonrientes. Donde no hay diferencias entre unos y otros. Cada cual toma solo lo que necesita, ni más ni menos. Hay plena salud. No existen las hambrunas. No hay guerras. Un mundo prístino. Las gentes son conscientes de su entorno, lo cuidan. Se cosecha y se comparte. Siento su armonía y respiro una paz profunda. Mi visión alcanza ver un manifiesto escrito en una pared blanca e imponente. Interesante pienso. Son las profesías de Nostradamus. Y sobre ellas una inscripción lee: el que olvida su historia repite sus errores.

Regreso a mi mundo a mi realidad. Los gobernantes excéntricos de distintas naciones luchan por ser más poderosos unos que otros. Un Trump que sabe poco de nada, con ideas de levantar muros para dividir naciones y quien luego de comer un pastel de chocolate, posiblemente sin pasarse la servilleta y con los dientes negros, da la orden para bombardear Siria. Un Putin que mantiene hilos transparentes cocidos a los gabanes de Trump, es otro cínico que niega las barbaries que auspicia. Un Bashar al-Assad que asalta a su propio pueblo fumigándolos con armas químicas matando niños y mujeres. Un Isis extremista que fuerza éxodos masivos de hombres, mujeres y niños desde Alepo, desde Turquía y otros países árabes hacia Europa. Un Kim Jong-un, presidiendo Corea del Norte, que está loco por probar sus misiles nucleares a la menor provocación. Una Theresa May, representando a una extrema derecha se ha alienado de Europa con el Brexit.

Y volvemos a las profecías de Nostradamus. ¿Acaso estos lideres coquetean con una tercera guerra mundial, como este vidente predijo? Quien sabe, pero lo cierto es que el juego de poder de ellos es uno muy riesgoso. Nuestros recursos se siguen malgastando, se violenta más la tierra. Si se flexibilizan las leyes ambientales, más vulnerables seremos. El efecto invernadero aumenta y la capa de ozono se destroza. Los gobernantes a nivel global y local mal gastan el dinero público y la corrupción es rampante.

A pesar de estos tiempos complejos, complicados y tortuosos. La esperanza no ha muerto. Mientras haya esperanza hay vida. Según las profecías de Nostradamus, a pesar de los pesares, los pueblos se rebelaran, las personas dejarán pagar impuestos, las barreras idiomáticas dejarán de existir, se producirá la cura de enfermedades importantes y aumentará la esperanza de vida.

¿Y qué podemos hacer nosotros los mortales? ¿Cómo podemos lograr esto? Tal vez generando movimientos de desobediencia civil. Desobediencia civil y protestas a nivel mundial y local. Protestas para dejar de contribuir al erario público, es decir, no pagar impuestos. Boicots a las alzas de tarifas de luz, agua y otros recursos básicos. A nivel global, ya hablamos un mismo idioma. La tecnología nos los permite. Hay muchos movimientos de naciones que claman por la paz y la unidad colectiva. Pueblos que marchan y protestan por mantener los derechos civiles, por respetar la naturaleza, por cesar la violencia, por la equidad, por la repartición de bienes y alimentos de formas justas.

Pienso que somos mayoría pero tenemos que levantar las voces. Por un momento vuelvo a descorrer ese velo secreto y regreso a ese Mundo Bizarro. Allí celebro la resurrección del Maestro.