(San Juan, 11:00 a.m.) Hay una ansiedad sin precedente en el circuito de abogados y abogadas constitucionales de Puerto Rico, de declarar nulos e inexistentes los casos insulares de 1901 a 1922. En particular el caso de Downes v. Bidwell (1901) que define en una opinión dividida, que Puerto Rico es un territorio no capacitado para asumir sus riendas. Desde entonces, hasta ayer, el Tribunal Supremo ha reiterado ese principio, y todo indica que a los y las abogadas/os de turno les gusta que se lo recuerden.
El ultimo capitulo se llama Junta de Supervisión Fiscal v. Aurelius y otros (incluye a la Utier). Estas partes presentaron el novedoso pero anexionista argumento que los miembros de la junta no habían sido nombrados por el entonces presidente Barack Obama según dispone la constitución de los EE.UU., con el consejo y consentimiento del Senado federal. Así las cosas, argumentaron que dado dicho error, la junta no era válida como también sus acciones en Puerto Rico. En conclusión: si no es válida, hay que rectificar, y se rectifica acercando a Puerto Rico más a los EE.UU. por vía de la eliminación de los casos insulares, que crean de Puerto Rico un territorio no incorporado. Si se eliminan esos casos, entonces Puerto Rico sería clasificado como un territorio incorporado, y ahí en vías de convertirse en un estado de la federación, entonces el Senado tendría que tratarnos como una cuestión "nacional".
Es patético el caso de Aurelius y la Utier. Es patético porque bajo la teoría que la resolución del estatus de Puerto Rico se habrá de resolver por vía de una decisión de la Corte Suprema, llevamos tres decisiones que lo que han hecho es profundizar en definir los términos de la colonia. Cada día que pasa somos más colonia, con el sueño y deseo de los isleños de tener plenos derechos en la federación americana. Para muestras Commonwealth v Sánchez Valle (2016), Franklin v. Commonwealth (2016) y ahora Aurelius (2020).
Es interesante que ya nadie traduce la narrativa de la independencia en una dominante o presente en el imaginario social de Puerto Rico. Por lo tanto, lo que están promoviendo toda esta jurisprudencia federal, es que aprendamos a convivir en un estado indigno, pero socialmente aceptado, de una colonia que se está redefiniendo y profundizando en su condición colonial. Esto es más colonia cada día, y aún no vemos a la gente, masivamente salir a protestar contra la misma y a favor de la independencia. Por el contrario, lo que vemos es una aceptación de que la única forma de terminar el colonialismo es con la estadidad. Simplemente, patético el asunto. Pensemos.