San Ignacio [los ignacianos] en mi recuerdo, ¿fuimos tan corruptos?

Política

(San Juan, 2:00 p.m.) Me rompe el corazón y me lacera el espíritu saber, como ha reportado la prensa local, que dos estudiantes de un colegio católico que se podría catalogar como elite, están siendo investigados por las autoridades, tanto estatales como federales, por presuntamente  solicitar y recibir fondos federales destinados para las personas que han perdido sus trabajo debido la avalancha de despidos provocada por el Coronavirus, un virus nunca antes conocido que ha causado cientos de miles de muertes a través del mundo.

Por ser menores y estar todavía el proceso en la etapa de  investigación, no se han ofrecido los nombres de los estudiantes presuntamente involucrados. Lo que más me espanta que en este fraude podrían estar involucrados unos 30 estudiantes de esta institución además de estudiantes de escuelas publicas y otros colegios  Privados, reportan los medios.

Reporta la prensa que uno de los estudiantes recibió $7,458 y el otro $6,126. Se desprende de los reportajes locales que estos estudiantes, bajo investigación por el alegado fraude, mintieron en el formulario establecido por el Gobierno, indicando fechas de nacimiento de adultos y trabajos inventado que supuestamente habían perdido.

Reporta la prensa que los cheques fraudulentamente obtenidos fueron detectados por los padres de los supuestos involucrados, quienes prosiguieron a devolver los cheques al  Departamento del Trabajo, agencia a cargo de distribuir estos fondos.

Hasta el día de hoy, increíblemente el dinero del programa federal conocido como  Asistencia de Desempleo Pandemico (PUA), no le ha llegado a cientos de afectados. Estos posiblemente están  pasando hambre.

Además de la repugnancia ante este alegado timo, me preocupa que los estudiantes investigados, a quienes parece que pronto le harán compañía varios otros son del Colegio San Ignacio de Loyola en Rio Piedras, de donde este servidor se graduó hace bastante tiempo. Hoy la autoridades entregaron un subpoena al Colegio para ver su lista de estudiantes. Es claro, que hay otros truhanes en ciernes que ?estuvieron envueltos en este alegado fraude.

Varias agencias han estado investigando solicitudes presentadas fraudulentas sometidas al Departamento del Trabajo. Hay muchas personas detectadas que han mentido para recibir los fondos. Bajo la lupa de este fraude es que alegadamente se topan los investigadores con las solicitudes de estos dos estudiantes, a quienes se le podrían unir otros  estudiantes de la institución, muchos de lo cuales son hijos del privilegio.

Mis años en San Ignacio fueron tan importantes

para mi. Los sacerdotes que nos daban clase no sólo nos enseñaron excelentemente sino que inculcaron en nosotros una conciencia social que ha vivido conmigo a través de mi vida.

Uno de mis recuerdos que tengo de San Ignacio es el año que pase como estudiante del Colegio de tutoria en un lugar casi inhóspito, cuyas calles eran de barro y fango. Allí preste tutoría a varios niños, como parte de un programa extracurricular de San Ignacio. Era una comunidad pobrisima y olvidada por la sociedad en general. 

El mensaje de los jesuitas era claro: ser una buena persona y cristiano es la mejor manera de pasar por el mundo.

Existen organizaciones como el Opus Dei, una entidad de hombres prósperos para quienes la predica cuasi-calvinista y de ultra derecha es el cristianismo que decidieron adoptar. Repudio a esa organización porque donde menos se habla del amor y misericordia de Cristo es en sus reuniones. Si fuese sacerdote tendría la conciencia de la teología de liberación.

En la comunidad donde di tutoría había una monja que proveía servicios a la  comunidad, fuesen educativos como de consejeria. Esa mujer era una santa. Me acuerdo siempre que en su hogar había una cruz de palo sumamente primitiva. Y es en la cruces de palo donde ubico todavía el Catolicismo, a pesar de mi suspicacia de que existe la visa eterna

Mi clase graduánda contaba con 93 muchachos. Por supuesto, los seres humanos no somos angelitos, pero digo con confianza que aún el más travieso de la clase no se hubiese ocurrido robarle a los  necesitados. Lo de estos dos estudiantes verdaderamente tiene ver con que la moral en nuestra sociedad puertorriqueña se ha derretido. No es que el Colegio San Ignacio alberga a una manada de  fascinerisos, sino que la fibra moral en esta comunidad se ha derretido alarmantemente.