La cicatriz de tu voz recién despierta.
Los lugares comunes, agrios,
sensuales y solos
como las pulsiones del pensamiento.
Recuerdo tu pisada, tus dedos sobre la urgencia de la lluvia.
Ese distanciamiento tibio, noble y cansado
que tienen las flores al morirse.
El advenimiento de la tierra y sus metales.