Stefano Steenbakkers-Betancourt: La doble vara de la justicia

Justicia Social

Es un escándalo total: la muerte de un joven puertorriqueño, a mano de otros dos jóvenes puertorriqueños, desata un pánico moral, lo cual lleva que los políticos y los medios noticiosos se inclinen a favor de un discurso de mano dura contra el crimen. Es nefasto, pues la muerte de dicho joven se quiere ahora reparar con la muerte de los dos jóvenes que lo asesinaron. Esta conversación desata tres muertos, todos ellos en edades de 17 a 23 años. Es decir, la búsqueda la justicia continua acabando con los hombres, sobre todo los hombres jóvenes en pleno comienzo de su vida.

Se trata de la muerte de Stefano Steenbakkers Betancourt, a manos de Jordán Ayala y Alexis Amador Huggins. Lo interesante de este asesinato es que el mismo fue federalizado en virtud de una política ejecutiva establecida por el gobierno de turno en Puerto Rico, de referir a las autoridades de Washington en Puerto Rico todo tipo crimen de asesinato, que involucre armas de fuego. Bajo esa premisa, y tomando el año 2011, cuando hubo 1136 asesinatos, habría que pensar que la misma cantidad de personas asesinadas debieron haber visto la justicia federal, donde la pena de muerte es una modalidad aceptada. Lo cierto es, que no todos los casos se federalizan. Solo se federalizan los que tienen algún impacto mediático, entre otras razones, que porque sirven para impulsar cualquier agenda de mano dura contra el crimen, mayor represión y perdida de derechos civiles.

Todo esto pasa en paralelo cuando en otro crimen no entendible, un joven llamado Jean Carlos López, asesinó a Jan Carlos Alvarado. Esto mientras ambos compartía en una fiesta, en casa de sectores de clase media alta puertorriqueña. El motivo del asesinato no está claro. Por dicha muerte Jean Carlos López y su cómplice, Heriberto Martínez fueron acusado. Ahora bien a diferencia del caso de Alexis Amador y Jordán Arroyo, estos serán procesados en el sistema estatal. Una bala, una pistola, dos sistema de justicia.

La diferencia, que en el caso de Stefano Steenbakkers Betancourt, se exponen los jóvenes a la pena de muerte. En el caso de Jan Carlos Alvarado, sus agresores se exponen a cadena perpetua, pero en 15 años son elegibles a probatoria, y si se han rehabilitado podrían volver a la libre comunidad. Se trata de un doble sistema de justicia. Nefasto el primero, más humano el segundo. De nuestra parte, erradicar el colonialismo que no permita federalizar más los crímenes que cometen los puertorriqueños es la primera razón para iniciar un nuevo proceso de vida y de sanación.