¿Después del Covid-19, qué nos espera: un mundo en caos?

Política

(Madrid, 10:00 a.m.)China, esconde y expande la pandemia con un solo objetivo: Ganar todas las batallas en este mundo sin piedad, con el propósito de modificar la base del capitalismo, creando un nuevo concepto de plutocracia, porque ya quedaron obsoletas las revoluciones de los siglos XVIII y XIX, y ahora vamos hacia una revolución diferente entre la clase obrera y la burguesía. Estamos pues a las puertas de un “Capitalismo de Izquierdas”

Pero, ¿Cuál sería el peso de la pandemia en un mundo dominado por el miedo y por la recesión? Sabemos que no es simple encontrar una respuesta por la cantidad de agentes que están conectados entre sí en un mundo globalizado, aunque es cierto que se simplifican cada vez más las diferencias entre los dos sistema; “Capitalista y Socialista”, la respuesta la encontraremos en el control del Estado sobre la población, el peso de un gobierno centralizado  que ejerce presión negativa sobre el desarrollo privado, y esta pandemia empuja al Estado a controlar todo, modificando así los aspectos esenciales de la economía, que pasa a ser una economía centralizada, con el privilegio del “toque de queda”.

Mucho tiempo estuve reflexionando sobre la importancia del Covid-19 y las consecuencias de su pandemia con relación a la economía global del planeta. La conclusión es sorpresiva y comprometida, porque hoy, las distancias entre la dependencia de una clase sobre otra no se limita a la obligación del proletariado de someterse a los dictámenes de la burguesía, el dominio ya no existe porque el Covid-19 ha transformado la sociedad y ha acortado las distancias, otorgando un poder centralizado al Estado y disminuyendo la iniciativa privada, es así como se forjará las nuevas leyes macroeconómicas que acercarán  Oriente y Occidente

porque un maldito virus ha arruinado al mundo y afecta a sus ciudadanos, tanto; “A los que todo le sobra como a los que nada les falta”. La Tierra se aleja del bienestar, del progreso, de la transparencia e incluso de la honestidad. La calamidad está entre Occidente mientras que Oriente es el beneficiado.

Nadie puede negar que existe una forma distinta de controlar el país. El Covid-19 ha generado impulso a tomar el control de sus habitantes, y China, expectante espera la oportunidad para dominar lentamente zonas endebles donde pueda generarse una alternativa y exponer una forma disímil de controlar el mercado, que no sea únicamente por medio del dinero y que la formación de precios no dependa de una impar competición entre la demanda y la oferta, y ahí en tiempos revueltos aparece como milagrosamente el coronavirus, justo en el momento más difícil. Inherente lógica de la racionalidad de un gigante que corre tras las oportunidades

No pecamos de ignorancia y conocemos las perfidias de los chinos para frenar el progreso de Occidente, por eso guarda secretamente cualquier información que aclare las numerosas inquietudes referentes a los orígenes de esta pandemia.

Nada surge sin provocarlo, nada se expande sin motivo, nada debe esconder la realidad cuando se trata de evidenciar un mal común que puede tener solución si unimos a nuestros científicos virólogos para la búsqueda acelerada de la vacuna. Esta colaboración podría facilitar su creación si estudiamos el virus desde el origen. Lo sorprendente es que China no quiere colaborar y existen múltiples motivos y casos que justifican esta reacción. Muchas dudas existen sobre la creación en un laboratorio de Wuhan de este virus.

El extremo de la conciencia llega cuando comprobamos que la pandemia tiene una relación directa con la economía porque todos los países sufren y las restricciones aumentan cada día, disfrazando a nuestro planeta con máscaras de pobreza, disminución de un consumo que es necesario para mantener las esperanzas en el horizonte cercano. Así es como los expertos se oponen a valorar de forma global los daños ocasionados, esperando un remedio contra el virus para pronosticar el fin del caos, pero todavía es demasiado intangible la recuperación puesto que los efectos aún están en estudio y el daño provocado en el empleo, en la economía, en el sentimiento, frena el consumo, y aunque exista una vacuna, esta vez el mundo será diferente, desconfiado, inseguro y no habrá estimulo alguno que empuje a la población a consumir con la misma alegría que antes..

Este mal afecta al mundo entero., con enorme dolor y rabia:

En Alemania, el periódico Bild ya hizo las cuentas del daño económico que ha dejado la pandemia en el país en un editorial titulado "Lo que China nos debe": unos U$160.000 millones. (News mundo 04-05-2020)

Es evidente que la pandemia ha consolidado sus tentáculos en el planeta gracias a las leyes y normas que dictó Oriente. Arrastrando la creación de un nuevo sistema económico, basado en la solidaridad

Las declaraciones sobre el COVD-19, del francés Luc Mintagnier, afirman que se trata de una manipulación. ”El coronavirus causante de la Covid-19 es una fabricación humana, obra del laboratorio Wuhan”.

Fuere cual fuere, lo que es ilógico es que por culpa de unos científicos que experimentan en un laboratorio chino, el mundo esté de rodillas; sufrido, empobrecido, maltratado y arruinado, mientras China comercializa los productos que podrían frenar esta pandemia.

¡Inadmisible e inaceptable porque el causante es el que debe acarrear con todos los gastos para remediar su error. Ahora las normas son otras; cada uno debe afrontar las consecuencias económicas de esta horrible tragedia! Y el responsable enriquece sus cuentas día a día.

Mi reflexión me invita a pensar que estamos ante un cambio definitivo sobre la sociedad, la composición  sociopolítica tal como la conocemos ahora, y que vamos hacia otro tipo de forma y de convivencia social, diferente al modelo de capitalismo actual con otras vías de desarrollo, con otros métodos de la productividad e incluso de consumo porque esta pandemia modifica su estructura pues los chinos quieren un “Capitalismo de Izquierdas,” como ellos lo han implantado, con dirigentes políticos poderosos, con líderes de partidos omnipotentes que surgirán en nombre de los trabajadores, capaces de unificar un mundo con una sola clase social, sin ricos, ni pobres, porque todos serán miserables, aunque la cúpula del partido se bañe en lujos y posean todos los bienes que pertenecen al pueblo.

Aunque esto parezca surrealista, no estamos tan lejos de esta realidad macroeconómica.

Nos hemos preguntado alguna vez, ¿qué diferencia existe entre los componentes de la cúspide del partido comunista chino y los grandes empresarios norteamericanos o europeos? La respuesta es;  ninguna, porque ambos viven envueltos en lujos mientras el pueblo pierde educación, consumo, salud y libertad.

En fin, después de todo esto, la única intención de este artículo es una reflexión sobre el caos en el que el mundo está sumergido. Cada uno es libre de tomar su propia conclusión y orientar sus inquietudes en el bando que considera más oportuno, pero no olvidemos que otro mundo nos acecha y que el desarrollo que hemos experimentado en los últimos cincuenta años, será simplemente parte de la historia porque estamos ante otro modelo de desarrollo, mucho más difícil, más hermético, donde no hay cabida para todos, solo para aquellos que estén en la pirámide social de la propaganda política. Algo así como sucede en Corea del Norte, cuyo líder es Dios, y los demás solo creyentes que suplican pan, libertad y reconocimiento.