Death Wish o el retorno de Bruce Willis el bien intencionado

Cine caribe

altA veces me pregunto por qué Donald Trump es un presidente tan impopularmente popular. Pienso en su manejo de la violencia, y pienso que su popularidad, pese a que la veo como impopular, viene de una larga tradición del manejo de la violencia que el pueblo de los EE.UU., y sobre todo la cultura creada por estos, ha generado. Las armas, los muertos, las masacres, los villanos “buenos”, son parte de esta historia cultural.

Death Wish (Dir. Eli Roth, guión Joe Carnahan, EE.UU., 2018) es parte de la serie franquicia del mismo nombre que origina en el 1974 (Dir. Michael Winner, EE.UU., 1974), y que hoy es parte de una nueva edición de esa primera película. Death Wish, basada en la novela de Brian Garfield, en su primera serie tuvo cinco secuelas, todas protagonizadas por Charles Bronson. La nueva versión de la película original incorpora a Bruce Willis (Dr. Paul Kersey) en lo que podría ser la remontada más espectacular del cine en mucho tiempo, dado que Willis lleva tiempo sin hacer una película memorable, aunque en el cine de acción sigue siendo uno de los 10 artistas más taquilleros y mejor pagados en la historia del cine de Hollywood. Esta es su oportunidad para, a los 63 años, hacer una nueva serie de película en torno al destino de la muerte (Death Wish).

Ahora bien, esta nueva versión de la saga Death Wish, no ha sido acogida como se esperaba. Pese a los buenos números en la venta de boletos, que ya superan los 30 millones de dólares, lo que fue su costo de producción, la reacción hacia la película es por decir lo mínimo, mixta. Esto se debe al dato que la historia original, esa basada en la novela de Garfield profesa la respuesta del “hombre blanco” a la defensa de su familia, por parte de la agresión cometida por el hombre/negro/hispano/pobre y desechable. Death Wish es la historia del vigilante blanco, hombre que participó en la segunda guerra mundial, y que, en plena crisis económica en la década de 1970, decide hacerse violento para preservar “vida, propiedad y libertad”.

En pleno siglo 21, sobre 40 años después de la primera versión de esta franquicia de cine, es muy difícil justificar los discursos y narrativas de la novela de Garfield y de su adaptación al cine. En particular, porque lo que supuso ser un cine déspota y violento, aunque con gran simpatía en el 1970, hoy suena a un cine fascista y malévolo en la era de Donald Trump. Hoy es difícil de justificar el discurso y la práctica del vigilante, que opera sólo para hacer “justicia”.

En fin, que no les cuento la película. Pero si deben saber que Willis/Kersey perdió a su esposa en un episodio de delincuencia en su hogar, y que su hija se quedó en estado de coma. Ante esto, el decide recurrir a la violencia para “ajusticiar” a los culpables, pues la policía no hace nada por resolver el crimen del cual él y su familia fueron víctimas. Luego de esto, usted cuenta por lo menos seis muertos a manos de él y el resto es la gloria de Hollywood.

Vaya a verla sólo por Bruce Willis quien, en este retorno al cine de acción y gloria, actúa como siempre – en control y perfecta ejecución. Por el resto, pues ya sabe, los hispanos, los negros y los blancos pobres son los culpables, En fin, que si cuento la película como fue, entonces podría cambiar de parecer y no recomendarla. A su sana discreción… usted decide irla a ver.