Aunque no me considero creyente, mi búsqueda espiritual no cesa durante la pandemia del Covid-19

Economia Solidaria

alt(San Juan, 10:00 a.m.) ¿Como puedo yo negar tajantemente que un dios no existe?

Hace un tiempo atrás, un ex-seminarista católico convertido en abogado prominente, intentó de incorporarme a la organización de ultraderecha Opus Dei, que predica una especie de calvinismo aunque es un movimiento católico. Acepte sus invitaciones por un tiempo sumamente corto ya que mi padre acababa de fallecer, y este abogado creyó que yo necesitaba algún tipo de guía religioso en ese momento de angustia.

Este era un buen hombre, pero la creencia de que hay alguien esperándome allá en los cielos, donde nos reuniremos toda mi familia y amigos fenecidos. no lo puedo digerir, que me perdonen los lectores católicos.

Note que en las reuniones de Opus Dei lo que había era puro hombre. Casi no vi mujeres en sus reuniones, o “retiros”, como ellos le llaman. Reconocí a algunas personas, metidos ya en la tercera edad y acaudalados. Parece que creían que, Dios mediante, este ente pro-Francisco Franco les garantizaría un pase VIP a las puertas de San Pablo.

Si he sentido dos momentos de ondas espirituales. Las dos que me pasaron cuando era estudiante en la Universidad de Puerto Rico.

Esto fue antes de que en un curso con la profesora Luce López-Baralt, leí al poeta místico San Juan De la Cruz.

Precisamente, no soy creyente sino agnóstico debido a mis dos momentos espirituales. En estos tuve la sensación de exaltación en que me sentí parte de todo. Creo que sí hay una energía que corre a través del mundo que nos toca a todos. Que esa energía tenga conciencia es otra cosa.

Quizás, sea que mis padres no eran creyentes fervorosos.. Mi madre dejó una escuela católica para ingresar a una escuela pública. Despreciaba a las monjas que le vendían una idea de un Dios castigador. Mi padre, por otra parte, no creía ni en la luz eléctrica.

Si algún día me vuelvo católico, nunca me metería al Opus Dei. Jesús es mi figura histórica favorita, y sus palabras eran unas de amor y la misericordia. Los curas que más llevan este discurso son los que creen en la teología de la liberación. Para ser justo, hay muchos sacerdotes y ministros que optan por hablar del amor y la misericordia y no del Diablo. Una vez tuve una conversación con un sacerdote que no cesaba de hablarme del diablo.

Dadas estas palabras, quizás no podré ir a las puertas de San Pablo, sino a una paila hirviente en el infierno.

Eso lo veré cuando se apague el “switch”.