La muerte de Stalin una película de sátira política que hay que ver

Voces Emergentes

alt“La muerte de Stalin” es una sátira política inglesa sobre la pugna entre los líderes soviéticos para decidir cuál de ellos heredaría el poder del dictador que acaba de fallecer. Basada en una novela gráfica francesa, cuenta con un heterogéneo reparto que interpretan los personajes de aquel momento histórico. Beria, el jefe de la temida policía secreta que implementaba las órdenes de Stalin, Malenkov , a quien le correspondía la sucesión del jefe, Molotov condenado en la víspera a sufrir la misma suerte que su encarcelada esposa, Khrushchev que conspira para impedir que el astuto Beria y el anodino Malenkov pudieran apropiarse del poder, Zhukov, jefe del ejército portador de innumerables condecoraciones, y los hijos de Stalin, la perspicaz Svetlana y el alcohólico Vasily, encarnado por Rupert Friend en una de las mejores actuaciones del film.

La película tiene un preámbulo que muestra a Stalin pidiendo copia de un concierto de Mozart que no se ha grabado, lo que obliga a su productor a ordenar a músicos y espectadores que lo repitan para complacer al jefe. El derrame cerebral que sufre Stalin da pie a algunas de las escenas más absurdas de la trama. El desenlace de la historia se ajusta bastante a los hechos históricos aunque con algunas alteraciones, como la muerte de Beria que fue ejecutado varios meses después, no en los momentos de la pugna por suceder a Stalin. Al final se nos informa que Khrushchev –deliciosamente interpretado por el conocido actor norteamericano Steve Buscemi- se convierte en el heredero de Stalin hasta 1964 cuando es depuesto por la dupleta integrada por Brezhnev y Kosygin

“La muerte de Stalin” no siempre logra sus propósitos de hacer reír de sucesos históricos con un trasfondo trágico pero cuando lo hace nos recuerda el peculiar humor del grupo británico Monty Python. En ocasiones el filme tiende a ser demasiado caricaturesco, lo que parece ser el objetivo del director inglés Armando Innuncci, que evidentemente no les teme a los excesos, ni siquiera cuando aborda un momento tan importante de la historia mundial.