No le he prestado mucha atención al mundo de Marvel y al de AC Comics. Pero, si le he puesto atención al personaje de la película Deadpool 2 (Dir. David Leitch, EE.UU., 2018), quien como tantos de nosotros, intenta hacer el bien con los talentos que alguien le dio. Sus talentos son sobre naturales, y él nunca muere. Los que mueren son los mortales humanos.
En esta ocasión, Deadpool, mejor conocido por Wade Wilson (Ryan Reynolds), quien le cuenta la historia de su vida, por vía de un guion a un director potencial de la película (nombre no identificable) quien secuestrado por Deadpool durante tres días y amarrado de piernas, tiene que escuchar la historia. La historia es entonces la película en la cual Deadpool/Wilson (Reynolds), intenta reestablecer el balance entre la muerte de su amada, Vanessa (Morena Baccarin) a manos de los “malos”.
En un mundo de lo real y lo alterno-mágico, Vanessa (Baccarin) le pide que no sacrifique su vida por estar con ella en el más allá. Que viva la misión con la cual logra realizar la vida que tanto ella y él añoraron: ser padres. Entonces, ahí viene Hollywood y se convierte en la principal casa productora de realismo mágico. Deadpool desarrolla un proyecto de salvar a un niño con sobre poderes, a quien la vida lo maltrata.
La historia de la película se desarrolla aquí en salvar al niño Firefist (Julian Dennison). A partir de ahí, la película que es ciencia ficción, drama y comedia, se pone buena. Los malos son malos por momento, y luego se hacen buenos. En fin, Hollywood con muñequitos animados.
En fin vayan a verla. Es cómica.