Mady Pacheco, con cariño, siempre te recordaremos

Política

altQuerido compañero presidente del Colegio de Abogados y Abogadas:

(San Juan, 11:00 a.m.) No quiero aparecer escribiendo notas luctuosas cada vez que muera un querido amigo o amiga. No quiero abusar de la bondad y los espacios que me dan mis amigos y hermanos, como lo eres tú. Pensé no hacerlo, vivir mi silencio, me debatí y luego accedí a lo que me pide que haga el espíritu.

Trascendió la Lcda. Mady Pacheco, abogada distinguida, colegiada ilustre, esposa del también colegiado Lcdo. Enrique Juliá y madre de una hija abogada. La conocí cuando era directora ejecutiva del presidente, Lcdo. Carlos Noriega, figura histórica en nuestro Colegio.

Luego fue mi directora ejecutiva, y también, del Lcdo. Jaime Ruberté. Fue compañera en la lidia judicial, en la lucha patriótica, en las tareas secretas y discretas para ayudar a compañeros y compañeras en desgracia emocional, económica y de enfermedad. Mady siempre estaba para sus amigos y amigas, y para causas nobles y difíciles. Era discreta, callada, no reclamaba reconocimiento ni atención para sí misma. Había que interpretar sus apoyos y sus discrepancias con sutileza. Alzaba una ceja seria, cuando disentía y la alzaba con una sonrisa pícara, cuando coincidía. Me divertía mucho ese lenguaje clandestino de señas, que a su vez le evitaba hablar de más.

Daba consejos sabios y discretos que, a su vez, estaban llenos de inteligencia, de calle, de experiencia de la vida, que la llevaba a considerar a todo ser humano sin ofenderlo. Era trabajadora y constante en las metas y obligaciones que se imponía. El compañero abogado y también expresidente de este ilustre Colegio, Noel Colón Martínez, en conversaciones conmigo, cuando hablábamos de alguien en quien se podía confiar para cualquier tarea, decía: “es un cuadro, se le puede encargar cualquier trabajo, que lo hará bien”.

Así era Mady, siempre se esforzó por cumplir su deber y hacerlo bien desde la gloria del silencio, que es la mejor manera de dar. Por todo esto, sé que no se fue, que se queda entre nosotros para vivir y aprender de su legado. También para gozarnos en el espíritu, porque la conocimos a ella, a su familia biológica, y a sus compañeros y compañeras en la lucha.

Mi respeto y solidaridad a su grupo de apoyo y de amor; ellos y ellas saben quiénes son.

Abrazos,

Eduardo-Tuto...