Los Juegos Olímpicos y homosexualidad, ¿el tabú comienza a caer?

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Los Juegos Olímpicos de Londres permite una nueva gran oportunidad para que los gays se haga cada vez más visible, aunque el tabú está lejos de caer y los progresos son lentos o directamente inexistentes, sobre todo en países que la persiguen duramente.

En otros hay avances tímidos e incluso estos Juegos comenzaron con la inclusión de una imagen fugaz de un beso de dos mujeres durante el espectáculo dirigido por Danny Boyle en la ceremonia inaugural, pero en el día a día del deporte las referencias también son, a menudo, meramente testimoniales.

Si en los Juegos de Atenas-2004 se contaron once atletas abiertamente homosexuales y en Pekín-2008 una decena, esta vez la cifra se eleva a veintiuno, según el recuento que ha realizado la página estadounidense web OutSports, especializada en información deportiva sobre gays y lesbianas.

Se trata de un incremento porcentual importante, pero de una gota en el océano cuando se tienen en cuenta que son 10.490 los atletas que han tenido, tienen y tendrán el honor de participar en estos Juegos Olímpicos.

En lo alto de su ránking está el clavadista australiano Matthew Mitcham, que intentará revalidar su oro en la plataforma de 10 metros, donde se coronó en Pekín-2008, pasando a ser una celebridad en su país.

En China celebró la medalla con su madre y con su novio, al que besó en los labios, una imagen que dio la vuelta al mundo y que algunas televisiones censuraron.

Desde entonces, Mitcham se ha convertido en un icono en su país, posando en publicaciones para el público homosexual y participando como estrella invitada en desfiles del Orgullo Gay, como el multitudinario que tiene lugar anualmente en Sídney.

"He tenido varias lesiones que han impedido que esté al máximo, así que voy (a los Juegos de Londres) sin presión. Nadie espera que gane y me siento cómodo cuando estoy en esa situación", explicó Mitcham al Sydney Morning Herald.

Otro olímpico abiertamente homosexual es el jinete holandés Edward Gal, pero la gran mayoría de la lista son mujeres que han admitido públicamente o viven de una manera abierta su orientación sexual.

En el fútbol femenino destacan nombres como los de las suecas Lisa Dahlkvist y Jessica Landström, mientras que la estadounidense Megan Rapinoe salió públicamente del armario hace unos meses

"Creo que el deporte es todavía homófobo, en el sentido de que no mucha gente está fuera del armario (...) La gente quiere, necesita, ver que hay personas como yo jugando al fútbol", sostuvo Rapinoe en una entrevista.

La estrella holandesa del hockey sobre césped, Maartjen Paume, también figura en la lista de Outsports, que señala a dos competidoras francesas de triatlón, Jessica Harrison y Carole Peon, como pareja.

Entre las entrenadoras de fútbol, la sueca Pia Sundhage, que dirige a Estados Unidos, y la británica Hope Powell, que hace lo propio con su país, también son abiertamente lesbianas.

A la lista habría que añadir dos atletas paralímpicos, el jinete británico Lee Pearson, y una de las integrantes del equipo británico de voleibol, Claire Harvey.

No siempre ha sido sencillo ser homosexual en el mundo del deporte de élite y los casos no han sido muy numerosos.

Uno de los casos más destacados es el del clavadista Greg Louganis, que ganó cuatro oros olímpicos (trampolín 3 metros y plataforma 10 metros, tanto en Los Ángeles-1984 como en Seúl-1988), además de una plata en Montreal-1976.

Durante años mantuvo en secreto su orientación sexual, hasta que después de su retirada habló de su homosexualidad y reveló que era además seropositivo.

Los Juegos Olímpicos, que preconizan la diversidad en sus esencias fundacionales, no ponen trabas a los atletas que se declaran homosexuales e incluso el exbasquetbolista de la NBA John Amaechi, abiertamente gay, fue relevista de la antorcha y se instalará una 'Pride House' del 3 al 7 de agosto como punto de reunión para los visitantes homosexuales y gay-friendly.

Pero los activistas británicos han elevado su voz contra el Comité Olímpico Internacional (COI) por la presencia en los Juegos de países que persiguen a los homosexuales y que incluso contemplan la pena de muerte, como Irán, Arabia Saudí, Yemen, Mauritania, Sudán o regiones de gobierno islámico extremista de Somalia y Nigeria.