Nueva Zelanda y los crímenes de la mezquita: el planeta y la tolerancia

Caribe Hoy

altEl mundo es redondo, gira en su eje y da vueltas sin parar. Sin embargo, hay quien aún cree que la tierra es plana. “No hay que reinventar la rueda”, es una frase que se usa con frecuencia. Por eso pienso que siendo el mundo redondo, al igual que la rueda por ciclos repite ciertos patrones.

En esta época estamos volviendo a experimentar la llegada de la derecha, de partidos conservadores y de mentes fundamentalistas a gobernar muchos países del mundo que en otros momentos han sido más liberales. El problema no es que gobiernen partidos de derecha, centro o izquierda. El problema es cuando cualquiera de esos gobiernos fomenta la intolerancia contra aquellos que no piensan igual. No se puede pretender que todos tengamos un mismo pensamiento colectivo. Hacerlo sería condenarnos a un mundo totalmente monótono, aburrido y soso. De hecho la diversidad de personas, pensamientos y culturas es los que nos enriquece.

Actos como el ocurrido hace unos días en Nueva Zelanda por el extremista de ultra derecha de 28 años, Brenton Tarrant, quien no solo mató a 49 personas e hirió a otras 42 que rezaban en una mezquita, sino que usó las redes sociales para crear una película de horror virtual en vivo, debe ser motivo de repudio e irrepetible. No se puede justificar la intolerancia a lo que no es igual a nuestro entorno venga de donde venga.

La tolerancia se define como la actitud de aquella persona que respeta las opiniones, ideas o actitudes de las demás personas aunque no coincidan con las propias. La tolerancia se basa en el respeto hacia lo otro, hacia lo que es diferente de lo propio. Ser tolerante puede manifestarse de diversas formas, entre ellas puede ser un acto de perdón de algo que no se quiere, o puede ser castigar con benevolencia, o no juzgar con severidad lo que es diferente.

Puerto Rico no está exento de este nuevo ciclo de gentes intolerantes y políticos fundamentalistas, que buscan imponer a través de su poder, criterios que limitan los derechos de los ciudadanos. Esto acaba de suceder hace menos de 10 días con la aprobación de las enmiendas a las leyes de aborto que limitan los derechos de la mujer y la devuelven épocas del oscurantismo. Esa legislación se basa mayormente en principios de corte moral y religiosos. El problema es que no se debe imponer la moral religiosa de unos políticos para controlar que una mujer, por las circunstancias que sean, decida terminar su embarazo. No se debe pasar juicio sobre ese asunto y esta legislación lo hace.

Intolerancia es no escuchar a nuestros adversarios, es no saber debatir sin discutir ni pelear, es querer imponer un solo punto de vista, es pensar que una religión es mejor que otra. Intolerancia es pensar que uno y lo de uno es lo que debe ser. Es no saber aceptar la diversidad. El mundo es redondo y los ciclos se repiten. Los ciclos de derecha, de extremismos y fundamentalismo exacerban la intolerancia y fomentan la violencia.

Debemos ser conscientes de que imponer nuestros criterios morales y sociales pueden desatar nuestra propia destrucción. Por eso es siempre mejor apostar a la tolerancia, que es un vehículo para poder vivir y hacer del mundo uno mejor.