La revolución del fuego

Creativo

altSiete minutos después de morir bajo la rodilla de un policía supremacista, pequeños fuegos comenzaron a recorrer el barrio, extendiéndose a otras ciudades, países y universos. Los edificios dejaron de ser refugio. Los corazones de los habitantes eran ahora ese refugio, a fuerza de amores propios y ajenos ardía en llamas como sus gritos.

El fuego habitaba ahora las pisadas de cada persona; las de Ana la condujeron a denunciar a su violador; Mike, finalmente se querelló de su exjefe que lo despidió al saber que es transexual; Matilde y otras ochenta mujeres y menores, escaparon de la trata humana; Pablo y Conchita rescataron a sus hijos enjaulados cerca de la frontera, y a los de muchas madres y padres. Los vendedores de espejismos quedaron desnudos y fueron exiliados al mundo de los olvidos. Los insomnios de cada persona atormentada comenzaban a evaporarse, tornándose en sueños pacíficos. Al policía que estaba a punto de asfixiarse con un pedazo de pollo, bajo una nube de gases lacrimógenos, lograron revivirlo de un fuerte rodillazo en el pecho y fue encarcelado. El fuego cada vez ardía más fuerte tomando vida, el abogado negro asesinado resucitaba en cada redención, apareciéndosele frente al policía y a todos los verdugos de cada persona que no debió morir por ser quién es. Cada silencio aplaca el fuego, el tiempo amaina la llama de los recuerdos y sus rabias, los sobrevivientes despiertan sus dudas y pesadillas, renacerán las ciudades de humo. Quedan siete minutos para reavivar los corazones

[Nota de la autora: tomado de La marejada de los muertos y otras pandemias]