Todos tenemos un lugar particular donde nos vamos a meditar o estar cuando tenemos que escapar de la realidad que nos rodea, un lugar de película. Era en ese carro, estacionado en el garaje y dañado por la falta de uso, donde la madre se escondía para huir de ese pasado gris. Ese fue el secreto que le reveló su hermano discapacitado, pero más capacitado para funcionar en la realidad diaria de ella misma.
Y mientras se deshacía mi ilusión de amor como agua entre los dedos. La madre encontró a la hija, con quien no hablaba, dentro del carro. Ambas bajaron defensas. Por primera, vez en tanto tiempo, se abrazaron. Se expresaron amor. Entendieron que eran víctimas de las circunstancias. No había culpas.
Y ante aquella escena de ternura miré hacia el lado buscando tu mirada y ese sentimiento que necesitaba llenar. Pero era otro. En ese momento supe que extrañaba tus lágrimas y tu llanto silente frente a la pantalla. Mis ojos se humedecieron y las lágrimas rodaron por ti.