El racismo en la Cuba de ayer: recuerdos de una graduación

Caribe Imaginado

alt[Nota editorial: El autor, un destacado periodista de origen cubano y radicado por los pasados 50 años en Puerto Rico, Pedro Zervigón, escribió una columna en el 1956 en su país de origen, la cual es un documento histórico el cual hoy le compartimos a nuestros lectores].

Guines es un pueblo de la provincia de La Habana a 50 kilómetros de la capital. Vivía de dos centrales azucareras cercanas y de productos de agricultura como papas y tomates. Contaba con una nutrida pequeña burguesía que en su mayoría emigró después de la revolución. Había cuatro clubes sociales: el Liceo que reunía a los blancos de mejor posición económica y social, el Casino Español, al que acudían los blancos de menos recursos, la Bella Unión que era la sociedad para las personas “de color”, o sea, mulatos y negros, y el Brage Yatch Club, donde los blancos despedían el año o nadaban en el río Mayabeque, uno de cuyos brazos atravesaba el club.

En el Instituto de Segunda Enseñanza también estudiaban jóvenes de poblaciones cercanas que carecían de instituciones de educación superior, como Melena del Sur, San Nicolás de Bari, Nueva Paz, Los Palos, Madruga, Catalina, Aguacate y San José de las Lajas, entre otros. El profesorado del Instituto era mayormente de Guines aunque también incluía profesores de La Habana y Cárdenas, que viajaban desde esos sitios distantes. Aunque era una institución pública que no cobraba, siempre había algunos gastos -uniformes y otros- que limitaban la accesibilidad de guineros de escasos recursos que no podían afrontar esos costos.

El baile de graduación tradicionalmente se celebraba en el Liceo de Guines, donde no podían entrar negros y mulatos por ese terrible racismo imperante en la Cuba de entonces. Como se hacían ferias para recaudar dinero para costear los gastos del baile, al final del curso se dividía la cantidad recaudada y se le daba su parte a los negros y mulatos para que celebraran su propio baile en La Bella Unión. Fue en ese marco que en el periódico local publiqué mi artículo El rollo de la graduación, bastante mal escrito a mis 17 años, para protestar por esa cruel acción que separaba a blancos y negros en el momento de celebrar los logros de cinco años acudiendo juntos a las aulas. Aquel año la Asociación de Estudiantes se opuso al baile segregado y el presidente de la Asociación renunció al Comité de Graduación después de intentar, infructuosamente, que terminara esa odiosa discriminación. Los estudiantes mulatos y negros renunciaron a la parte que les correspondía de lo recaudado a beneficio de la biblioteca del Instituto. Desafortunadamente, la mayoría de los graduandos asistió al baile haciendo caso omiso de nuestras protestas.

Aquí incluyo mi escrito, la carta que recibí de La Bella Unión felicitándome por mi protesta y una foto en que aparezco declamando textos de Martí en la sociedad que agrupaba mulatos y negros en ocasión en que se le rendía homenaje a tres gloriosos veteranos de la Guerra de Independencia de Cuba. Entre esos textos estaba el artículo Mi raza, en el que Martí condena el racismo: “Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. En los campos de batalla muriendo por Cuba, han subido juntas por los aires, las almas de los blancos y de los negros.”