Sobre el arte de degustar

Crítica literaria
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alt….un ya no tan rico pastel confeccionado a base de masa de guineos verdes, yautía blanca, calabaza y/o yuca

That´s the standard technique of privatization: defund, make sure things

don´t work, people get angry, you hand it over to private capital.

-Noam Chomsky

Un puñado de imágenes da cuenta de la catástrofe ocasionada por el terrible huracán María a su paso por Puerto Rico el 20 de septiembre de 2017. Las vemos tan a menudo, que hasta llegan a resultar repulsivas.

Al día de hoy, 126 después de la hecatombe, todavía la mitad del país carece de servicios vitales como electricidad y agua potable. A otros, les faltan el internet, la telefonía. Y sus hogares, gracias a la bur(r)ocracia, siguen desprotegidos con el espinazo al desnudo y a merced de las inclemencias del tiempo. Los escombros y el revoltijo de cables, postes partidos y generadores siguen decorando patios y hogares de miles de familias. También las vías públicas. Las carreteras siguen teniendo tantos agujeros como la superficie lunar. (Toda una pesadilla de zigzags a la hora de transitar por ellas rumbo al empleo, de camino a llevar a los hijos a la escuela y de regreso al hogar.) De igual modo que la caída de una ficha del dominó provoca a su vez el derrumbe de otras fichas cercanas, la crisis trae consigo (además de angustia y desesperación) otras indeseables rémoras: resquebrajamiento de la infraestructura, cierre de negocios, desempleo, emigración, escasez de víveres, alza de precios y del pillaje, latente amenaza de epidemias y un etcétera largo cual culebrón de monte adentro. Esto pone en evidencia la torpeza e ineptitud del Gobierno para reconstruir el país. Y si ampliamos el marco de referencia, encontraremos que en un plazo de 2 semanas, las Islas Vírgenes recibieron el azote no ya de María, sino de éste y de Irma, 2 huracanes monstruosos, y al poco tiempo allá el 92% de los habitantes ya contaba con el preciado servicio eléctrico.

De otra parte, al Estado ser incapaz de pagarle a la Policía horas extras de trabajo rendido, se ha propiciado la ausencia de los uniformados para presionar al sistema a cumplirles. Ello ha redundado en que los delitos se hayan disparado y los maleantes anden campeando por su respeto. La otra cara de la moneda deja al descubierto que, no obstante, el Gobierno no tiene reparos en pagar salarios obscenos y bochornosas escoltas a algunos funcionarios gubernamentales y de la Junta de Control Fiscal.

En medio de la debacle, al gobernador Ricardo Rosselló se le obnubila el entendimiento y éste trastoca sus prioridades. El menosprecio de los deberes por los cuales juramentó servirles a sus conciudadanos, lo lleva a darle la espalda a la trágica situación que se vive en el país. Con el dinero del pueblo y a nombre de todos los puertorriqueños, se aviona para Washington y acompañado por JGo, la flamante Comisionada en la banda de allá, y una dizque gloriosa Comisión de la Igualdad (la pantomima anterior se ñamó Plan Tenesí), emprende una obsesiva cruzada anexionista con tal de presionar al Congreso estadounidense a ceder ante su trasnochado capricho, así porque sí (mis muy carnales mecxicanos lo dicen con mejor sabrosura: a güevo), y que aquél asuma una postura clara respecto a nuestra descolonización. (Claro que todos los bolos que llevan en el candungo son azulitos y traen estampado el soberano número mágico 51.) Por si fuera poco, a su regreso al país, incurre en otro irritante desplante ante el reclamo de los alcaldes de los municipios más perjudicados. No los recibe. Los deja esperando. El bambalán opta por asistir a otra actividad que juzga de mayor trascendencia.

Una imagen difundida mediáticamente se torna viral. La misma capta al Gobernador, en una regresión enajenante y baladí, sonrisa a flor de labios frente a una máquina cual niño a quien no parece importarle ninguna otra cosa que emerger ganador en el conocido videojuego Pac-Man.

Pero he aquí la cheri que corona la piña colada con Midori: a los pocos días, en un ejercicio (tan fútil como ridículo) de quien desayuna, almuerza y cena estadidá, firma un proyecto (salido de la privilegiada materia gris del paquidérmico y mediático ayunador Yoni Méndez) que les concede a los boricuas el derecho a votar en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. (Pst, de forma simbólica. Léase y entiéndase, que no tendrá repercusión alguna en la Gran Nación allende los mares, pero sí en la nuestra: un gasto millonario en un país quebrado.)

Todo este inoportuno sainete se oficia en momentos en que la desconfianza del establishment gringo ha alcanzado niveles estratosféricos, entre otras cosillas, gracias al trambollín con el contrato de Whitefish. (Se cae de la mata por su peso: si desconfían de garantías al prestarnos dinero, cómo rayos van a sentarse a dilucidar seriamente nuestra incorporación a la metrópoli norteña.)

A los pocos días, con la complicidad de la televisión, el brillante Gobernador de turno se dirige al país en hora pico. Aprovecha el desafecto del pueblo con la AEE para anunciar lo que nos vende como la solución ideal: privatizar otro de nuestros principales patrimonios. Demasiado fácil el que la inmensa mayoría no simpatice con semejante decisión tan lógica a primera vista, pues cuatrienios de pésimas e irresponsables administraciones, una tras otra, la llevaron al descalabro hasta convertirla en un armatoste tan ineficaz como molesto. (No está de más recordar que la AEE fue creada porque la empresa privada no interesaba servir al campo y a los barrios, sólo a la loza.)

Permitir el saqueo al patrimonio de un país es lo propio de un pueblo sometido y domesticado e incapaz de zafarse de los caprichos de los más poderosos que dan siempre del ala para comer de la pechuga. A la altura de esta coyuntura histórica, ya dejamos de amarrar los perros con longaniza. La abundancia que pregonaba el susodicho refrán hace rato se desvaneció y fue a parar a las jugosas cuentas bancarias de unos pocos e inescrupulosos mercaderes del desastre y sus lacayos falderos. Soplan otros vientos propicios para desinflar el bucólico sueño de pajaritos preñaos y elefantes de lunares rosados. Ya va siendo el momento de analizar profundamente nuestra realidad política en el contexto internacional. De dejar de bailar al son de la lata, cual chorizos. Que el poderoso no nos siga mangoneando. Que no nos compren la dignidad con cupones de estampas, subsidios, festivales playeros y otras chucherías que brillan como soles pero que sólo son chueco oropel. Sí, ya va siendo el momento crucial de dejar que nos sigan vendiendo limones de cabro por chironjas.

Los puertorriqueños conocemos de antemano el resultado de anteriores privatizaciones de sus haberes públicos. Bajo la 2da. incumbencia de Rosselló padre, y tras un violento proceso de repudio popular, se privatizó la Telefónica con tal de inyectarle fondos a los planes de retiro de los empleados gubernamentales. A fin de cuentas, nos quedamos sin la soga y sin Fortunata (rimémber?). Es decir, ni compañía telefónica, ni plan de retiro. Ídem resultado obtuvimos cuando se privatizó parte de la operación de la Autoridad de Acueductos: al cabo de unos años, la empresa española fracasó y cogió la juyilanga. (Esperemos que la administración mexicana del Aeropuerto Muñoz Marín no corra igual suerte.)

Un amigo que usa la azotea para pensar y no para cargar sombreros de paja ni gorras de los Yanquis de NY me comparte esta valiosa (y dolorosa) información desconocida por la inmensa mayoría de los puertorriqueños que aplauden, saltan y brincan fervorosamente y juntos celebran la salomónica decisión del hombre de mirada azul celeste y compartidura sesgada, el que no se cansa de repetir (como emulando el “a rose is a rose is a rose”, de Gertrude Stein) que tiene un plan y que ese plan es el plan.

Abre el ojo del entendimiento, boricua, pues antes que levantarnos, debemos vaciar nuestros cráneos de tanta brumosa bazofia y despertar del embeleso colonial.

Y justo antes de lavarse las manos como Pilatos y sentarse a la mesa a degustar el ya no tan rico pastel, todo aquel que hoy baila en la punta del pie con la noticia de la privatización de uno de los pocos haberes que le quedan al pueblo de Puerto Rico (la generación y distribución de la energía eléctrica), debería leer detenidamente estas 15 consecuencias que traería consigo la transacción.

01. CRIM - los municipios no pagan por el servicio eléctrico. Con la privatización tendrán que hacerlo. La diferencia te la cobrarán a TI, incluyendo tu CASA PRINCIPAL.

02. MANTENIMIENTO DE CONDOMINIOS - actualmente las tarifas de electricidad para las áreas comunes son subsidiadas como tarifas residenciales. En el sector privado, no es así. Las mismas serán como en EUA: tarifas comerciales.

03. HOTELES - reciben un 10% de subsidio de electricidad de la AEE por legislación. POSIBLE DESPIDO DE EMPLEADOS en los HOTELES para balancear presupuestos.

04. HOSPITALES - están subsidiados por legislación para que la AEE les cobre tarifa no comercial por su fin salubrista. Ahora, con la versión privada volverán a ser catalogadas Comercial. TAMBIÉN les brindarán un plan de pago que de no cumplir, se les suspenderá el servicio con tan sólo notificarles mediante carta. POSIBLE DESPIDO DE EMPLEADOS.

05. ESTUDIANTES - reciben un subsidio en su factura con sólo presentar su programa de clases debidamente registrado. Con la privatización, se eliminaría ese subsidio.

06. UNIVERSIDADES - actualmente por legislación pagan una tarifa más barata por tener un fin NO LUCRATIVO. Con la privatización, las mismas pasarán a ser COMERCIALES. MATRÍCULAS MÁS CARAS. Posible despido de empleados.

07. IGLESIAS Y ORGANIZACIONES SIN FINES DE LUCRO - actualmente por legislación pagan una factura subsidiada más barata. Con la privatización se cobrarán tarifas comerciales como antes.

08. AAA - Acueductos es el cliente principal de la AEE. El costo altísimo de mantener bombas de aguas y plantas de filtración operando 24 hrs, facilita proveerles 2 SUBSIDIOS PRINCIPALES a AAA; cobrarles una tarifa no comercial y, además, un subsidio de $50 millones anuales, ambos por legislación. Con la privatización, aumentarán varias veces la factura para convertir nuevamente su factura a comercial y

sin los $50 millones de subsidio anuales. POSIBLE DESPIDO DE EMPLEADOS.

09. PERSONAS DE 65 AÑOS o MÁS - por legislación, para la población más grande de Puerto Rico, se eliminaría el subsidio a los ancianos.

10. AGRICULTURA / GANADERÍA / CAFÉ - por legislación, para que la agricultura progrese, las mismas están subsidiadas con tarifas especiales más baratas, tarifas de costo residencial. Con la privatización regresan a tarifas regulares comerciales. POSIBLE DESPIDO O CIERRE DE OPERACIONES.

11. AUMENTO DE IMPUESTOS - actualmente el Gobierno le debe a la AEE más de $600 millones. Se harán planes de pagos. Al vencimiento de factura a todo edificio público (escuelas, cuarteles de policía, salas de emergencias, etc.), se le suspenderá el servicio. Con la privatización se aumentarán los impuestos o se impondrá una nueva tarifa para pagar la electricidad.

12. CELULARES / INTERNET / CABLE - actualmente las compañías de telecomunicaciones pagan a la AEE una cantidad pequeña (más barata que en la mayoría de EUA) por utilizar sus postes y áreas soterradas para ellos instalar la cablería de telecomunicaciones. Se cobra por pietaje utilizado en la red al año. Con la privatización pagarán más por pie en las líneas.

13. RESIDENCIALES PÚBLICOS - por legislación actualmente pagan una factura fija, con la privatización la pagarán residencial regular.

14. PERSONAS DEL PAN / CUPONES - por legislación pagan facturas subsidiadas. Con la privatización, las mismas se eliminan.

15. PEAJES / DTOP / MUNICIPIOS - Actualmente no se paga por el alumbrado público por el DTOP Municipios. Con la privatización, se aumentarán los PEAJES y el CRIM. DTOP pagará por el alumbrado público en las carreteras estatales y los municipios por las municipales.

Todo esto trae a mi pensamiento las palabras del presidente estadounidense del último cuatrienio del siglo 18, John Adams, quien sentenció que “existen dos formas de conquistar y esclavizar a una nación. Una es con la espada; la otra, con la deuda”.

Y ahora, ¿te sigue gustando el pastel o quieres que le eche un chin más de pique?