Los mineros alumbran la ciudad

Cultura

Foto suministrada (La Vanguardia)Llegaron alumbrando la ciudad, con sus linternas en los cascos, con su dignidad a prueba de toda oscuridad, con sus cuerpos caminando, con sus consignas de lucha. Alumbrando la noche, junto a cientos de miles, caminaron la ciudad, la reconstituyeron. Salieron de las cuevas, de las cavernas, del mundo de las sombras, para alumbrar a los citadinos y hacerlos ciudadanos. Para denunciar una vez más que la explotación y la producción material – que hace posible gran parte de la producción ‘inmaterial’ – siguen en profundo crecimiento y violencia aguda.

El mundo de la esclavitud no es alegoría. La sombra de la ilusión mercantil no es alegoría. Las cadenas de la ignorancia, la necesidad y el hambre no son alegorías. Las vidas expulsadas, degradadas, explotadas, excluidas, arrojadas, desplazadas, no son sombras nada más, ilusión, ni simulacro. (Los balazos en las calles de Puerto Rico que escucho mientras escribo esta nota tampoco, pero eso es otro tema, aunque no). Con su linternas en la frente, los mineros anuncian la solidaridad que la caminata encarna. La caminata que cruza territorios, valles, montanas, calles, pueblos, hasta llegar a la ciudad.

La calle, preñada de solidaridad, se ilumina con los rostros de los que resisten, luchan y construyen - aunque sea por un momento, por unas horas, por un día - la comunión de los humanos en su creación colectiva, la ciudad posible. En España, los mineros con su dignidad en alto, nos iluminan con su ejemplo. Los mineros nos convocan y demuestran cómo salir de la oscuridad, del miedo y sus estalactitas, de la inacción y su guano. Caminemos.