Hamilton nos tira un balde de agua fría

Caribe Hoy

altLa semana pasada nos enteramos de que la producción del musical Hamilton decidió cambiar la presentación del Teatro de la Universidad de Puerto Rico al Centro de Bellas Artes (CBA) de Santurce. Esa decisión de la producción hubiese sido inconsecuente si se hubiese tomado en los inicios de la organización y planificación del musical en Puerto Rico. Pero habiendo sido tomada ya casi en la hora cero, póngalo como lo quiera poner es un golpe y un desaire para los y las puertorriqueñas, particularmente para los que apoyamos a la Universidad de Puerto Rico (UPR).

Quiero dejar claro que no estamos hablando ni cuestionando los talentos ni la capacidad de Lin Manuel Miranda o de su elenco. Estamos cuestionando a sus asesores, a su equipo de producción y a todo aquel o aquella que de una forma directa o indirecta, como se dice coloquialmente “le serrucharon el palo a la Universidad de Puerto Rico”, pirateándole o saboteándole esta oportunidad única.

Hemos seguido de cerca las excusas que Luis Miranda, padre de Lin Manuel, ha estado dando en los distintos medios. Sin embargo, nos parecen patéticas y meras excusas para justificar una “metida de patas”. Nos remontamos a enero pasado, cuando las heridas provocadas por el huracán María estaban abiertas y sangrando. En ese momento, cuando Lin Manuel anuncia que va a traer el musical Hamilton y lo va a presentar en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, para aportar en la reconstrucción de la universidad y del país, su gesto fue recibido como un bálsamo sanador.

Digo un gesto sanador porque desde mi perspectiva las artes, el teatro, la música y los deportes, son y serán el hilo conductor neutral que nos une y trasciende posiciones políticas y generacionales. En enero, cuando la producción de Hamilton tomó la decisión de presentar el musical en la UPR, conocían que la universidad venía de una huelga. También conocían que la UPR se encontraba (como aún se encuentra) en una lucha férrea por sobrevivir y mantenerse como el primer centro docente del país. Una lucha que busca mantener esta institución abierta y accesible para todos los y las puertorriqueñas, particularmente para que estudiantes desventajados puedan acceder herramientas para salir de la pobreza. Por tanto la decisión de la producción de Hamilton, en ese momento fue vista como un respaldo a lo que la UPR representa: una institución y un ente de formación de hombres y mujeres talentosos y de primera categoría.

Entonces, decir ahora, a último momento, que se cambia el lugar de la presentación del musical porque hay mucha “inseguridad” para los actores y para el público, nos parece una falta de respeto. Como diría el norteamericano, por favor “don’t be patronizing”. No le echemos ahora la culpa a la Hermandad de Empleados Exentos No Docentes (HEEND), aunque hayan amenazado con protestar el musical. Hay razones detrás de esta decisión que nada tienen que ver con las seguridad de los puertorriqueños y puertorriqueñas que apoyamos nuestro país, nuestra universidad, el arte y la cultura. Esta acción tiene tentáculos de poder que poco le interesa mantener o apoyar a la Universidad de Puerto Rico, sino al contrario. Y Señor Luis Miranda, decir que por lo menos la UPR se queda con un teatro arreglado, es decir, “son casi ganadores”, confórmense y callénse. Pues sabe qué, la producción del musical Hamilton, erró y le ha tirado al país un balde de agua fría. Por lo visto, el musical viene como una limosna y no como un bálsamo.