A Manuel Moraza Choisne, un imprescindible

Cultura

alt(San Juan, 12:00 p.m.) Sé que muchos dicen que no hay nadie imprescindible. Es cierto respecto a las ideas y las causas justas que valen y se defienden en el tiempo por sí mismas. No lo es en cuanto a la humanidad de los que han luchado ejemplarmente por esas causas y esos ideales como lo hicieron ellos y ellas. El compromiso, la devoción, el talento, el sacrificio, el ardor con que se defienden ideales incomprendidos y perseguidos por los poderosos, es un misterio que trasciende las épocas y las personas. Hoy, 16 de abril, día de los mártires, día en que se conmemora la muerte de Rafael Suarez Díaz, uno de los primeros mártires del Siglo XX, que muere defendiendo el intento de la legislatura colonial de usurpar para sí la bandera de Puerto Rico. Hoy día de José de Diego, defensor del idioma español, creador del Colegio de Mayagüez, hoy RUM, adalid de la ciudadanía puertorriqueña. Legislador brillante y creativo, líder de la independencia en época en que casi todo el liderato político puertorriqueño, adoraba el becerro de oro, frente al nuevo gobierno invasor, muere Manuel Moraza Choisne.

El Lcdo. Manuel Moraza fue abogado de muchas causas justas. Miembro con el Lcdo. Roberto José Maldonado, del Instituto Puertorriqueño de derechos civiles en tiempos aciagos, peligrosos y calientes de la llamada guerra fría. Defensor, siendo un abogado novato del luchador independentista, hoy abogado, en aquel entonces perseguido injustamente, el Lcdo. Humberto Pagán. Campeón nacional de ajedrez en Puerto Rico y juez internacional de dicho deporte en varias ocasiones, dando con ello lustre y prestigio a nuestra patria.

Abogado destacado en el derecho de familia y en casos civiles complejos de daños y perjuicios. Conferenciante en varias escuelas de derecho y tantas otras cosas, en una vida sumamente productiva al servicio de la patria. Hombre culto, lector voraz de buena literatura pero sobretodo, amigo de sus amigos y amigas, por los cuales y frente a quienes, siempre estuvo dispuesto a servir y a luchar.

Nunca olvidaremos su risa espontanea y estentórea que nos hacía reír de felicidad y de asombro, en su tono de alto barítono. Los que lo conocieron saben de lo que hablo y gozaron alguna vez con esa risa que desbordaba alegría contagiosa. Ya lo dicen otros en ocasiones diversas. La muerte es una transmutación de lo físico a lo etéreo a lo inmortal, a la plétora de recuerdos dignos y nobles que deja un hombre bueno. Manolo los deja como un legado, por eso, de verdad y en verdad les digo a sus dolientes y al mismo Manuel: “te vas pero te quedas con nosotros, en el amor y en la obligación ética de seguir en lucha por los ideales comunes”.