Recordemos a Segundo Ruiz Belvis, un patriota

Política

alt(San Juan, 1:00 p.m.) El planteamiento de la Junta Informativa que en el 1867 exigió la inmediata Abolición de la Esclavitud en Puerto Rico con indemnización o sin ella, despertó la admiración de la metrópolis aquel 10 de abril cuando los representantes de la colonia borinqueña hicieron sus pronunciamientos ante las Cortes y consignaron su célebre informe.

Pasados varios lustros y muertos, Acosta y Ruiz Belvis, pervivía la duda de la identidad del autor de la inmortal reserva de principios éticos condensados en la intransigente y radical postura asumida por los nuestros en aquella inolvidable jornada..

Se le preguntó a Don Francisco Mariano Quiñones, postrer veterano de ese lance patriótico de defensa de derechos humanos ante el despotismo ibero, de quién fue la ilustrada idea, y humilde y veraz, contestó que su padre y alentador fue Segundo Ruiz Belvis.

El 13 de mayo se conmemoró el natalicio de Segundo Ruiz Belvis (1829-1867): instigador y alma máter del Grito de Lares, abolicionista sin par, orador eximio, diplomático de la patria boricua, fundador y maestro masón de logias operativas independentistas y emancipadoras, mártir por la causa de la libertad, boricua ilustre por su enjundia intelectual, su potencia espiritual, su valor a toda prueba de los mayores sacrificios y su conmovedora abnegación.

Mientras los cristianos, de rodillas, simulaban adorar a Dios en la Iglesia de la Monserrate en Mayagüez, Ruiz Belvis y el Dr. Betances cumplían la encomienda crística, apostólica, de manumitir a los marginados liberando a tantos hermanos nuestros con dinero de su particular peculio en la pila bautismal, dándole, entonces, contenido sacramental en la praxis revolucionaria a los conceptos de la libertad y la dignidad humanas.

Cuando tantos, en un momento crucial para la patria boricua, jerarquizaron sus egoísmos y sus intereses personales sobre la causa suprema de esta nación, Ruiz Belvis colocó a los pies del altar de nuestra independencia su hacienda, su libertad, su vida y sus cenizas fueron a anidar gloriosas, heroicas, a la patria de Bernardo O’ Higgins en procura de la solidaridad continental para la emancipación de Borinquen.

Hoy y siempre vienen a cuento del alma boricua sus palabras para que encausen toda acción en nuestra lucha a favor de la libertad de esta noble y tiranizada tierra:

“En la realidad de las cosas, no existe un estado intermedio entre la libertad y la esclavitud.”

¡Viva Don Segundo Ruiz Belvis! ¡Viva la Revolución! ¡Viva Puerto Rico libre!