¿Es que acaso soy una opresora? [George Floyd fue asesinado]

Justicia Social

alt“No estoy hecho para conformarme con la injusticia” Ramón Emeterio Betances

(San Juan, 9:00 a.m.) Durante estos días y después del fatídico desenlace de George Floyd por asfixie por el policía que se arrodilló y ejercía presión en su cuello, me puse a pensar, ¿cuántos de nosotros hemos hecho lo mismo? Quizás no hemos utilizado la rodilla para ejercer presión en el cuello de alguien, pero hemos maltratado a personas con burlas, risas, juicios e indiferencias que es igual que matar.

Todos hemos sido opresores de una u otra forma. Probablemente me estás leyendo y lo primero que piensas es “Yo no, nunca” y es ahí donde fallas. Es en ese momento que sigues jugando y burlándote una vez más. No es fácil admitir que tú o yo hemos sido opresores, no en una sino en varias ocasiones.

No es la primera vez que esto sucede. ¿Recuerdas el caso de St. Louis Ferguson en Missouri? Su nombre era Michael Brown, otro hombre negro matado por las injusticias sociales.

En Puerto Rico solapamos el racismo y es tanto que en el pasado censo que se hizo en nuestra Isla todos eramos blancos, como si ser negro fuera una enfermedad.

Estados Unidos vende el sueño americano del Melting Pot, una gran urbe llena de diferentes nacionalidades convirtiéndose en una sola, ser AMERICANO. Sin embargo, todos sabemos que son racistas, a diferencia de nosotros, ellos lo expresan, no lo esconden como en Puerto Rico que decimos que todos somos blancos.

Nuestra historia, como muchas otras, comenzó con la llegada de esclavos y el colonialismo ha perpetuado el racismo desde la llegada de los españoles hasta el presente.

Nosotros no nos vemos negros pero peor aún decimos y “¿tu abuela dónde está?” o decimos “es de color” para apoyar aquellos que son nuestros hermanos y no hacerlos sentir incómodos. Sin embargo hacemos todo lo contrario.

Qué gran ironía la de nosotros cuando muchos de los mayores defensores de nuestra patria han sido negros como Pedro Albizu Campos, Ernesto Ramos Antonini y Ramón Emeterio Betances, por mencionar algunos.

Ahora todos estamos indignados con el policía de Minnesota acusado por asesinato en 2do grado y homicidio involuntario por no dejar respirar a un hombre negro. ¡¡Qué horrible se oye eso!!

Peor aún todos en algún momento de nuestras vidas hemos cometido un asesinato en algún grado, la definición: cuando el responsable del fallecimiento ha actuado de manera irresponsable o imprudente. Creo que tú sabrás la respuesta. La mía es que sí.

Posiblemente ese policía fue víctima de una familia disfuncional, agresión, maltrato y sus progenitores le inculcaron eso de la llamada supremacía blanca. Quizás solo es un hombre sin escrúpulos, pero eso no le da derecho de quitarle la libertad a otra persona. No trato de defenderlo solo trato de entenderlo.

Yo admito ser opresora.

Yo he sabido rechazar a un negro aun cuando mi nana Doña Luz, una mujer con olor a avena, era negra.

Yo he sabido rechazar la comunidad homosexual, siendo una mujer lesbiana.

Yo he sabido mirar por encima del hombro a un hombre por su pobreza o su aspecto físico por creerme mejor y con mayor poder adquisitivo que él.

Todos ellos también pidieron respirar.

Ahora todo el mundo quiere una persona negra a su lado para no sentirse culpable o sentirse que no es juzgado y así satisfacer el ego.

¿Cuántos hipócritas ahora saldrán a defender a los negros? ¿Cuántos de nosotros jamás levantamos la mano para ayudar un negro? ¿Cuántos de nosotros no hicimos nada por un negro? ¿Cuántos de nosotros conocemos algo de historia de la población negra?

La mayoría de las personas conocen quienes fueron Rose Parks y Martin Luther King, pero ellos no han sido los únicos que han escrito, la historia. En el 1820 nació una mujer, su nombre de esclava Araminta (Harriet Tubman), hija de esclavos.

Consiguió su libertad trasladándose al norte de los Estados Unidos en donde continuó buscando esclavos para darles su libertad. La llamaban Moses.

Althea Gibson, primera mujer negra norteamericana en ganar el Wimbledon y Anita Hill, mujer negra abogada norteamericana que acusó al juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos, Clarence Thomas, por acoso sexual. Esto llamó la atención pública y cambió las relaciones de hombres y mujeres en el ámbito laboral. Como dijo Ernesto Ramos Antonini dijo: “El conocimiento nos hace responsables”.

No dudo de las buenas intenciones de muchos pero el camino al infierno está hecho de buenas intenciones. Ninguno de estos hombres y mujeres de la historia negra mataron, robaron, destruyeron o amenazaron para conseguir su dignidad, su espacio en la historia o la igualdad ante la sociedad.

Simplemente se mantuvieron erguidos, orgullosos y es ahí donde la fuerza tiene su expresión, aprendamos de ellos.