Quizás Yuli no sea una gran película pero la directora Iciar Bollain ha logrado que nos identifiquemos tanto con el bailarín cubano Carlos Acosta -eje de la historia- que en muchos momentos la trama me conmovió y no pude evitar las lágrimas. Que un niño mestizo de una barriada pobre de La Habana llegue a ser una leyenda en el mundo del ballet es una proeza.
Desde niño Carlos Acosta recibió el apodo de Yuli de su padre debido a que lo considera el hijo de Ogún, un dios africano que fue un luchador.
El personaje de Yuli es interpretado en la película por tres actores: Yuli niño lo interpreta Edlison Manuel Olbera Núñez, Yuli joven por el bailarín del Ballet Nacional de Cuba Keyvin Martínez y el Yuli actual es el propio Carlos Acosta. Los actores escogidos para interpretar al bailarín de niño y de joven, convencen en sus personajes, y por supuesto, la selección de Keyvin Martínez nos permite disfrutar del arte de este excelente bailarín cubano de ballet.
Durante el film los momentos dramáticos se entrelazan con los de ballet, que apuntalan la historia que la española Bollain y su guionista y esposo inglés Paul Laberty relatan. El guion de Yuli, basado en la autobiografía de Carlos Acosta “No Way Home” obtuvo el premio de Mejor Guion en el Festival de cine de San Sebastián.
El film comienza en La Habana con Yuli recorriendo las calles de la ciudad, vistas desde un vehículo, mientras escuchamos las notas musicales de un ballet. Y ahí comienzan los flashbacks de la vida de Yuli, primer bailarín negro en hacer personajes que en el mundo del ballet sólo habían sido interpretados por bailarines blancos.
El amor de Yuli por su país y su familia es parte vital de la historia que culmina en el Teatro Alicia Alonso, próximo al Capitolio de Cuba, donde Carlos Acosta está ensayando un nuevo montaje de danza que refleja diversos momentos de su vida.
Yuli se está presentando en el Fine Arts Cinema de Miramar.