Buen viaje Itzanami

Crítica literaria
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altSandra A. García-Betancourt es una escritora puertorriqueña que vive en Nueva York y es la antigua Directora Ejecutiva y CEO fundadora de Northern Manhattan Arts Alliance (NoMAA).

Más recientemente, García-Betancourt ocupó el cargo de Directora Interina del Museo de Arte y Narración de Cuentos para Niños Sugar Hill, Harlem, Nueva York, y actualmente se desempeña como Gerente General Interina de Voces de la Historia de los Pueblos de los Estados Unidos, una organizacion de arte, educación y justicia social dedicada a la creación de programas artísticos y educativos que dan vida a la historia extraordinaria de las personas comunes y corrientes que crearon el movimiento por la justicia social en los Estados Unidos.

Sandra es licenciada por el Union Institute University, Vermont College, y tiene una Maestría en Escritura Creativa en español de la Universidad de Nueva York. Ha publicado poesía, narrativa y ha sido antologada en varias antologías (Breaking Ground, Revista Asturiana, Amanecida).

Buen viaje Itzanami (2018) es su primera novela. Una novela corta de 88 páginas publicada en Amazon sobre los recuerdos, la nostalgia, la memoria, lo espiritual, dos mujeres y un hombre: Tomasita, Carmencita, Don Nacho, el señor del sombrero panamá. En el espacio diaspórico del Brooklyn de los años 90, una mujer inmigrante octogenaria de Yucatán, y una enfermera cuarentona Latinx-caribeña de ascendencia puertorriqueña que la cuida establecen una amistad íntima basada en la necesidad de contar sus vidas, de recordar y atar cabos del pasado, tanto en lo real como en lo imaginario. Se da un contrapunto entre las vivencias de Tomasita y el yo de Carmencita que narra los hechos de la vida de la primera en relación con lo que experimenta la segunda. Es una relación especular en la que estas dos mujeres se unen a través de la memoria. Una le cuenta a la otra sus experiencias y la que escucha reflexiona sobre sus mismas circunstancias salvando las distancias espacio-temporales del Caribe mexicano (Yucatán), la ciudad de Nueva York (Brooklyn) y la isla de Puerto Rico. La vejez de una (Tomasita) encuentra ecos en la juventud de la otra (Carmencita), y juntas construyen un periplo narrativo que les sirve para compartir sus vivencias, ansiedades y miedos a través de la Historia oficial y la intrahistoria (la vida tradicional que sirve de decorado a la historia más visible) de cada una: sus relaciones amorosas y sus respectivos lugares en el mundo como dos mujeres latinoamericanas viviendo en los Estados Unidos. La experiencia de la diáspora o el exilio marca todo el discurso narrativo. Desde dónde narra Carmencita la historia de Tomasita es tan importante como lo que narra.

Tomasita ha sobrevivido el abuso, el trabajo doméstico, el desamor y ahora espera morir en paz. Carmencita se convierte en un acicate para ella al contarle a Tomasita su vida accidentada, y a la vez Carmencita se hace la depositaria de ese legado que Tomasita trae desde su natal Yucatán. El señor del sombrero panamá que aparece al inicio de la novela, Nacho, es una vuelta al pasado de Tomasita cuando él le dice en el reencuentro: “Han pasado tantas cosas…. He viajado, peleado en guerras, me enamoré un montón de veces, enterré a dos esposas y a casi todos mis hijos y aquí estoy, frente a ti como aquella vez en Veracruz cuando ibas de camino a México por primera vez”. Así después del encuentro fortuito en un parque de Brooklyn con él, Tomasita procede eventualmente a contarle su vida a Carmencita, quien se lo pide directamente: “-¡Cuénteme!”, aunque primero se da una tregua porque está cansada: “-Un día de estos, Carmen. Ahora vámonos porque estoy agotadísima” marcando una pausa.

Una de las virtudes de este libro es cómo se puede utilizar para adquisición lingüística en las clases de español para extranjeros, tanto en cursos de lengua, literatura como de civilización y cultura latinoamericanas, para mostrar de cerca la experiencia Latinx en los Estados Unidos. El telón de fondo histórico de la Revolución Mexicana, la cultura maya yucateca, sus dioses y mitos, la polarización de las clases sociales latinoamericanas en las familias adineradas vista desde la perspectiva de una empleada doméstica con visos de lo real maravilloso y lo espiritual hacen de esta novela corta un texto ameno y abordable para estudiantes que leen literatura en español por primera vez. A la vez, aprenden de historia, lengua, cultura y acerca de la posición de la mujer en los países de nuestra América.

Los quince capítulos cortos son una progresión de las historias de Tomasita y Carmencita contadas a través de la nostalgia, la muerte, la despedida y el desplazamiento de dos mujeres que se encuentran equidistantes una de la otra en edad, posición social y educación. Sin embargo, Carmencita se convierte en la narradora perfecta que cuenta los bemoles de las vivencias de Tomasita dándole voz a quien no la ha tenido y desde esta condición subalterna la presenta tal y como ella misma cuenta lo que le pasó. En un lenguaje poético, sencillo, ameno y literario, Sandra A. García-Betancourt nos presenta una pequeña joya narrativa en la que reflexiona sobre las relaciones afectivas de dos mujeres que se encuentran para que una cuente la vida de la otra y en ese proceso se conozcan a sí mismas. Los epígrafes de la novela y de varios capítulos, de los poetas Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado, y de los cantantes Silvio Rodríguez y Mercedes Sosa le toman el pulso a la educación sentimental que narra Tomasita para que Carmencita aprenda de aquello que es fundamental en las relaciones humanas hasta llegar a un momento final de paz absoluta. Un poema de Sandra A. García-Betancourt sobre la mariposa resume muy bien su intención al escribir Buen viaje Itzanami y contarnos la historia de mujeres olvidadas como Tomasita: “But at moments,/ she disappeared/ among the new born trees,/ flickering her wings/ in content/ and like a trickster/ coquettishly played/ over somebody’s else’s head/ and made me fear my own death”.