Literatura y política en el día del Plebiscito

Caribe Imaginado


En la base de Yoss [cubano] está la resistencia a la máquina

de guerra imperial que Santos [puertorriqueño]

intentará desmembrar, desarmar, a través de la violencia...

Pedro Porbén


Literatura habré de ser yo

cuando se apague la lámpara.

Francisco Matos Paoli


No señor,

aquí la isla soy yo…

Manuel del Cabral


I

Ante el impase colonial-neoliberal que ha puesto en jaque el gobierno de PR —el ELA en harapos; la colonia en pelotas; Rafael Hernández Colón se rasga las vestiduras; los anexionistas aseguran que la estadidad está a la vuelta de la esquina—, busco en la ciencia ficción del Caribe, esa que le gusta a Rafael Acevedo, ángulos para enfrentar, aunque sea de medio ganchete, la realidad loca del Nuevo Puerto Rico.

Torbellino político-económico-financiero; colonialismo, neoliberalismo y desindustrialización. Mala ecuación. Despoblación, desplome, despelote. Destodo que, a partir de un desgaste, 1996-2006 —fin de las 936—, viene haciendo mierda la isla de Ricky Martin, Daddy Yankee y Calle 13.

El Nuevo Puerto Rico; regreso a la desnudez política de la primera parte del siglo XX.

Espiral; vuelta al colonialismo krudo.

Como si fueran pulpos, los economistas que saben que el gas colonial-neoliberal pela escupen tinta que parece salsa de tomate.

Los poetas le tiran piedras a la historia política que ha permitido el secuestro financiero de la isla. Escriben con caca en las paredes de El Banco Popular y del Santander.

¡Deuda odiosa!, gritan los grafiteros de Río Piedras; sobre todo, los que leen las novelas de Wilfredo Matos Cintrón.

La literatura vomita glifosato (tóxico).


II

Desde la ciencia ficción cubana, el cuento de Yoss, “Fangio’s in memoriam big race” (2011), se mete extrañamente en Puerto Rico.

Literatura.

La Cuba del año 2059 se ha transformado. De hecho, parece una “repetición con diferencia,” como diría Antonio Benítez Rojo en La isla que se repite (1989), de la realidad colonial boricua. Y ello porque, en las elecciones del año 2059, “fifty per cent de los cubanos voted a favor de que the island continuara siendo Estado Libre Asociado de los EUA. Un 25% votó for the Independence. Only a 15% por the full integration a la Unión.” ¡Repetición con diferencia!

Realidad —la de Cuba— dominada por la radicalidad del spanglish. Nicolás Guillén se muerde la cola: “¿Cómo estás, Puerto Rico, … en qué lengua por fin te podré hablar, si en yes, / si en sí, / si en bien, / si en well, / si en mal, / si en bad, si en very bad?” (1958).

Distopía.

Con la caída definitiva del sistema revolucionario en 2016, plantea el cuento (escrito en 2011), Cuba se transforma en el nuevo ELA de Usamérica: “los Thalos de la US Navy habían sido the only force capaz de devolver the order at the country, en el 2028, after the hideous doce años de street’s riots, ¡casi una civil war! que sucedieron al definite fall del dying régimen comunista.”

Ante la reinscripción colonial, que aparentemente no incluye, como en el caso, a partir de 1917, de Puerto Rico, la ciudadanía usamericana, “el Apóstol,” personaje que es “the best known voice de la resistencia antiyanqui cubana,” plantea que Cuba, “Estado Libre Asociado de la Unión Norteamericana,” se mire críticamente en Puerto Rico:

I’m afraid that this jodida island will continue being un feudo yanqui… es like with Puerto Rico hace décadas [ojo: ¡hace décadas!]: todos los boricuas love a lot feeling big patriots saying shits de los americanos, pero very happy que estaban [¡pasado!] también de have the hated passport of the Empire. Y ya sabes: Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas… [cita no declarada de Lola Rodríguez de Tió].

Puesto patas arriba, el verso de Lola hace temblar a “el Apóstol”: Cuba como Puerto Rico será estado de Usamérica.

De refilón, al hablar sobre el personaje llamado como José Martí, “seudónimo evidently chosen en honor al apodo que many years ago… tuvo el today almost forgeted héroe nacional of the island,” el perfil político de “el Apóstol” corrobora en off la anexión de Puerto Rico: “denouncing [el Apóstol] the strong anexionismo que amenazaba with transforming ese mismo año [2059] the biggest de las Antillas en el estado cincuenta y dos de la Unión…”

¿Estado 52?

Ante el quiebre actual de Puerto Rico, dramático desde 2015-16, la ciencia ficción cubana se rompe en dos.

¿Estado 51?


III

Desde la ciencia ficción boricua, el cuento de José E. Santos, “El Terminator Boricua” (2007), brega también con la relación colonial, a punto de volcarse, en 2095, hacia el lado de la anexión; por lo cual, desde el futuro (2198), “Alguien [el último independentista] le advertía [al personaje libertador, Arturo] de lo que pasaría en la Isla, ahora [2095] que la suerte estaba echada [en las elecciones].”

Lo que no pasó en Cuba en 2059 estaba por pasar en Puerto Rico en 2095 (¡interesante inversión de números!): “—Resígnate Arturo. Seremos [dice Ernesto] estado de la Unión dentro de cosa de meses. ¿No puedes sentirte feliz por mí y por los otros que hemos deseado esto por dos siglos ya?”

¡Dos siglos!

No obstante, Arturo logra la complicidad de su hermano anexionista, Ernesto, para evitar el surgimiento del Estado 51: “Ernesto ya veía cómo el peso de sus emociones lo sumergía en la oscuridad del dilema. Acceder era trastocar tal vez el orden universal.

Arturo lo convence de que lo ayude a regresar al pasado, para intervenir, matando al general Nelson Miles, en la invasión estadounidense de 1898; a la cual puede regresar en la “máquina para viajar en el tiempo” que Ernesto ha elaborado en el laboratorio de la universidad, la cual solo necesita para funcionar del dispositivo que, desde el futuro, le envía a Arturo el último independentista, “The Last One.” Un “cilindro” que, como si fuera un libro, Arturo encontró en la biblioteca, metido dentro del arma, “una ametralladora prolongada o un rifle oblongo,” con la cual, en principio, matará al general Miles en 1898 para evitar la anexión que está por materializarse en 2095.

Ante el colapso político-económico-financiero de Puerto Rico (2016-17), la ciencia ficción boricua se rompe.

Tinta roja, como la pintura que le cubre el cuerpo al jíbaro ectoplásmico de Carlos Irizarry en La transculturación del puertorriqueño (1975).

Sangre.


IV

2017. La realidad imperial usamericana le gana a la ciencia ficción cubana. Cuba se podrá convertir en otro Estado Libre Asociado de los EUA, pero Puerto Rico, como ha dejado claro el consenso Obama-Trump, permanece como territorio no incorporado: perteneciente a, pero no parte de Estados Unidos. Colonia, demasiado colonial.

El estado 51 parece una ficción sin ciencia.

La realidad colonial le gana a la ciencia ficción boricua, que se rompe por la misma costura que la cubana (la anexión). Matar a Miles sigue siendo necesario, no obstante; pero no para evitar el Estado 51, algo improbable, sino para exterminar de una vez el colonialismo y enfrentar con ahínco la colonialidad.

Nada parece más ajeno a la política colonial de Estados Unidos que la anexión de Puerto Rico como Estado 51.

La ciencia del colonialismo no es ficción.


V

Después de la ciencia ficción, paso por la poesía, Postales (2012), de Frank Báez, para seguir, alucinado, el viaje del poeta dominicano:

Rodé al año y medio por las escaleras / hasta el segundo piso. / A los seis casi me ahogo en una piscina. / A los siete me arrastró la corriente de un río. / Me golpearon con un palo, con la culata de un fusil, / con una tabla… / Luego publiqué un libro de poesía y una vecina lo leyó / y escéptica dijo que era capaz de escribir / mejores poemas en media hora , y lo hizo… / Y hace semanas un policía me detiene y me pregunta / si yo no era el poeta que había leído poesía / aquella noche y le digo que sí y el policía / dice que son buenos poemas / y hace una reverencia o algo así…

Periplo en clave metaturística; viaje hacia la subjetividad, hacia el lenguaje y la poesía, hacia la cultura. De la degradación moderna/posmoderna del poeta en las dos primeras partes del poemario, “Rodé al año y medio por las escaleras,” a la tercera y última parte; instancia de una irradiación transmoderna en prosa que atraviesa el yo-poético: “Al papá de Omar que caminó hacia San Cristóbal y se pegó un balazo antes de llegar.”

Intersubjetividad: “A Henry que le dispararon a quemarropa en un callejón de Boston bajo la nieve que caía.”

Viaje del yo egocentrado a la tercera persona que atraviesa la modernidad/posmodernidad/colonialidad desde una empatía en off: “A Virginia que se ahogó en su bañera.”

Micropolítica.

Algo en la sociabilidad de las 88 postales/dedicatorias que componen la tercera y última parte de Postales, “A Juan que tiene sida y agoniza solo en una cama del [hospital] Darío Contreras,” imanta el poemario dominicano hacia la última parte de la novela boricua, Simone (2011), de Eduardo Lalo, donde, entre otras, la colonialidad del saber reclama una dimensión sociológica de la literatura: “En España pensamos siempre en Argentina, en México, en cualquier otro país, pero jamás en Puerto Rico… Los españoles no pueden ignorar a los grandes países, pero pueden pasar de largo a toda Centroamérica y gran parte del Caribe y reducir el resto de latinoamericanos a un puñado de imágenes.”

Algo que no es la sociología tropical de Ángel Quintero Rivera, cuyo sentido de alegría popular Simone desprecia y Postales resignifica como empatía, llena de humo la literatura.

Tufo. Sinestesia Irrupción.

Un libro raro, más prosa poética que poesía, Winterness (2012), de Juan Dicent, ata cabos desde la diasporidad dominicanyork: “No, la nieve no huele, ese olor a bacon frito viene de la cocina de la boricua haciendo el desayuno mientras le vocea ‘Canto e cabrón’ al esposo carnicero que cometió el error de traer bistec, steaks y costillas cuando ella pidió alitas de pollo, mollejitas y rabo.”

Puente. Como telón de fondo, estos versos de Pedro Mir, fulcro de una antillanía promiscua, aparecen escritos en el cielo encancaranublado de las islas: “Yo, / un hijo del Caribe, / precisamente antillano. / Producto primitivo de una ingenua / criatura puertorriqueña / y un obrero cubano, / en suelo quisqueyano.”


VI

La ciencia ficción quiere ser poesía política: literatura.