The Post – o los liberales denuncian la post-verdad

Cine caribe

altEs curioso, pero en la saga del Departamento de Justicia federal por investigar la intervención del gobierno ruso en las elecciones de los EE.UU., en noviembre del 2016, favoreciendo a Donald Trump y bloqueando a Hillary Clinton, todo indica que el presidente de turno en los EE.UU. tuvo poco que ver con la intervención foránea. Mucho intentamos de vincular a Trump con Putin, pero al final se impuso la única verdad que conocemos desde el 1945, luego del final de la Segunda Guerra Mundial. Es decir, los americanos son los buenos, y los rusos son los malos. Con el informe y acusación de funcionarios rusos, hemos regresado a la guerra fría.

The Post (Dir. Steven Spielberg, EE.UU., 2017), nos narra la saga del cambio de generación, batón y cosmovisión del segundo diario más influyente de los EE.UU., The Washington Post (el primero sigue siendo The New York Times). En esta historia, la editora en jefe y publicista, Kay Graham (Meryl Streep) pelea contra los miembros machistas de su equipo de trabajo, de su junta de editores y accionistas, y contra el poder ejecutivo de Washington. En este enredo, el único aliado con ella, por razones oportunistas, era el editor del diario, Ben Bradlee (Tom Hanks). A este le interesaba más romper el cerco en contra de la libertad de prensa, por lo cual se alía de forma circunstancial con su publicista y editora en jefe. Como siempre, el resto es la trama que Hollywood entiende mercadea bien la película.

Basado en un hecho histórico, la denuncia de las razones y justificaciones falsas que motivan la intervención de los EE.UU. en la guerra de Vietnam, The Washington Post interviene en la difícil decisión de publicar o no el contenido de la información confidencial. Ante esto, y superando una acción de censura contra The New York Times, el diario de la capital federal desafía y publica la información, luego de haber conseguido una histórica decisión por parte de un tribunal.

La película fue pensada, desde su guión hasta su ejecución en la lógica e intervención de los liberales-demócratas en el debate político de los EE.UU. En esta medida, la selección por parte de los productores del elenco (Hanks/Streep) y del director (Spielberg) para impulsar la idea-cierta de que la prensa liberal de los EE.UU. es honesta y transparente, es por decir lo mínimo, un asunto tautológico (es decir circular) frente a las posturas asumidas por Donald Trump a lo largo de su primer año.

El problema de la película es que insertó su trama en un dato que hoy, a la luz de la determinación del Robert Mueller de acusar a 13 rusos y no a Trump, tiene el efecto de reivindicar al presidente y nuevamente condenar y “enterrar” a la prensa liberal. La película, su gran problema hoy, fue que apostó a cuestionar y transformar lo “real” - y lo real la saboteó.

Desde esta mirada, la película perdió el momento para consagrarse como la gran película de la noche de premiación del Oscar 2018. Realmente hablando, la película se metió demasiado en la política contemporánea de “todos contra Trump”. No digo más pues cuento la película, pero al lector/a, tenga esto presente: hacer una película para demacrar a Donald Trump, en el cine de Hollywood, también constituye un acto de propaganda, de derecha o de ultra derecha, que no adelanta nada.

La película la salva la trama angustiante que Spielberg logra transmitir. Pero lo más importante de la película son las actuaciones tanto de Hanks como de Meryl Streep. Esta última, sigue compitiendo fuertemente para el premio de mejor actriz. En fin, deben verla, aunque a ustedes, como a mí, los liberales le provoquen un sabor peculiar.