El mejor cine de Cuba [y posiblemente del mundo]

Cultura

alt(San Juan, 12:00 p.m.) Ya se comenta en las redes sociales e incluso en los sitios institucionales. La reciente encuesta para determinar el mejor cine cubano de siempre expresa el más porfiado pacto con los clásicos, y los valores seguros, por parte de los especialistas consultados.

Habría que ver cuál es la edad promedio y la formación profesional de los cien participantes elegidos entre cineastas, críticos e historiadores, que decidieron responder al llamado de la Cinemateca de Cuba para seleccionar lo mejor de la producción cinematográfica nacional, con motivo de la conmemoración de los 60 años de la fundación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).

Al igual que las quince o veinte encuestas realizadas con similar propósito, ésta coloca a Memorias del subdesarrollo y Lucía como los mejores filmes cubanos de ficción de todos los tiempos. Pero entre los primeros diez escaños (antes monopolizados eternamente por producciones de los años sesenta y setenta) sobresale el ascenso de La bella del Alhambra, Madagascar y de la muy reciente Conducta.

A la segunda decena de las elegidas, entre el puesto 11 y el 20, llegaron varios títulos de los años ochenta y noventa (Clandestinos, Papeles secundarios, Plaff o Demasiado miedo a la vida, La vida es silbar) e incluso dos filmes producidos en el siglo XXI: José Martí, el ojo del canario y Video de familia, merecidísima inclusión que dignifica la lista, a pesar de que algunos todavía la tienen a menos porque se trata de un mediometraje, tesis de graduación de Humberto Padrón.

Los especialistas consultados (entre los cuales fui incluido, de modo que estas líneas pueden leerse también a modo de autocrítica en la medida que me toque) incluyeron, en sintonía con celebridades norteamericanas que dictan gustos y prestigios, la producción soviética de tema criollo Soy Cuba, cuyo título ya comunica el registro estético de afectación ampulosa que le valió el rechazo en el momento de su estreno.

A pesar de que Suite Habana encabeza la selección de los mejores documentales de todos los tiempos, la mayor parte de la jerarquización considera en puestos preferenciales obras de los años sesenta y setenta, como si las grandes novedades de la escuela documental cubana se ciñeran a esas décadas.

Agrada, por merecido, el ascenso en la consideración de Nicolás Guillén Landrián y Sara Gómez, pero incomoda el olvido del más posmoderno e irónico de nuestros documentalistas, Enrique Colina.

También brillan por su ausencia innumerables obras recientes muy notables: de todos los títulos incluidos, el más contemporáneo es El Fanguito, que cuenta con treinta años bien cumplidos. Debo salvar la honrilla particular y aclarar que yo voté por dos documentales más recientes y muy distintos entre sí: La Época, El Encanto y Fin de Siglo (2000) de Juan Carlos Cremata, y Yo soy del son a la salsa (1996), de Rigoberto López.

Juan Padrón, como era de esperarse, se adueña de la lista correspondiente a las mejores obras de animación: ocupa los cuatro primeros lugares (¡Vampiros en La Habana!, serie Elpidio Valdés, serie de Filminutos y Elpidio Valdés contra dólar y cañón), además de puestos prominentes, entre los diez primeros, para Quinoscopios, ¡Viva papi! y Más vampiros en La Habana.

Sin embargo, en la selección de las animaciones predominó, al parecer, un espíritu más inclusivo en cuanto a los aportes contemporáneos, pues la selección está dominada por obras realizadas en los años ochenta, y en puestos prominentes figuran obras estrenadas hace poco tiempo (Meñique, El negrito cimarrón) amén de flamantes productos realizados por cineastas más jóvenes: 20 años (2009), de Bárbaro Joel Ortiz; o La luna en el jardín (2012) y Los dos príncipes (2017), ambos codirigidos por Adanoe Lima y Yemelí Cruz.

Vaticinios optimistas, y otros no tanto, se infieren de los resultados de esta encuesta consagrados a elegir lo más relevante por especialidades: guion, fotografía, dirección de arte, edición y música. Cada una de estos acápites merece algún comentario.

Profesionales en el doble oficio de cineastas y guionistas quedaron como los mejores narradores del cine cubano. La preferencia se inclinó por Tomás Gutiérrez Alea y Fernando Pérez. Del primero fueron seleccionados cuatro títulos: Memorias del subdesarrollo, Muerte de un burócrata, La última cena y Los sobrevivientes, mientras que Fernando Pérez fue recordado por tres guiones: Madagascar, Suite Habana y La vida es silbar.

Hubo reconocimiento tácito para los guionistas profesionales como Senel Paz (Fresa y chocolate, Adorables mentiras), Manuel Rodríguez (Madagascar) y Eduardo del Llano (La vida es silbar, La película de Ana), e incluso para los escritores que se desempeñaron exitosamente como guionistas: Osvaldo Sánchez (Papeles secundarios), Daniel Chavarría (Plaff o Demasiado miedo a la vida), Jesús Díaz (Clandestinos) y Miguel Barnet (La bella del Alhambra).

Según la mayoría de los especialistas, Lucía vence a Memorias… en cuanto a la fotografía, para mayor gloria de Jorge Herrera, quien figura en la lista no solo en la cima, sino también en lugares prominentes gracias a Los días del agua y La primera carga al machete. De inmediato aparecen dos maestros cuyos mayores logros son posteriores: Raúl Pérez Ureta (Papeles secundarios, Suite Habana, José Martí, el ojo del canario, La vida es silbar) y Livio Delgado (Cecilia, Un hombre de éxito, El siglo de las luces, Roble de olor).

De los fotógrafos más jóvenes, solo fue considerado digno de entrar en esta selección Luis Najmías Jr., por las imágenes de La edad de la peseta (2004), cuya dirección de arte, a cargo de Vivian del Valle, también ganó un lugar destacado entre los filmes con mejor escenografía y ambientación.

En la lista de mejor dirección de arte están a la cabeza los aportes de Derubín Jácome (La bella del Alhambra y Un hombre de éxito), pero también sobresalen los nombres de Pedro García Espinosa (Cecilia, Lucía, Los días del agua, Una pelea cubana contra los demonios, Amada) y Erick Grass (José Martí, el ojo del canario, Madrigal, Pon tu pensamiento en mí) en una disciplina cuyos valores muchas veces resultan ignorados por los críticos.

Memorias…, Lucía, La primera carga al machete y Papeles secundarios ostentan la supremacía en la lista de las películas cubanas con mejor edición. Las cuatro fueron armadas por Nelson Rodríguez, además de La última cena, que también figura en la selección. Las películas más contemporáneas en este tópico son las de Fernando Pérez, editadas por Julia Yip: Madagascar, La vida es silbar y Suite Habana.

Sorprende la elección de La bella del Alhambra (Mario Romeu) como la mejor del cine cubano, por la inclusión en ese filme de muchísima música compuesta por otros autores. De modo que Leo Brouwer, el creador de las más hermosas bandas sonoras musicales del cine cubano, se vio relegado a los siguientes tres lugares por Lucía, Memorias del subdesarrollo y Un día de noviembre. Merecidos y destacados lugares ocupan José María Vitier y Edesio Alejandro con El siglo de las luces, del primero, y Madagascar y La vida es silbar, ambas creadas por Edesio.

En cuanto a los mejores carteles diseñados para filmes cubanos, la preferencia de los votantes se inclinó, en primer lugar, por el tríptico de Lucía, creado por Raúl Martínez, y luego el diseñador más mencionado es Eduardo Muñoz Bachs, autor de los carteles que identificaron en la memoria colectiva los filmes Por primera vez, Niños desaparecidos, Aventuras de Juan Quin Quin e Historias de la Revolución. Representando a los nuevos diseñadores está solo Nelson Ponce con ¡Vampiros en La Habana!

A continuación reproduzco las tres listas principales, es decir, ficción, documental y animación, para que el lector de Hypermedia Magazine pueda cotejarlas con sus criterios personales y dejar en los comentarios su propia lista:

Ficción

Memorias del subdesarrollo (1968), de Tomás Gutiérrez Alea.

Lucía (1968), de Humberto Solás.

Fresa y chocolate (1993), de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío.

La muerte de un burócrata (1966), de Tomás Gutiérrez Alea.

La primera carga al machete (1969), de Manuel Octavio Gómez.

La última cena (1976), de Tomás Gutiérrez Alea.

La bella del Alhambra (1989), de Enrique Pineda Barnet .

De cierta manera (1974), de Sara Gómez.

Aventuras de Juan Quin Quin (1967), de Julio García Espinosa.

Conducta (2014), de Ernesto Daranas.

Retrato de Teresa (1979), de Pastor Vega.

Madagascar (1994), de Fernando Pérez.

Clandestinos (1987), de Fernando Pérez.

Papeles secundarios (1989), de Orlando Rojas.

Los sobrevivientes (1978), de Tomás Gutiérrez Alea.

El hombre de Maisinicú (1973), de Manuel Pérez.

Soy Cuba (1964), de Mijaíl Kalatózov.

José Martí, el ojo del canario (2010), de Fernando Pérez.

Plaff o Demasiado miedo a la vida (1988), de Juan Carlos Tabío.

Las doce sillas (1962), de Tomás Gutiérrez Alea.

La vida es silbar (1998), de Fernando Pérez.

Cecilia (1982), de Humberto Solás.

Video de familia (2001), de Humberto Padrón.

Manuela (1966), de Humberto Solás.

Un hombre de éxito (1986), de Humberto Solás.

Documental

Suite Habana (2003), de Fernando Pérez.

Now! (1965), de Santiago Álvarez.

Por primera vez (1967), de Octavio Cortázar .

Vaqueros del Cauto (1965), de Oscar Valdés.

Ociel del Toa (1965), de Nicolás Guillén Landrián.

Nosotros, la música (1964), de Rogelio París.

Hanoi, martes 13 (1967), de Santiago Álvarez.

Ciclón (1963), de Santiago Álvarez.

Coffea Arábiga (1968), de Nicolás Guillén Landrián.

Historia de un ballet (1962), de José Massip.

79 primaveras (1969), de Santiago Álvarez.

L.B.J. (1968), de Santiago Álvarez.

Mi hermano Fidel (1977), de Santiago Álvarez.

Muerte y vida en El Morrillo (1971), de Oscar Valdés.

¡Viva la República! (1972), de Pastor Vega.

Una isla para Miguel (1968), de Sara Gómez.

El fanguito (1990), de Jorge Luis Sánchez.

Hombres de Mal Tiempo (1968), de Alejandro Saderman.

Girón (1972), de Manuel Herrera.

En la otra isla (1968), de Sara Gómez.

Simparelé (1974), de Humberto Solás.

Mujer ante el espejo (1983), de Marisol Trujillo.

Cayita, una leyenda, Cayita, una gesta (1980), de Luis Felipe Bernaza.

Kid Chocolate (1987), de Gerardo Chijona.

Animación

¡Vampiros en La Habana! (1985), de Juan Padrón.

Elpidio Valdés (1974-2015), de Juan Padrón.

Filminutos (1980-2006), de Juan Padrón (con la participación de otros realizadores).

Elpidio Valdés contra dólar y cañón (1983) de Juan Padrón.

20 años (2009), de Bárbaro Joel Ortiz.

Quinoscopios (1985-1987), de Juan Padrón.

¡Viva papi! (1982), de Juan Padrón.

Meñique (2014), de Ernesto Padrón.

El bohío (1984), de Mario Rivas.

La luna en el jardín (2012), codirigido por Adanoe Lima y Yemelí Cruz

Más vampiros en La Habana (2003), de Juan Padrón.

El paso del Yabebirí, de Tulio Raggi.

El alma trémula y sola, de Tulio Raggi.

La serie El negrito cimarrón (1975-2010) de Tulio Raggi.

La silla (1974), de Juan Padrón.

Elpidio Valdés (1979), de Juan Padrón.

Un sueño en el parque (1965), de Luis Rogelio Nogueras.

A Norman McLaren (1990), de Manuel Marcel.

Mafalda (1994), de Juan Padrón.

La serie Matojo (1981-1985), de Manuel Lamar (Lillo).

La prensa seria (1960), de Jesús de Armas.

El cowboy (1962), de Jesús de Armas.

Los dos príncipes (2017), de Adanoe Lima-Yemelí Cruz.

Los indocubanos (1964), de Modesto García.

Nikita Chama Boom (2010), de Juan Padrón.

Osain (1966), codirigida por Hernán Henríquez y Tomás González.