El caso Duprey

Justicia Social

alt(San Juan, 9:00 a.m.) El racismo es cobarde y oportunista. El “caso Duprey” nos permite palpar los contornos racistas de los comentarios en su contra, sin restar méritos a las denuncias de su esposa.

Quien perpetra el racismo, crimen contra la humanidad, se manifiesta sádicamente contra quien entiende es inferior. El racista pretende ocupar espacios, pero no invocando sus méritos, sino señalando los alegados deméritos de la víctima.

El racismo es cobarde. No se enfrenta a la víctima. Se vale de las marañas de la comunicación para ocultar el fundamento de su ataque. Por eso ataca traidoramente, y si posible, como las hienas, en jauría de iguales, cuando entiende que la víctima está indefensa o en clara desventaja.

El racista es oportunista porque se manifiesta notablemente cuando la víctima puede quedar en desconocimiento del ataque que sufre. El racista es oportunista porque se manifiesta notablemente cuando la víctima puede quedar en desconocimiento del ataque que sufre. Así ocurre cuando la víctima es una persona que representa poder en alguna de las dimensiones sociales.

La situación que atraviesa el doctor Néstor Duprey Salgado permite validar este análisis. Se trata de un ser humano negro, exitoso, con altas dotes de liderato. Es un gran analista político, versátil animador de programas de crítica política y un escritor de reconocida talla en el campo de la historia de Puerto Rico.

El doctor Néstor Duprey, a quien no me une lazo particular de afecto más allá de la capacidad de reconocer sus virtudes, acaba de inmolarse políticamente. Ha entregado lo que ciertamente sería el rol de mayor relieve en su personalidad política. No tengo dudas de que dentro del universo de figuras que forman la oferta legislativa del Partido Victoria Ciudadana, muchos de ellos desconocidos para el electorado, el Dr. Duprey Salgado tenía hasta el momento altas posibilidades de resultar electo como resultado del inminente voto castigo que sufrirán los partidos tradicionales.

Como tantos, he escuchado por la televisión algunos de los testimonios vertidos por su esposa, quien le imputa serios actos contra su dignidad como mujer y compañera de vida. El asunto no puede tomarse ligeramente. Es necesario que se realice la más profunda investigación y que al final se confirme o se descarte, parcial o totalmente, las imputaciones en su contra.

En situaciones como la reseñada, de ordinario nadie es neutral. Sin embargo, cada persona que se sienta llamada a comentar sobre el “caso Duprey”, en privado o en público, debe examinar los motivos que le impulsan. Si es la solidaridad con la posible víctima, ciertamente debemos aplaudirle. Si es la indignación por la naturaleza de los hechos imputados, merece respeto en el trato. Por el contrario, si el discursante lanza opiniones carentes de anclaje en hechos o circunstancias de propio conocimiento, o reveladas por fuentes que ameriten crédito, muy posiblemente estará actuando empujado por sus prejuicios racistas contra el doctor Duprey Salgado y contra la negritud en general.

Invito a cada lector a emplear el mayor discernimiento antes de perfilarse en las redes sociales como un resentido ante el éxito de otros. Recordemos que lo que se dice en las redes, ahí se queda para siempre, como potencial mudo testigo de cargo contra su autor. Debemos escapar a la tentación del comentario fácil y alegadamente jocoso, pero totalmente desvinculado de argumentos válidos y hechos verificados. ¡Basta ya de racismo cobarde y oportunista!