Marcelo o la mirada positiva al hombre/padre boricua

Cine caribe

altLa fui a ver, pues soy fanático de Eduardo “Transford” Ortiz. Un director de cine, guionista y productor, completamente criollo, de Bayamón, que ha tenido la capacidad de desarrollar la industria de cine comercial como nadie otro en Puerto Rico. El cine, como industria, es para ofrecer productos fílmicos de calidad, ofrecer trabajo, y tener una línea de producción continua durante todo el año.

Eso es Transford Ortiz hoy. Por encima de los viejos, medianos y nuevos y emergentes directores de cine en Puerto Rico, en el Siglo XXI hay que hablar de él como referente de la industria.

Hoy nos presenta Marcelo (Dir. Eduardo Ortiz, Puerto Rico 2019). Es la historia de un padre, Papote (Jorge Pabón), quien desea que en la vida post-matrimonio, su hijo se pueda quedar cerca de él, en la isla, para fomentar las relaciones paterno filiales. La madre y su nuevo esposo desean llevarse al hijo, Marcelo (Samuel Jové) a Florida. Esto crea la crisis en la película que al final se resuelve, como se resuelve.

Lo envían a un hospital psiquiátrico (y los referentes son múltiples) pero se inventa una obra de teatro, para mantener el amor de su hijo intacto. La película se desarrolla a partir del hospital psiquiátrico, el teatro y la relación de familia en tensión.

Contrario a otras películas de Ortiz, Marcelo, como El Hijo Perdido (Dir. Eduardo Ortiz, Puerto Rico, 2019), plantea temas serios, en la vida cotidiana de los boricuas. En Marcelo el director Ortiz en su tercera película en el 2019 (la otra es Dominirriqueños II, Dir. Eduardo Ortiz, Puerto Rico, 2019), nos plantea lo difícil que son las custodias, sobre todo cuando una parte decide irse del país. Las relaciones humanas, las económicas y sobre todo las sociales, por experiencia nacional, uno tiende a pensar que son contrarias a la voluntad del padre.

Lo interesante de la película, en su lectura inter-textual, es que la misma rompe al inicio con el estereotipo que tenemos todos de Jorge Pabón, conocido por el Molusco y del propio Eduardo Ortiz, del cine que los convirtió en famosos hace poco menos de una década. En Joyitas (Dir. Eduardo Ortiz, Puerto Rico, 2011) y Joyitas II (Dir. Eduardo Ortiz, Puerto Rico, 2013), el homenaje a lo escatológico está presente. No obstante, la primera escena de Marcelo es un cierre a ese pasado, de forma sublime, tanto por el director como por el actor principal. Ambos nos piden, como audiencia, que le prestemos atención a su interés e intención de hacer cine serio de calidad comercial en el país. De mi parte, creo que lo lograron.

Luego la película logra ubicar actores de primera con actores emergentes, que crea, por primera vez un balance de actuación digno en el cine de Ortiz. Un experiencia satisfactoria, como lo fue en otro filme boricua del 2019, Otra boda en Castañer (Dir. Raúl García, Puerto Rico, 2019). Tanto en Marcelo como en Otra boda en Castañer la selección actoral es muy propia, adecuada y con una ejecución casi perfecta.

Jorge Pabón al presente, tiene su mejor actuación. Creíble, emotiva, e inteligente. Para alguien que ha trabajado muy duro por ser reconocido por la industria, así por los hacedores de los cánones y la actuación, toda persona debe de ir a ver a Molusco, por tan solo ver de qué él está hecho. Ahora bien, hay otras dos actuaciones en el filme que sobresalen por encima de todos los otros actores. Por un lado Gloria (Daniela Droz), quien como todos, inició su trabajo artístico en otra cosa, como cantante de merengue, y hoy en Marcelo se cotizó como una actriz que hay que tomar muy en serio. Buena actuación, creíble, y con mucha personalidad.

De otro lado, está película, en los lenguajes subliminales, le ofrece una oportunidad actoral a Osvaldo Ríos en el personaje esencial pero no central de Fabio Piqué. Su actuación, simplemente, fue elocuente. Jugó con el personaje del Rey Arturo en la obra de Camelot, y le quedó súper bien. Una invitación para que le ofrezcan más trabajo en Puerto Rico, y contribuya con lo que saber hacer bien, actuar.

Ahora bien, la película tiene un momento de gloria cuando todo el elenco de la obra de teatro Camelot, en el camerino tiene miedo y se juntan a cantar la canción Salimos un día de Fiel a la Vega. Simplemente, magistral. Esto fue algo que jamás al laureado director de cine Cubano, Tomás Gutiérrez Alea, o al primerísimo director de cine boricua, Jacobo Morales, o a director social de los EE.UU., Oliver Stone, se les hubiese ocurrido. Es un momento de fundación de país. Fue mágico.

En fin, que recomiendo sin reservas esta película. Una de las mejores de Transford Ortiz (aún me quedo con Vico C, 2017), pero necesaria para este momento de país, donde las crisis se resuelven, en muchos casos, con acusaciones falsas y sin garantizarle a nadie una segunda oportunidad. A Papote/Pabón, finalmente le dieron una segunda oportunidad en la vida. Todos y todas a apoyar el cine boricua de calidad. Marcelo hoy es nuestra mejor apuesta.

Gracias Transford, sigue ahí, desarrollando la primera industria de cine comercial nacional. El país necesita una nueva película comercial semanal (como lo ha logrado hacer al día de hoy la industria de la República Dominicana, y sin lugar a dudas Hollywood que produce varias a la semana). Gracias por obsequiarnos con tres películas en el 2019.