Abolir las Fronteras

Cultura

Las metáforas espaciales caen como aguacero y profundizan las raíces de la militarización del terreno: Puerto Rico, frontera del Caribe. Así como Tijuana o Melilla; así, como “check point” en los territorios palestinos; así, como en los lugares donde el control, la vigilancia y el castigo valen más que la vida humana, en Puerto Rico la industria de la muerte se come todo lo que encuentre. Ya no solo se trata de más policías y guardias privados, de más agentes del FBI y helicópteros, de más personal del National Securtiy, sino también de los ya famosos ‘drones’ y más tecnología de la persecución que ha causado ya cientos, y tal ves miles, de muertes en lugares como Afganistán.

En el Caribe los otrora ‘drones’ de basura y de almacenamiento (de agua, aceite, u otros líquidos) se transforman en instrumentos musicales, en tambores sonores de las mundialmente conocidas Steel Bands. Puerto Rico es parte de esa tradición, sobre todo en la región Este, incluyendo a Culebra (¿quién olvida la Sonora Celébrense?), Vieques, y esa isla tan boricua que es Santa Cruz. Sin embargo los sonidos de los drones han sido de proyectiles que han eliminado la vida de muchos niños, mujeres, ancianos y de otros catalogados como ‘inocentes’ en esta guerra contra el llamado ‘terrorismo’. Y terror es lo que los drones, sigilosamente, traen con su vuelos de pájaro. Ya hay investigaciones publicadas en libros sobre estos aparatos sin pilotos humanos.

 

Habría que preguntarse si hay otras tecnologías que se probaran en Puerto Rico, cual ensayo permanente para la guerra contra todos aquellos que de alguna forma u otra resistan o transgredan las ‘fronteras’ impuestas. Valga aclarar que las fronteras jamás son meramente geográficas, aunque también lo son, sino que las mismas se redefinen de acuerdo a lo que se criminaliza, estigmatiza y expulsa. De esta forma ‘la frontera’ podría expandirse a barrios específicos (como ya sucede a nivel local con los residenciales públicos), a edificios, y hasta a cuerpos, personas marcadas con el símbolo de Caín.

Frente a la lógica militarista de la guerra, las metáforas espaciales, entonces, deben ser movilizadas para liberar y crear lugares de solidaridad, convivencia y justicia, transformando las fronteras en caminos de encuentro y reconocimiento, donde ningún ser humano es ilegal y la vida se valora y defiende como imperativo categórico.