Conversando con Aurelia

Crítica literaria
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alta Nani Namú, modelo de Aurelia

[Nota editorial: Este texto se leyó en el Congreso de Literatura Queer 2017 en el Teatro Coribantes de San Juan el pasado 3 de junio de 2017].

Conversaciones con Aurelia (2007) se publicó en Puerto Rico y se ha presentado hasta ahora en la librería La Tertulia del Viejo San Juan, en la UPR de Humacao, en la Feria Internacional del Libro en Santo Domingo, en la Universidad Autónoma de Yucatán, en The Ohio State University y en la Universidad de Cincinnati, mi Alma Mater, donde mi querido Enrique Giordano organizó una sesión. La divina Ana Del Sarto, que recorrió conmigo los bares de Ohio, en busca de Aurelia, fue ponente en ese panel.

En otro congreso, el de la Puerto Rican Studies Association, Jonathan Montalvo (quien escribe el prólogo a esta edición 10mo. aniversario que presentamos hoy) e Ileana Baeza hablaron de Aurelia. El crítico queer francés Nicolas Balutet, de la Université de Lyon, escribió un hermoso artículo en francés donde lee Conversaciones con Aurelia junto con la novela Máscaras de Leonardo Padura Fuentes sobre el asesinato de un travesti en un parque de La Habana. Aurelia llegó hasta Madrid y se vendió en Berkana, la emblemática librería de la comunidad LGBT de España, y se paseó por los estantes de la Feria del Libro de Lima cuando se la dedicaron a la literatura puertorriqueña. Como ven, Aurelia tiene millaje…

Les propongo “conversar” con mi personaje, con la misma travesti Aurelia, y reflexionar muy brevemente acerca del acto de la escritura. Escribir literatura queer en Hispanoamérica nunca ha sido fácil, pero los nuevos estudios de género que se han llevado a cabo en diversos centros académicos han posibilitado el desarrollo de un corpus crítico, así como creativo, de obras que buscan explorar los enigmas de la sexualidad humana. Un buen ejemplo es la labor titánica de nuestro Max Chárriez y compañía, con la organización de este Congreso de Literatura Queer o CLiQ, como se le conoce ya en los círculos de críticos y creadores.

Conversaciones con Aurelia es una novela experimental que combina múltiples voces (masculinas, femeninas, transgéneros, intergéneros, posgéneros, intragéneros) para hablarnos directamente en la segunda persona del “tú”, y hacernos escuchar el “yo” reflejo de varios personajes, quienes en el cabaré o puticlub El pájaro azul, nos conminan a reconsiderar nuestra propia sexualidad asaltada por sus palabras. Originalmente se llamó Conversación con Aurelia y la protagonista era de Moca, no de San Lorenzo, pero entre Ana María Fuster Lavín y Luis Negrón me convencieron de que eran varias las voces que conversaban y San Lorenzo estaba más cerca que Moca para el viaje de la draga por guagua hasta San Juan pasando por Caguas.

Volver sobre tus páginas ahora en una edición décimo aniversario y meter mis dedos en ti hasta olerte, es darse cuenta que la literatura también depende de las sensaciones físicas. La primera portada dio mucho qué hablar y si bien es cierto que yo tenía en mente un cuadro de la transgénero brasileña Bruna Veríssimo, nuestro editor, Carlos Roberto Gómez Beras junto con Iván Figueroa, el diseñador gráfico de la editorial Isla Negra, dos machos calados, decidieron hacer el fotomontaje original. Y yo dije que sí porque me hacía mucha ilusión que en todo este entramado queer también metieran mano dos machangazos o tiguerazos, para decirlo en dominicano. La portada de la segunda edición, con una draga parada en el baño orinando, en una pausa del show, untucked, en una imagen de Mike Kiev llamada A Little Mistake [Un pequeño error], creo que todavía va a dar mucho más de qué hablar… Nemir Matos la ha llamado ya “polémica”.

Porque tú, Aurelia, eres demasiado maricona para muchos e impertinente en tu crudo lenguaje para otros. Y hasta oscura en la trama de tu historia y de tus dos partes que se dividen en el acto de maquillarse, y en el de transformarse físicamente en mujer, por medio de una operación quirúrgica. No tú, “Aurelia (Sara Montiel, Gran Madama del Dulce de Coco), la alcahueta total”, que decidiste mantenerte en la cuerda floja del género construyendo abismos a donde lanzarte impávida, sino “Nani (Paloma San Basilio), la inocente novicia”, que encarna a la otra diva española en el escenario del Pájaro azul.

En tus páginas se dan cita la tersura de un hit parade del bolero que se desgrana en las letras del feeling de una Lucy Favery o el cuplé de una Sara Montiel, hasta llegar a las coplas de una Isabel Pantoja. Divas todas ellas desiguales y exageradas como La Lupe (encarnada por “Vicky Carnicera, la maquillista medio tecata y bicha proverbial”) que rompe con la armonía del conjunto. Como dijo la especialista del bolero, Alina Luz Santiago, todas encarnan mujeres transgresoras de la música popular: Sara Montiel, Lucy Favery, Paloma San Basilio, Isabel Pantoja y La Lupe, entre otras, así como la Valeria Lynch y su himno de guerra “Fuera de mi vida”. También merodea por ahí “Fifí (dueño del Pájaro Azul, ex-Blanca Rosa Gil) el dizque macho original”, quien imitaba a aquella cantante cubana que le ganó el duelo a la boricua Carmen Delia Dipiní en un reto por la canción “Besos de fuego”: “quiero tus besos con la furia de una loca”. Y cierra esta galería de divas del hit parade Ivy Queen, en la fase final, con el nuevo tuntún palesiano del reggaetón.

Tus dos epígrafes hacen un tácito homenaje a un hermano fallecido, Jorge Carrasquillo Solá, quien encarnó a la inmortal Fara, y a un colega de la Universidad de Puerto Rico, el Dr. Luis Felipe Díaz, que sacaba a pasear a Lizza Fernanda en las noches de San Juan y ahora lo hace en Chicago. Con ella nos metimos en el restorán El Vesubio de Santo Domingo, en pleno malecón, yo, de guayabera blanca de lino en el acto drag de gran señor y ella divina haciendo una entrada cabal con su capa negra que arrastraba por todo el local en plan de gran dama. Silencio total, el aire se detuvo, y cenamos tranquilos sin ningún alboroto. Atrevimiento primordial para que tú, Aurelia, tuvieras tus toques finales y pudieras llegar al verano del 2007 a estar totalmente planchada y lista para las prensas. Hay una tercera dedicatoria en esta edición: “Y a todas las trans boricuas y del mundo porque se respeten sus derechos humanos”.

Te hemos presentado en la Universidad Autónoma de Yucatán, en México, en tu otra casa, en la Facultad de Ciencias Antropológicas, en un auditorio adonde me acompañaste sentadita y tranquilita en las butacas de atrás mientras yo dictaba un curso de verano sobre el Barroco y el Neobarroco en la literatura hispanoamericana, ¿te acuerdas? Salías toda escandalizada porque en público eres bien tímida, aunque en el escenario seas tan brava. Y no dabas crédito que leyéramos en voz alta aquellos poemas medio pornográficos de Severo Sarduy de Un testigo fugaz y disfrazado o de Invitación al polvo de Manuel Ramos Otero o la prosa sensual de un Alejo Carpentier y su Concierto barroco. No dejabas de hacerme preguntas indiscretas sobre la enloquecida de Sor Juana y su amor a una virreina o sobre la oscuridad extrema de su poema hiperbarroco El sueño que no entendías por más que te lo explicáramos...

Te presentaste en el Viejo San Juan, en la librería La Tertulia, con los comentarios de Rubén Ríos Ávila, quien exagerando un poco dijo que eras “extraordinaria” y te lo creíste... No te preocupes, que aquí estoy yo para bajarte de esa nube. Ahora, después de tu presentación en sociedad en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2008, hiciste una parada obligada, en esa querida tierra del Mayab, en Yucatán, donde también fuiste concebida y donde tus personajes deambularon desde el 1993 con Perra Bonita y La Maggie asistiendo a los shows de Nani Namú y Mami Blues en Kabukis Discotheque, y allí conoció Delirio a “Miguel (la copia de macho), el codiciado galán”, y donde “Ex-Manolo/ Remedios/ Meche (Isabel Pantoja), la veterana patética” perdió literalmente la cabeza por “X-kalín (el macho esencial), el Mero-mero”. Volviste a Cincinnati, a esa ciudad que recorriste en tu sexilio por allá por 1986-888, montada en tus tacas demasiado altas que se te encajaron alguna vez en el puente de suspensión sobre el legendario río Ohio, por entre el metal, hasta dejarte descalza y andando medio coja, ¿te acuerdas? Ahí asististe a los shows de Scirocco, aquel travesti afroamericano, negro como teléfono público de los de antes, y lo mirabas extasiada queriendo ser algún día tan perfecta como ella que salía a saludar al público, después del show, con su abrigo blanco de visón. Y fue entre esas calles ohianas que viviste tu romance ficticio con Ojos Azules, el otro gringo pendejo que aparece en tus páginas junto con el Sr. Smith, esos personajes que intentan captar el otro lado de la ilusión translocada del coloniaje que nos ha tocado vivir a los puertorriqueños de los dos lados, desde que el ejército norteamericano necesitó soldados en 1917 y nos hicieron instántaneamente, de golpe y porrazo, ciudadanos americanos. Y ahí comenzó nuestro nomadismo de pueblo diaspórico, transnacional y translocado y alocado, que cruza el charco del Atlántico entre la isla y la metrópoli o la tierra firme, con el trasero siempre en el agua.

Volvamos a meter los dedos entre tus páginas y que quien te compre lea el poema con el que empiezas, para finiquitar así estas reflexiones truncas que se titulan “Conversando con Aurelia”. Que vean cómo comienzas, y que sigan leyendo cómo luego te montas en una guagua toda producida con tu maquillaje y tus atuendos de Guerra, y leerán tu carta final, donde reflexionas sobre el acto de envejecer siendo una transgénero. Celebro tu edición décimo aniversario y que no se te suba a la cabeza, mija, y a ver si te compran y te leen los que no lo han hecho… El reto, vender 150 ejemplares en menos de lo que canta un gallo.