Avergonzarse…

Cultura

¿Cómo no ver que la campaña del gobierno/PNP para disminuir el derecho a la Fianza es una muestra más del desprecio hacia los desposeídos? Es racista. Es obvia en su posición en la lucha de clases que cada día se declara a los cuatro vientos. ¿Quiénes son los ‘ellos’ a los que se refiere, si no los pobres, los negros, los marginados? Es además demagógica. Y los medios que tomaron y prestaron la foto de los muchachos esposados sacando el dedo del medio y en actitud de guapos luego de cometer un asesinato para la campaña del gobierno/PNP contra la fianza, también lo son, pues es evidente que dicha representación levanta pasiones de odio contra los de siempre: los jóvenes desplazados que son la mayoría en la cifra interminable de asesinatos en el archipiélago borincano. En su manipulación, Alejandro García Padilla se ha sumado a esto, y muestra, una vez más, la costura neoliberal y clasista de su desnudez.

Es ridículo que no pase nada. Nada. ¿Qué diría Pales Matos hoy, si hace más de medio siglo decía que Puerto Rico ‘moría de nada’? Recoger fuerzas y seguir ‘inventando’ con lo que hay, con lo que tenemos, para resistir. Si no fuera por la lucha en contra del gasoducto, pensaría que en Puerto Rico nada pasa, ni pasará. La nada que pasa se registra en suicidios y asesinatos, en exilios económicos y sociales, en tasas de diabetes y alcoholismo, en adicciones diversas. La violencia estructural se multiplica y encarna en tantas violencias cotidianas en los cuerpos y relaciones de las personas que ya no saben ni que hacer.

¿Cómo canalizar estas tensiones, estrés, violencias, preocupaciones, enfermedades en fuerza solidaria, en esperanza colectiva, en organización política? Los nuevos movimientos y partidos emergentes, junto a organizaciones de base y medios de difusión crítica, poco a poco, paso a paso, van abriendo un camino que lleva décadas en lento ‘desarrollo’. Ojalá dichos grupos se conviertan en plataforma e infraestructura política que dé un salto cualitativo urgente para poder resistir y transformar el ataque frontal, pues si no sucede algo, pronto, las posibilidades de vidas dignas en este territorio-país continuarán desapareciendo a una velocidad tal vez sin precedente, al menos en las últimas décadas.

Seguir contra toda esperanza cultivando posibilidades de lucha y resistencia, de alternativas aquí y ahora, con las posibilidades que se tengan, no es opción sino una obligación que no puede esperar más. O resistimos y transformamos las políticas y el sistema que nos estrangula, o no nos quedará ni la vergüenza para alcanzar a vivir dignamente como sociedad.