Encender la Navidad

Caribe Hoy

altEs principio de diciembre. En el ambiente se respira más paz y tranquilidad que en esta época el pasado año. En ese momento las heridas que el huracán María nos dejó estaban a flor de piel. Muchos tuvimos que hacer desarreglos económicos para poder sobrevivir en esos meses y los que siguieron y adquirir artículos que antes ni pensábamos, pero que ahora son de primera necesidad. Esas circunstancias nos causaban un cierto estado de luto que no nos permitía sentir el ánimo de celebrar como regularmente acostumbramos. Sin embargo, el tiempo pasa y las heridas van cerrando. Aunque no olvidamos lo sucedido y reconocemos que todavía hay muchas personas cuyas vidas diarias no se han normalizado, es necesario celebrar y agradecer todas las bendiciones que tenemos, por pequeñas que parezcan.

En particular, soy afortunada porque cuento con un tesoro inmenso que considero mi mayor bendición, mis amistades. Digo que soy afortunada porque hay muchas personas que se encuentran solas y quienes no tienen una mano amiga. Hago un paréntesis y digo una cosa es estar solo o sola y otra cosa es estar en soledad, pero de eso podemos conversar en otra ocasión. Decía que en ese ánimo de celebrar el comienzo de la navidad, tuve el deseo espontáneo de invitar a varias amigas a participar de mi encendido navideño. Todo fue sin planear, como mucho de la vida misma sucede. La invitación era para cenar y decorar mi casa con adornos de navidad. Ellas aceptaron.

Preparé una cena que en nada tenía que ver con la navidad boricua. Mas bien, abrí la nevera, miré lo que tenía e improvisé. Nos reunimos las cuatro, cenamos y brindamos por nuestra amistad. Luego de cenar, desempolvamos los adornos que tienen cuatro años de uso y a decorar. La decoración del árbol fue ecléctica. Eso de árboles perfectos o del mismo color y con nieve para nada. En la vida no hay perfección, aunque había tres virgos decorando. El que conoce de astrología sabe que ese signo y la perfección pueden ser sinónimos. Sin embargo, cuando uno llega a cierta edad es importante flexibilizarse y acomodarse a los eventos. Ya en otra columna dije que debemos ser bambú. Así que en ese devenir todas fuimos flexibles y se decoró desde el corazón, con buena voluntad, en colaboración y sobre todo celebrando la amistad.

Encender la navidad es acceder a ese espacio personal de caridad, humanidad, regocijo y celebración. Es un encendido simbólico de cada persona. En realidad, para encender la navidad no hay que tener adornos navideños ni un árbol. Lo que hace falta es sintonizar nuestro propio espíritu en modo de agradecimiento, mantener nuestras tradiciones, cantar, bailar y cantar. Cada persona es capaz de encender su propia navidad, sola o junto a amistades. Al hacer nuestro propio encendido iluminamos nuestro espíritu y honramos de forma sencilla y única la llegada del niño Jesús a nuestro propio corazón. Todos estamos conectados por la misma energía universal. Al encender la navidad en tu corazón y iluminas a otros. Gracias a mis amistades por ser parte de mi encendido navideño. Las celebro. Y mis buenos deseos en esta época navideña para mi isla borincana.