Puerto Rico: Isla con el síndrome de la mujer Lot

Caribe Imaginado

altLa crisis por la que atraviesa nuestra Isla, es una de tal magnitud que todavía hay muchas personas en un estado de parálisis e inacción. Unos, ante determinados acontecimientos siguen “quedándose de piedra”, lamentándose y en el asombro. Otros que creen estar “curados de espantos”, se comportan con resignada impasibilidad. Son todavía demasiados los puertorriqueños y puertorriqueñas que sufren el síndrome de la mujer Lot.

El Libro del Génesis en su capítulo 19, cuenta que Dios al salvar a los miembros de la familia de Lot de la destrucción de Sodoma, les impuso como única condición que al alejarse de sus ruinas no miraran atrás. Pero la mujer de Lot miró atrás y se convirtió en una estatua de sal. En esa narración, la sal simboliza el intento de preservar el recuerdo del pasado contra la vida que el futuro exige.

Para romper con ese estado de piedra en el que todavía muchos en el país nos encontramos, hay que dejar de mirar hacia atrás. Hay que dejar de señalar culpas sobre quienes fueron los que ocasionaron esta debacle. Lo cierto es todos en cierta medida somos responsables. En primera fila los estadistas y los populares, con sus políticas irresponsables son los más responsables de traernos a este presente nefasto. Los grupos de minoría que pregonan por la independencia del país también tienen responsabilidad. ¿Porqué? Porqué sus luchas de ego y poder, no le han permitido unirse en colaboración genuina para conseguir ese cáliz real que llaman independencia.

Los ciudadanos en general también hemos sido cómplices y responsables del estado actual del país. El fanatismo político solo hace que busquemos excusas para justificar las trampas y chanchullos de los políticos del partido de preferencia. Esto nos ha llevado a votar sin conciencia genuina, y sin exigirle a los gobernantes y políticos responsabilidad. El pueblo ha actuado y aún continúa actuando como una estatua de sal de los tres monos que no ven, oyen, ni hablan.

Ha sido por la culpa de todos que ese monstruo de siete cabezas llamado Junta de Control Fiscal, llega como la sanguijuela. Estas se usaban para curar, pero ciertamente desangraban a la persona. El pueblo sigue paralizado. Aún permitimos que los políticos añadan insultos sobre las injurias. Han pasado leyes criminalizando el derecho de expresión que está protegido por la constitución; se quiere regresar a la época de la inquisición donde se quiere imponer a la brava una moral religiosa y se busca penalizar personas y conductas según sus estándares; se busca pasar legislación sobre iglesias-escuela que sin lugar a duda busca enriquecer y favorecer a ciertos sectores religiosos sobre el pueblo. Se pretende desmantelar y quebrar a la Universidad de Puerto Rico, que es el centro del saber accesible al pueblo. La legislatura y sus miembros continúan con los mismos lujos. Miran al pueblo como si estuvieran sobre la ley y fuesen dioses del Olimpo. Su comportamiento imponiendo recortes y medidas de austeridad para los mortales, pero no para ellos, es una ofensa burlesca hacia el pueblo.

Entonces, es fácil criticar al movimiento estudiantil. Han sido los estudiantes quienes han decidido fijar su mirada hacia el futuro. Son ellos los que nos recuerdan que es nuestra obligación exigir un mejor país. Y aunque no están exentos de errar, han dejado de ser inmóviles para no convertirse en estatuas de sal.

Océano Atlántico y Mar Caribe ustedes que rodean esta Isla preciosa, hago un conjuro para que un golpe de agua nos arrope y destruya el miedo y la pasividad que nos mantiene como estatuas de sal; y así sacudidos por ese baño de mar que nos levantemos como un pueblo unido para reclamar un futuro de cara al sol. ¡Despierta boricua!