Recordando a Albert Memmi (QEPD) y su obra Retrato del Colonizado

Cultura

alt(San Juan, 9:00 a.m.) El fallecimiento a sus 100 años del tunecino Albert Memmi el pasado 22 de mayo no debe pasar por inadvertido en nuestra patria irredenta. Considerado como uno de los grandes pensadores de nuestra época sus textos y reflexiones son perfectamente aplicables a los tiempos en los que vivimos, marcados por la opresión, el racismo y la agresión contra la identidad en el mundo globalizado del siglo XXI.

Su obra sobre el colonizador y el colonizado a menudo suele leerse conjuntamente con Franz Fanón (Los Condenados de la Tierra) y Peau Noire (Piel Negra, Máscaras Blancas). En cuanto a la obra de Memmi y Fanón, Jean Paul Sartre escribió el prefacio en ambos casos.

Albert Memmi nació el 15 de diciembre de 1920 en Túnez, en el cruce de tres culturas y basando su trabajo en esa dificultad de crecer hablando francés y tunecino, Judeo-árabe. Durante la ocupación Nazi de Tunes, Memmi fue encerrado en un campo de trabajo forzado del que más tarde escapó.

En 1957, Albert Memmi escribió El Retrato del Colonizado, mientras ocurría el proceso de descolonización en África del Norte. Tunisia, su país de origen y Algeria se independizaban de Francia. El libro El Retrato del Colonizado, ha resultado ser un clásico al descubrir acertadamente la relación entre el país colonizador y el país colonizado. Sus observaciones se aplican a toda relación colonial, no importa cual sea el colonizador o el colonizado.

Da lo mismo que el colonizador sea Francia, Inglaterra, España o Estados Unidos. La actitud del colonizador con respecto al colonizado tiene unas características que se reproducen en cualquier lugar del mundo donde ocurra el colonialismo.

El tema de la opresión constituye una constante en la obra de Memmi, siendo obras seminales El Hombre dominado (1968) La Dependencia (1979. Más adelante se destaca su libro El Racismo (1994) donde Memmi introduce el concepto de “heterofobia” para referirse de forma general al fenómeno del rechazo contra lo diverso: el racismo sería así una manifestación particular de esa “heterofobia”.

Nacido en 1920, Albert Memmi creció en el seno de una familia judía en Tunes, país árabe cuya población es mayoritariamente de religión musulmana. Gran parte de su vida transcurre además durante los años de protectorado francés. Memmi no llegará nunca a sentirse plenamente Judío, tampoco tunecino, ya que el proceso de colonización se encargó de aniquilar cualquier sentimiento nacionalista; y por otra parte, debido a su condición de colonizado, Memmi tampoco consiguió nunca integrarse en el grupo de los colonizadores, ni siquiera durante los años de formación. Sumido pues en una profunda crisis de identidad, dedicaría toda su vida a una reflexión profunda y crítica de la esencia misma del ser. En efecto, la crisis de identidad se manifiesta en los personajes de su obra literaria que viven sumidos que viven apabullados por el fenómeno de la colonización. Una novela famosa fue La Estatua de Sal de carácter autobiográfico a juzgar por sus personajes.

Fundamentalmente, Memmi logra retratar un rasgo principal del colonizador que es la mediocridad. Convencido, muy a su pesar de la falta de legitimidad de su empresa colonizadora el colonizador se transforma y convirtiéndose en y usurpador, falsificador de la historia, de su legitimidad, y de la memoria colectiva de un pueblo.

El colonizador por su parte, es víctima de todo un proceso de despersonalización puesto en marcha por el colonizador. Su sino es pues la pérdida de su propio yo. Además, el colonizador está condenado a la sumisión y al rechazo, al quedar excluido de la historia. Sólo le quedan la religión y la familia como únicos valores de referencia o “valores refugio” como las llama Albert Memmi.

Según Memmi, de todas las carencias con las que vive el colonizado, la exclusión de la historia y de su país son las más graves. Estamos hablando de incapacidad de decidir. Se trata de los asuntos de su propia nación, en donde el colonizador es reducido a la condición de mero espectador de una historia de que nunca formará parte activa. De esta manera, a la nación colonizada se le niega no solo el derecho a conservar memoria de su pasado, sino también el derecho a proyectarse hacia el futuro. El colonizado queda así, excluido del tiempo. También queda excluido del espacio en que vive por la usurpación y como consecuencia de a aculturación. El colonizado termina sintiéndose extranjero en su propio país.

De igual modo, la aculturación trae consigo también el cuestionamiento de las propias costumbres. Al negársele la posibilidad de mantener viva la historia de su país, el individuo es sometido a todo un proceso de aculturación que se traduce en la aniquilación de sus propios valores. Como resultado de dicho proceso, la única cultura que sobrevive es la del colonizador.

En estos días de manifestaciones globales antirracistas, tenemos una muestra de ignorancia de marca mayor de nuestra historia de Puerto Rico, a través de comentarios desacertados hechos por un intérprete urbano llamado Cosculluela. Si no fuera porque este retrato de colonizado no estuviese tan repetido en la población lo hubiésemos ignorado pero se trata de expresiones de ignorancia racial, que revelan el resultado sistemático y perfecto proceso de despersonalización puesto en marcha por el colonizador que derrota la labor pedagógica en difundir la historia de la nación puertorriqueña.

Las expresiones citadas por un periódico de circulación general (Primera Hora,8 de junio,2020 pág. 15) le atribuyen al llamado “Príncipe del Verso”, Cosculluela las siguientes expresiones en sus redes sociales:

“En Puerto Rico…o sea, los prietos no son negros”.

“Los negros son los de allá, de África, los de aquí no vinieron de África,

Aquí no hagan huelgas de esa porquería. Eso es un problema que tienen ellos,

pero allá ellos, que se mantenga por allá. Eso afecta la economía bien ca…”, dejando saber su reacción a las protestas que han levantado localmente en solidaridad con las manifestaciones en Estados Unidos y otras partes del mundo, por la muerte violenta del afroamericano George Floyd en manos de la policía blanco Derek Chauvin en Minneapolis.

Con lo anterior no solo se confiesa el desconocimiento sobre los africanos que fueron traídos en contra de su voluntad a la Isla como esclavos (y de toda la afro descendencia en Puerto Rico) sino que el trabajo sistemático del colonizador se traduce en negación ignorante de la procedencia del ser. Es El Retrato del Colonizado que examinó y transmitió el escritor tunecino Albert Memmi para que nos veamos en la dialéctica de historia de la patria y la necesidad imperiosa de liberarla.