Ante un verano caliente, más huracanes y los 4,645 pares de zapatos volando

Caribe Hoy

altEmpezó el mes de junio y con ello se marca oficialmente el comienzo de las vacaciones escolares en Puerto Rico. También este mes marca el comienzo de la temporada de ciclones y huracanes que se estima durará hasta noviembre.

Regularmente el verano en Puerto Rico es una temporada añorada y esperada por los estudiantes. Estar tirado en la playa tomando baños de sol, participar en campamentos, estar despierto hasta el amanecer y dormir hasta tarde, o simplemente estar en puro ocio. El verano se asocia con relajamiento y esparcimiento, es lo que se quiere.

El asunto es que luego de la temporada de huracanes del pasado año, solo el pensar que llegó el verano y con ello ya estamos de cara a la nueva temporada, en vez de relajarnos, nos pone los pelos de punta. Todavía hay muchos sectores, barrios y pueblos del país que no tienen servicio de agua y luz. Los boricuas comunes y corrientes pensamos que las experiencias sufridas nos pueden ayudar a prepararnos mejor para enfrentar los embates que pueda traer esta nueva temporada. Sin embargo, debido a la fragilidad que tenemos, tanto emocionalmente como en toda la infraestructura del país, nos sentimos muy vulnerables, temerosos y desconfiados.

A parte de los fenómenos meteorológicos, el huracán político y económico en que vivimos actualmente nos crea mayor incertidumbre. El Departamento de Educación ha cerrado alrededor de 283 escuelas. Con esta acción el futuro para cientos de niños y jóvenes se ve dislocado. Así también, la administración del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico se ha empeñado en dejar sin alojamiento a cientos de estudiantes cerrando el edificio de la Torre Norte. Ello sin hablar del alza sustancial en el costo por crédito para los estudios a nivel graduado. Es bien clara y palpable la corriente neoliberal del gobierno encaminada a privatizar la educación publica. En agosto, cuando empiece el nuevo curso escolar y académico, que regularmente coincide con el aumento en la actividad climática, se acentuará esta desfase.

Hay muchos puertorriqueños que aprovecharán los meses de junio y julio para abastecerse y preparase para cualquier eventualidad. El problema es que mientras los ciudadanos intentamos hacernos más autosuficientes, el gobierno continúa con sus juegos políticos y su retórica. Para aplacar la furia de los llamados dioses de la Junta de Control Fiscal, hay que derogar la Ley 80.

La Ley 80 convertirá a los trabajadores del país en esclavos de la colonia. Contrario a lo que el Gobernador pregona, sin seguridad de empleo no hay garantía de vacación posible ni bono, ni medios para tener una vida digna. Se me hace difícil entender por qué este pueblo no se ha levantado como uno en protestas masivas. Tal vez queremos seguir creyendo en Santa Claus, por pensar que podemos montarnos en un avión y volar al Norte, donde creemos que todo será mejor. Que ilusos nos han vuelto. Cuando lleguen las primeras ráfagas de viento, los 4645 pares de zapatos que hay frente al capitolio volarán. El peligro es que cuando regrese la calma éstos se hayan multiplicado.