Querido Elizardo (N.1955, M.2018)

Voces Emergentes

altEntre las vivencias compartidas con el querido amigo y hermano Elizardo Martínez durante las más de cuatro décadas en que duró nuestra entrañable amistad, hay una que es imposible de olvidar y que le agradecí profundamente. Fue cuando en marzo de 1981 me invitó a conocer a su tía Alicia Alonso acompañándolo al Hotel San Juan, donde ella se hospedaba durante aquel viaje que hizo a Puerto Rico para presentarse en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico con el Ballet Nacional de Cuba. Sobre aquella inolvidable experiencia publiqué una columna en el diario El Reportero en la que relaté:

Tuve la oportunidad de conocer personalmente a Alicia Alonso en la tarde del último día que estuvo aquí, poco antes de abordar esa noche un avión rumbo a Brasil adonde viajó para participar en el espectáculo La Era Romántica, en lo que constituía su primera actuación en ese país sudamericano.

La ocasión surgió a invitación de miembros de su familia y me permitió compartir con ella y sus familiares residentes en Puerto Rico en un ambiente de intimidad e informalidad muy distinto al que se genera en las entrevistas periodísticas y otro tipo de encuentros.

Demás está decir la emoción que para mi significó ese encuentro. Esa tarde en el hotel comprobé que la Alicia de carne y hueso está a la altura de la leyenda. En mis artículos sobre Alicia Alonso siempre he hecho énfasis en su gran disciplina. Al conocerla personalmente pude comprobar que Alicia vive para bailar.

Durante los días que pasó en Puerto Rico Alicia fue diariamente al estudio de Ballets de San Juan a realizar sus ejercicios diarios. Buena parte del resto del tiempo que estuvo aquí lo pasó sentada en una cama con las piernas en posición horizontal para mejorar la circulación.

Así fue como la conocí en un evocador diálogo con su hermano mayor (el padre de Elizardo) en el que en ocasiones se remontaron a vivencias y personajes de la niñez y adolescencia de ambos. A través de ese encuentro de dos hermanos distanciados geográficamente pero unidos por un amor entrañable, pude confirmar mis intuiciones sobre la gran sensibilidad de esta extraordinaria mujer.

También su sentido del humor. Cuando el primer bailarín del Ballet Nacional de Cuba Jorge Esquivel llegó a la habitación en traje de baño, Alicia le preguntó si se había estado bañando en la piscina. Al él responder que no, que lo había hecho en la playa, ambos bromearon sobre los tiburones del océano y Alicia le dijo en tono de broma: “Imagínate si te hubieras encontrado con algún tiburón y a mi regreso a Cuba me pregunten por ti y yo tenga que explicar que te comió un tiburón del Atlántico…”

Allí también conocí a su culto, sensible e inteligente esposo Pedro Simón con quien hace una hermosa pareja”.

El resto de la columna se refería a las presentaciones que habían tenido Alicia y el Ballet Nacional de Cuba en el Teatro Universitario y a la pintura que Francisco Rodón planeaba hacer de Alicia. Para los que no lo saben debo aclarar que el apellido de Alicia es Martínez. Comenzó a usar el Alonso cuando se casó con su primer esposo, el gran coreógrafo Fernando Alonso.

Demás está decir cuánto le agradecí a mi amigo y hermano Elizardo que me hubiera invitado a conocer a esa leyenda viviente que es Alicia Alonso.