Fui a ver Shaft (Dir. Tim Story, EE.UU., 2019), literalmente hablando por escuchar a Shaft II (Samuel L. Jackson) hablar en el lenguaje de comunicación afroamericano del Harlem más profundo. Es un lingo (lenguaje callejero) que solo en pantalla alguien de la estatura actoral de Jackson lo puede hacer. Película tras película, Jackson cuando le dan papeles similares, de personificar a un hombre afroamericano de Harlem, Nueva York, lo hace de una forma incuestionable. Me encanta escucharle hablar. Parecería que es real.
Y digo parecería pues entre lo real y la ficción del cine, hay un paso. Cada cual determine. Pero en su personificación de un hombre negro, afro americano en el mundo posguerra civil, Jackson es un activo importante para cualquier película que requiera de un actor en dicho papel. Algo así como Ismael Rivera, la canción y los soneos. Una cosa es la canción, por decir algo, compuesta por Tite Curet, pero otra cosa era los soneos, donde Ismael improvisaba. Así es la actuación de Jackson. Una cosa es el guion, y otra es como él de forma única desarrolla el guion.
Dicho lo anterior, Story, un talentoso director afroamericano y creativo del cine americano, nos presenta esta nueva versión de Shaft, en la cual pese a los otros personajes que participan, la película no sería la misma, si Jackson no fuera el eje central. Él es la película. El resto son personajes que le dan cierta coherencia a una historia, donde Shaft II, les resuelve los problemas a Shaft I (Richard Roundtree) y a Shaft Jr (Jesse Usher).
La historia, simplificada a los buenos y los malos, donde Shaft Jr. (Usher) es un agente del FBI a quien le asesinan a su mejor amigo. Luego de esto, se desarrolla una trama, y Jr, busca ayuda de su padre, Shaft II (Jackson). Pero, si no fuera por el uso de la palabra de Jackson, el cual le da movimiento y dinamismo a la película, no habría mucha película.
En fin, una película del montón, en la oferta de verano 2019. Usted la ve si no tiene nada más que hacer. A su discreción.