Bienvenido señor verano, decimos las mujeres Boricuas

Caribe Hoy

altEran las siete de la mañana. Estábamos reunidas siete mujeres y una niña en la colina de la playa del Escambrón. La brisa del océano Atlántico nos acariciaba suavemente la cara. Nos colocamos mirando hacia el este. Juntas hicimos la ceremonia del saludo al sol. Era el solsticio de verano. Le dimos la bienvenida.

El solsticio es un evento astronómico que sucede dos veces al año, uno de verano y otro de invierno. El solsticio de verano, ocurre el 21 de junio, ese día el punto norte del eje del planeta está apuntando más directamente al Sol. En el hemisferio norte se experimenta el día más largo del año y la noche más corta. De la misma manera, en diciembre cuando el punto sur del eje de la Tierra apunta más directamente al Sol, el hemisferio norte experimenta la noche más larga y el día más corto del año. A esto se le conoce como solsticio de invierno.

En Las culturas indígenas de las Américas celebran el solsticio de verano como el nacimiento del sol y el primer día del año. Las celebraciones incluyen temazcales, danzas, veladas, ceremonias de medicina y ceremonias ancestrales.

Este año, el solsticio de verano coincidió con la luna nueva en Cáncer. A nivel energético el solsticio simboliza toda la luz que ilumina la oscuridad. Ilumina tanto nuestros caminos externos como nuestro ser interior. Esa luz nos guía para encontrar un nuevo propósito en la vida, un nuevo camino, un nuevo renacer. La luna en Cáncer representa la energía que nos nutre. Nos nutre pensamientos, emociones y relaciones. La combinación de estos eventos nos llama a iluminarnos, a ver con mayor claridad nuestros rumbos. Nos invita a nutrir nuestras vidas de forma positiva.

En la Playa del Escambrón el grupo de mujeres representaba el poder creador. Ese poder creador que se experimenta a través de la maternidad. Unidas juntamos nuestra energía femenina. Al unísono hicimos cánticos y reclamamos salud y bendiciones para nosotras, nuestras familias, para Puerto Rico y para el Mundo. Cerramos la ceremonia con un baño en el mar.

No hay fuerza de amor más grande que el de madres que claman por un propósito común. Todas, ese día reclamamos un mejor Puerto Rico, donde haya respeto por la madre tierra, justicia, equidad y donde podamos crecer y vivir respirando paz. Señor verano, las mujeres boricuas te damos la bienvenida.