El Anfiteatro de la Habana

Caribe Imaginado

altEl anfiteatro de La Habana, situado en la Avenida del Puerto cerca del malecón y la bahía, guarda hermosos recuerdos para mí por lo que visitarlo era una obligación. Estaba cerrado pues lo visité de día y tuve la suerte de que la persona que lo custodiaba abriera el portón y me permitiera entrar.

Allí durante los años 1959 y 1960 trabajé como maestro de ceremonias de los conciertos que se presentaban en el lugar. Todos los jueves por la noche, al terminar el programa de televisión El show de Pepe Biondi abordaba mi auto frente al edificio Focsa donde se realizaba el programa y por la avenida del malecón conducía hasta el anfiteatro. Cuando el Gobierno Municipal Revolucionario de La Habana me reclutó para presentar los conciertos, les advertí que no podía estar a las 9 PM en el anfiteatro pues a esa hora terminaba el programa de CMQ Televisión en que participaba. Aprobaron que llegara con alguna tardanza y se le notificó al Maestro Gonzalo Roig que dirigía la Banda Municipal de La Habana, con sus 80 profesores, tardanza que el compositor de Quiéreme mucho aprobó.

En ese centenar de conciertos que allí presenté figuraron tres dedicados a los compositores César Portillo de la Luz (Contigo en la distancia),José Antonio Méndez (La gloria eres tú) y Gilberto Valdés (Oguere), con quienes me reuní previamente en sus hogares para planear el libreto de cada uno de esos conciertos.

altGonzalo Roig, a quien me unió una estrecha amistad que mantuvimos por correspondencia hasta su muerte en 1970, era un hombre de recia personalidad que inspiraba mucho respeto.

Una noche la primera parte del concierto estaba a cargo de la gran pianista cubana Zenaida Manfugaz. Al ésta sentarse al piano encontró que tenía polvo y pasó un dedo sobre el mismo mostrándoselo al público. Roig se levantó de su silla y se acercó a Zenaida sacando su pañuelo para limpiarle el polvo que había provocado su insólito gesto. El público que colmaba el anfiteatro estalló en aplausos aprobando la lección que Roig le había dado a la temperamental pianista.

Otra noche, cuando Olga Guillot estaba a cargo de la primera parte del concierto, al terminar su actuación el público insistía en que siguiera cantando pero Olga ya se había marchado del sitio. Fui al micrófono y sobre las palmadas del público presenté a Roig y la Banda Municipal. Roig no se movió de su asiento hasta que el público hizo un silencio sepulcral, momento en que se levantó y empuñó su batuta. Otro concierto que recuerdo con mucho agrado fue en el que presenté al dúo chileno Sonia y Miriam.

El anfiteatro de La Habana, a pocos pasos del malecón y la bahía, fue inaugurado en 1936, precisamente con el estreno de la zarzuela Cecilia Valdés, dirigida por su propio autor, el maestro Gonzalo Roig. Por allí desfilaron estrellas de la categoría de Pedro Vargas, Libertad Lamarque, Bertha Singerman y los cubanos Rita Montaner y Benny Moré.

Visitar el anfiteatro, en el que viví tantas experiencias, fue un momento muy emotivo. Tras la restauración del mismo en 1995 por la Oficina del Historiador de la Ciudad, se siguen presentando conciertos como los dedicados a los mejores musicales de Broadway, como El Mago de Oz, El Fantasma de la Ópera, Chicago, Cabaret, Mamma Mia, Moulin Rouge, Los Miserables, La Bella y La Bestia y Evita.