Ante la crisis [electoral] colonial, Boricua, rebélate contra el amo

Economia Solidaria

(San Juan, 12:00 p.m.) Si aún alguien tenía dudas del fiasco que representaron las pasadas elecciones primarias de los dos partidos políticos coloniales, ya todo debe de haber quedado claro.  La debacle de la Comisión Estatal de Elecciones el pasado domingo 9 de agosto de 2020 fue una evidencia más de que los procesos electorales en este País, son en realidad un auténtico berenjenal político.  Según la definición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, berenjenal tiene dos significados, a saber: 1. Terreno plantado de berenjenas y 2. Embrollo, jaleo, lío, de uso coloquial; se metió en un berenjenal.  Es el segundo el que aquí quiero utilizar, pues lo que aconteció ese día fue un auténtico embrollo o lío del que los candidatos de esos dos partidos salieron trasquilados.  A saber, cuántos traqueteos hubo en las votaciones, es algo que tal vez nunca se averiguará. 

Lo que sí ha quedado claro son muchas cosas: 1. Que el Partido Popular Democrático escogió el camino del medio, el del inmovilismo del estatus, al elegir a Charlie Delgado (tipo AMLO).  Este personaje malabarista histriónico ha copiado la campaña política de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el presidente mexicano, quien ha llamado a su gobierno la Cuarta Transformación.  En su caso, es así porque en la historia de México se han dado tres transformaciones anteriores: primero la de la independencia, segundo la de la restauración bajo el presidente Benito Juárez, la tercera con la Revolución mexicana de 1910 y ahora la cuarta bajo su actual gobierno.  Charlie Delgado como no tiene nada original en su campaña, copió la campaña de AMLO en referencia a que Luis Muñoz Marín realizó la primera transformación colonial. 

Sin embargo, ahora la situación es diferente porque si bien Muñoz tuvo las condiciones históricas para transformar el País en la década de 1950, de uno principalmente agrícola a uno manufacturero, ahora esas providencias no existen.  La razón principal por lo que esto fue posible, se debió a que los Estados Unidos habían sido uno de los vencedores en la Segunda Guerra Mundial y los capitalistas estaban buscando lugares para invertir las pingües ganancias que habían acumulado de los beneficios durante ese conflicto.  A través de esos fondos fue que se puso en marcha la Operación Manos a la Obra. 

Ahora la situación es totalmente diferente.  Tenemos un país en una grave crisis económica, política y social.  Un país con una enorme deuda pública que sobrepasa los 120 mil millones de dólares.  Hemos estado en una depresión desde hace más de 15 años y no se vislumbra que podamos salir de ella en un futuro previsible dentro de las estructuras coloniales.  La colonia es una constante sangría de dinero que fluye desde aquí hacia los Estados Unidos debido al dominio que las fuerzas económicas extranjeras ejercen sobre nuestra economía.  Somos un pueblo donde alrededor del 85% de los productos que se consumen en nuestro archipiélago borincano proviene de los Estados Unidos y eso genera una fuga de capitales hacia la metrópoli.  El resultado final es que cada día nos hacemos más pobres debido a ese proceso de descapitalización.  Al no poder crear suficientes reservas de capitales debido a la estructura de súper-explotación colonial, ello imposibilita que podamos salir de la crisis en un corto plazo.  De la única manera en que podemos superar esta situación es mediante la restauración total de nuestra soberanía nacional.

Una vez hayamos restaurado nuestra soberanía nacional, entonces será posible establecer un plan de recuperación económica que nos permita superar la actual depresión en la que nos encontramos.  Por este motivo, no es posible llevar a cabo una “segunda restauración” dentro de las estructuras coloniales, que representan una camisa de fuerza al desarrollo endógeno nuestro.  Hasta que no rompamos las cadenas del coloniaje, no nos será posible iniciar una nueva etapa que nos permita crear nuevas fuentes de empleo y producción de forma autónoma y en gran escala.  Lo único que podemos hacer dentro de estas limitaciones que nos impone el colonialismo estadounidense es promover unas áreas o nichos económicos en los que no exista competencia de parte de los productos yanquis.  Pero aquí es necesario reconocer que son muy limitados y que, aunque así sea, no carecen de importancia.       

Ahora bien, retornando a la debacle de las pasadas elecciones primarias, es vital que entendamos que ese fiasco no sólo fue producto de la ineficiencia de quienes estuvieron a cargo de las mismas, sino que, más allá de eso, es el reflejo de la descomposición final de la colonia.  Es realmente lamentable que amplios sectores del pueblo no se den cuenta de esta realidad y continúen apoyando el decrépito modelo con su participación electoral.  Cuando un sistema político-económico se encuentra en su etapa de descomposición total, lo más indicado es salirse con prontitud de las estructuras del mismo y comenzar a crear nuevas formas sustitutivas del antiguo, que permitan que surja a la luz el emergente modelo político, económico y social. 

Sin embargo, como siempre le ocurre a la mentalidad conservadora y reaccionaria, a ésta se le dificulta sobremanera poder romper con lo viejo porque piensan que de hacerlo su mundo se colapsará por completo.  Esta actitud hace que esos sectores sociales se aferren con uñas y dientes al pasado y busquen cualquier tipo de excusa para justificar su apego a lo caduco.  Estas personas piensan de manera equivocada que si su forma de ver la vida se acaba ellas perecerán con ella inexorablemente.  No obstante, la historia nos ha enseñado que la naturaleza no opera de esa manera y que, por el contrario, que cuando lo viejo e inservible termina, de su propio centro nace lo nuevo y útil.  Así, cuando se colapsaron las monarquías absolutistas en Europa, vinieron al mundo las repúblicas.  Éstas representaron arreglos políticos más eficientes y participativos que las anteriores y la vida dio un salto cualitativo de gran magnitud.  No cabe la menor duda de que el gran adelanto de la humanidad en lo concerniente al desarrollo científico y económico ha sido producto de esa ruptura con un sistema tiránico que limitaba de manera oprobiosa la vida de los seres humanos en aquellas sociedades antiguas.

En este momento histórico de nuestro pueblo y en muchas partes del planeta, está pasando algo similar; mucha gente se está rebelando contra los regímenes opresores que tienden a deshumanizarlos.  Y el colonialismo es eso, precisamente, un sistema que destruye la personalidad y la identidad nacional de quienes están sometidos a él.  Pero más allá de eso, la sujeción de pueblos a este tipo de situación produce en los colonizados el llamado Trauma de Estrés Pos Traumático o TEPT.  Este trauma es causado como consecuencia de haber sido sometidos a un régimen de terror por parte de los imperios dominantes.  En nuestro caso en particular, eso es lo que ha ocurrido durante más de 500 años de coloniaje.  Primero por España durante casi 400 años y luego por los Estados Unidos por más de 122.  Ante esta realidad, el colonizado opta por justificar su sumisión por diversos medios.  Uno de ellos es propiciando la legalización de la opresión y la explotación colonial a través de la integración a las instituciones impuestas por el colonizador.  Mientras más sumisión le sea demostrada al amo, mayor será la destrucción de la autoestima del esclavo.  Y esta sumisión se le hace ver cuando se integra a las estructuras que han sido diseñadas por los opresores para mantener encadenados a los esclavos. 

Es para esto para lo que sirven las elecciones coloniales, para dejarle saber al amo imperialista cuán sometido se está a su voluntad.  A continuación, les dejo esta obra de teatro:

Amo: “No te rebeles”, le dice al amo al esclavo, “y todo te irá bien”. 

Esclavos: Sí, Amo.

Amo: “Te daré comida, te daré tu ropa, incluso, te dejaré pensar que puedes aspirar a ser igual a mí y que, sino ahora, algún día te permitiré sentarte a comer junto a mí en mi mesa.”

Esclavos: Sí, Amo.

Amo: “Si me aceptas como tu amo y salvador, te enseñaré a gobernarte democráticamente, te educaré bajo mis preceptos para que pienses que puedes ser igual a mí.  Te reclutaré en mis ejércitos para que creas que luchas por la mejor y mayor democracia del mundo.” 

Esclavos: Sí, Amo.

Amo: “Y mientras así piensas y crees, me llevaré las riquezas de tu suelo, te explotaré hasta más no poder para llenar mis arcas, mientras tú, gran estúpido engreído, juegas el juego que yo te he permitido jugar.  Yo impongo las reglas de ese juego y tú las sigues a pie juntilla.”

Esclavos: Sí, Amo.

Amo: “No te atrevas a salirte de ellas porque eso trae consecuencias nefastas para ti y tu familia.  No te olvides nunca de los nacionalistas de Pedro Albizu Campos y de Filiberto Ojeda.  Eso es lo que te espera como te atrevas a desafiarme.” 

Esclavos: Sí, Amo.

Amo: “Si yo te digo que las elecciones son buenas para ti porque eso es democracia, aun cuando estés bajo mi yugo, ve a votar para que juegues mi juego.  Si no aceptas mi juego y no votas, no te cuento para nada.”  “Recuerda que tú no vales nada, que yo soy el que te digo cuánto vales porque soy yo el que impone los valores en mi territorio.”

Esclavos: Sí, Amo.

Amo: “Recuerda que yo creé a Luis Muñoz Marín para que fuera mi sirviente, mi perro fiel y él hizo todo lo que yo le exigí.  Le dije cómo engañar al pueblo y lo hizo.  Le dije que creara un cuento de hadas y que lo llamara Estado Libre Asociado para que ustedes creyeran que ese engendro era cierto y lo hizo.  Mientras tanto, ustedes cayeron como pescaítos en mis redes hasta el día de hoy.”

Esclavos: Sí, Amo.

Un día, cansados de tantos insultos y discrimen, los esclavos se levantaron uniendo todas sus fuerzas, sus manos, hombro con hombro, y expulsaron al amo de su tierra.  Sólo la libertad es la solución al problema de la esclavitud colonial.  Todo lo demás es únicamente pura fantasía para mantenernos atados a las cadenas del colonialismo.  Para poder ser verdaderamente libres, tenemos que crear una fuerza de resistencia civil pacífica y lanzarnos a las calles todos los días hasta que destruyamos las cadenas que nos mantienen sujetos a ese sistema oprobioso, que está prohibido por el derecho internacional.