Recordando a Miguel Hernández

Voces Emergentes

altAyer, 28 de marzo, se cumplieron 78 años de la muerte en la cárcel de Alicante víctima de tuberculosis del gran poeta español Miguel Hernández. Su muerte se produjo seis años después de la de otro gran poeta-soldado, Pablo de la Torriente Brau, nacido en San Juan y criado en Cuba.

Se conocieron en noviembre de 1936 y pese al poco tiempo que compartieron hicieron una estrecha amistad como evidencia la Elegía segunda con que Miguel despidió el duelo de Pablo y que fue musicalizada por Silvio Rodríguez.

Sobre el encuentro Pablo escribió “El día 23 creo que lo pasé todo en Alcalá. Descubrí un poeta en el batallón, Miguel Hernández, considerado como uno de los mejores poetas españoles que estaba en el cuerpo de zapadores. Lo nombré jefe del Departamento de Cultura y estuvimos trabajando en los planes para publicar el periódico de la brigada y la creación de uno o dos periódicos murales , así como la organización de la biblioteca y el reparto de la prensa. Además planeamos algunos actos de distracción y cultura. Y con él me fui después a ver algunas cosas famosas de Alcalá”.

Tras el abandono de Madrid por el gobierno republicano, Pablo se fue a las aldeas para reclutar hombres junto a Miguel Hernández.

En una entrevista que Nicolás Guillén le hizo a Miguel, este recordó así a Pablo: “Conocí a Pablo una noche en Madrid en la Alianza. Esa noche, recién amigos, bromeamos como antiguos camaradas. El sentido humorístico de Pablo era realmente irresistible, él sabía encontrar como pocos el costado más grotesco de las cosas más solemnes. Yo le quise mucho. Después de aquella noche que les digo, nos separamos varios meses. Nos volvimos a encontrar en Alcalá de Henares. Pablo era entonces Comisario Político del Batallón del Campesino. Me ofreció hacerme también Comisario, con lo que ya estábamos juntos otra vez Pablo y yo, y juntos pasamos al frente de Majadahonda. De allí le vi partir un día con las fuerzas del comandante Candón, otro cubano, y ya no lo encontré más. O mejor dicho sí volví a verle, pero él estaba muerto. Pablo era uno de los muertos más serenos que he visto. Parecía que no le hubiera pasado nada.” Cuando le dieron sepultura. Miguel Hernández despidió el duelo con su poema Elegía segunda dedicado a Pablo.

Esta es su Elegía segunda musicalizada por Silvio Rodríguez:

“A Pablo de la Torriente, comisario político

«Me quedaré en España, compañero»

me dijiste con gesto enamorado

y al fin sin tu edificio tronante de guerrero

en la hierba de España te has quedado.

Nadie llora a tu lado:

Desde el soldado al duro comandante,

Todos te ven, te cercan y te atienden

Con ojos de granito amenazante,

Con cejas incendiadas que todo el cielo encienden.

Valentín el volcán que si llora algún día

Será con unas lágrimas de hierro,

Se viste emocionado de alegría

Para robustecer el río de tu entierro.

Como el yunque que pierde su martillo,

Manuel Moral se calla

Colérico y sencillo.

Y hay muchos capitanes y muchos comisarios

Quitándote pedazos de metralla,

Poniéndote trofeos funerarios.

Ya no hablarás de vivos y de muertos,

Ya disfrutas la muerte del héroe, ya la vida

No te verá en las calles ni en los puertos

Pasar como una ráfaga garrida.

Pablo de la Torriente,

Has quedado en España

Y en mi alma caído:

Nunca se pondrá el sol sobre tu frente,

Heredará tu altura la montaña

Y tu valor el toro del bramido.

De una forma vestida de preclara

Has perdido las plumas y los besos,

Con el sol español puesto en la cara

Y el de Cuba en los huesos.

Pasad ante el cubano generoso,

Hombres de su brigada,

Con el fusil furioso

Las botas iracundas y la mano crispada.

Miradlo sosteniendo a los terrones

Y exigiendo venganza bajo sus dientes mudos

A nuestros más floridos batallones

Y a sus varones como rayos rudos.

Ante Pablo los días se abstienen ya y no andan.

No temáis que se extinga su sangre sin objeto,

Porque éste es de los muertos que crecen y se agrandan

Aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto.”