Ángel Lozada [otro] anacobero inquieto

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Ayer decidí curiosear entre los libros de Armindo. Me atrajo el ojo un ejemplar elegantemente montado: "No quiero quedarme sola y vacía,” de Ángel Lozada. El texto de la contraportada del prominente profesor universitario Luis Felipe Díaz me cautivaron. ¡Al abrir su primera página me percaté que estaba numerado, fechado y firmado por su autor!

Ya conocía el talento de Ángel y aguijoneado por los excelentes comentarios del letrado Profesor Díaz, lo comencé a leer. Desde la primera línea recibí el bombazo de un relato destemplado, agresivo, doloroso pero a su vez revelador y brillante sobre la condición humana. Atrás quedaba el patito feo para transformarse en todo un cisne esplendoroso, transgresor y vibrante. Sus graznidos lanzan chispas contra el establishment literario boricua; nadie se salva de sus picotazos. Con qué desparpajo éste talentoso escritor protege su espacio y su derecho a contar el cuento desde su perspectiva de puertorriqueño emigrado a los Estates. Me agarró de tal forma la historia que me lo leí de un cantazo. ¡Los animo a asombrarse de las vibrantes aventuras de un cisne en la banda allá!

Mi cómplice de hoy Ángel Lozada nació en Mayagüez, Puerto Rico, en 1968. Tiene un Bachelor of Science de la Universidad George Washington (1990) y una Maestría en Ciencia de la Universidad Johns Hopkins (1998). Fue un estudiante doctoral en el Departamento de Lengua y Literatura de Español y Portugués en la Universidad de Nueva York bajo la supervisión del profesor Eduardo Subirats.1​ Ha estudiado creación literaria con la escritora chilena Diamela Eltit.

Ángel Lozada fue Jesuita de la orden de Maryland (1994–1996). Exitoso Tarólogo, ha sido iniciado en varias tradiciones religiosas afrodiaspóricas y es palero (desde 1998) y santero (desde 2000). Ha estudiado con varios paleros, santeros y devotos del Ifá en la ciudad de Nueva York.

Las controvertidas publicaciones de Ángel Lozada versan sobre individuos marginalizados, animalización, colonización, transculturación, la diáspora puertorriqueña y más recientemente, sobre la relación entre escritura, esquizofrenia, poder y cultura tales como se manifiestan en los discursos e idiomas académicos. Ha escrito mucho sobre las experiencias del sujeto gay puertorriqueño dentro del contexto más amplio de la sociedad americana postmoderna y postindustrial.

Ángel Lozada es VIH positivo y ha hablado y escrito abierta y explícitamente sobre su situación de salud en su ficción y en entrevistas.

Entre sus novelas estan El Libro de la Letra A. New York: Sangria Legibilities (2013); No quiero quedarme sola y vacía. San Juan: Isla Negra (2006); La Patografía. México: Editorial Planeta. (1998); y,  La Patografía Edición Conmemorativa. La Patografía: Trabalis Editores.

Sus textos han aparecido en las siguientes antologías Becerra, Eduardo (1999). Líneas aéreas. Ediciones Lengua de Trapo; Ortega-Esquivel, Aureliano; Juan Pascual Gay (2010). Escritura y esquizofrenia. Universidad de Guanajuato; Paz-Soldán, Edmundo; Alberto Fuguet (2000). Se habla español. Alfaguara; Pérez-Ortiz, Melanie (2008). Palabras encontradas: Antología personal de escritores puertorriqueños de los últimos veinte años (Conversaciones). Ediciones Callejón; Quiroga, José (2010). Mapa Callejero: Crónicas sobre lo gay desde América Latina. Eterna Cadencia; y Suarez-Coalla, Paquita (2006). Aquí me tocó escribir. Trabe.

Recientemente estuve conversando con este inquieto anacobero que es una cajita de sorpresas. Luego de vivir muchos años en USA decidió mudarse a México.  Me habló de sus éxitos como tarólogo y de su reciente proyecto: los TRUMPIDOLLS, unos curiosos muñecos de voodoo que se burlan de Trump.  Solo hay 100 listas para ser entregadas en cualquier parte de  continental United States, Hawaii, Alaska, Puerto Rico y cualquier otro territorio de USA.  Elemental Magick (521 Broad St Sewickley, Pennsilvania, Estados Unidos 15143) está a cargo de tramitar todas las órdenes.  Si interesan una deben comunicarse al telefono +1 412-741-1428.

“Al haber vivido una patofobia tan bestial como la que yo viví, una patofobia de pueblo chiquito de Puerto Rico, atada a los elementos de pobreza -el pato que más sufre es el pato de la clase baja...-, pues la intensidad de la patofobia cambia con la clase social... A mí eso me marcó.  Como estaba tan silenciado dentro de la cultura y de la literatura, yo decidí que ese sería mi camino.  Y por ahí es que me he ido.  Traté de explicar lo que me pasó, de entenderlo,  para que otros supieran que hay herramientas para contar sus historias.  Nuestro activismo se hace desde espacios virtuales y desde espacios materiales.  Desde la escritura y desde muchas de las artes.  Es una forma de instalarme en un espacio imaginario y de crear un espacio intelectual.  Lo que he logrado es que se hable de la patofobia.  No se puede hablar de la homofobia sin hablar del pato.”

También recordó su participación en 1er Congreso de Literatura Queer, proyecto liderado por Max Charriez donde presentó un conversatorio sobre “La patografía, moderado por Luis Negrón y Max Chárriez y su participación en el más reciente Festival de la Palabra de Mayra Santos Febres donde junto a Max Charriez presentó la reedición de “la patografía” en conmemoración de sus 20 años de publicación, proyecto de Trabalis Editores, un proyecto de Zayra Taranto y Mayda Colon.

Ángel rememora cuando hace tres años fue invitado al Festival de la Palabra: “Como casi siempre pasa en estos eventos, una famosa y y admirada reportera vino a consultarse conmigo.  En su lectura del Tarot, aparecía la muerte informando toda la lectura y desde mi paranoia – estructural, histórica y espiritual – recuerdo le dije: “La Muerte anda suelta. Por ahí viene una guerra salvaje y va a morir mucha gente.   

Cuando vayas a escribir, invoca a tus a tus ancestras, pero también a todas aquellas periodistas y escritoras que han muerto por haber escrito  la verdad.  Permite que ellas te den la fuerza para gritarle a todos los puertorriqueños la verdad y andar con la honestidad de frente, aunque eso te cueste la vida.  Invoca a todos esos muertos que todavía están gritando desde sus apartamentos y que fueron abandonados por sus familiares y por el gobierno a morir y no ser contados y deja que ellos, desde tu teclado y desde tu mente, le griten al mundo lo que pasó aquí.  Y la vas a oír.  A la diosa Oyá.  Vas a oír, no solamente el sumbido que ella hace cuando viene en sus huracanes.  La vas a oír en el amanecer, cuando los familiares se despiertan a encontrar a sus muertos.” 

Luego han pasado múltiples terremotos, tormentas, anuncios de tormenta, y ahora el corona virus.  Y sus resultados sobre nuestros pueblos son los mismos que deja una guerra.  Ve a Mayagüez  y date una vuelta por Beirut y por Siria y encontrarás los mismos estragos.  Ciudades enteras vacías, casas quemadas, edificios vacíos y delapidados, y la gente enjaulada en sus casas, por temor a salir a la calle  y que les caigan gases químicos o un esturnudo infectado de covid.   En esta nos encontramos.

“la última noche del Festival, en la cual no me quedó más remedio que gritarle a los escritores que estaban allí reunidos: 

“PERDIMOS LA GRAN OPORTUNIDAD DE EXPRESARNOS COMO GREMIO en contra de Donald Trump.

¿A qué vinieron aquí?  ¿A bañarse en nuestras playas? 

Recuerdo vividamente que una estudiante que estaba de voluntaria sirviendo la carne de cerdo intentó calmarme y le respondí:  “El problema es que, si a esta gente no se le jamaquea, MITAD de todos ellos van a estar bajo tierra”

Y mira ahora en las que nos encontramos.  Cuántos de nuestros escritores, académicos y periodistas ya se encuentran en esa fosa común del olvido, y los que quedan no acaban de despertar ni darse cuenta que que en esa fila es en la que nos encontramos, y que los líderes mundiales lo saben, y que en el caso de Donald Trump, desfachatadamente los van a dejar morir.

Esto obviamente no me sorprende, porque conozco bien la historia de la literatura, y conozco bien los nombres de los grandes filósofos, escritores y artistas que no hicieron un carajo por oponerse a los NAZIS, muchos de ellos todavía vivos.  Una historia verdaderamente bochornosa.  Los casos más vergonzosos fueron los de Heidegger y el de Gunter Grass, un nazista y racista que fue remunerado con un premio nobel. 

Y me di cuenta que la mayoría de los escritores que estaban allí son unos cobardes, unos vividores internacionales del cuento, un corral de poetas y novelistas tímidos a quienes no puedo respetar ni con quien quiero que me asocien o ensucien. 

Te auguro que la próxima que me inviten a un evento público como ese voy a llegar GRITANDO.  Sí, gritando, no solo para acusarlos públicamente, sino chillado como gritan las madres en la frontera con los Estados Unidos cuando le arrebatan los hijos, o como gritó la madre de Carlos Vázquez cuando fue a pedir ayuda a la alcaldía, y si me invitan a presentar mis libros o a que le lea las cartas, lo haré con muchísimo gusto, pero lo haré dentro de una jaula de perros, a ver si de esa manera entienden el problema al que nos estamos enfrentando. 

A veces una se siente olvidada por el mundo, especialmente en una cultura que no respeta a sus antepasados y a sus ancestras, y que hacen todo lo posible para ningunear y silenciar a todo el que se atreva criticarlos desde adentro.  El desconocimiento de nuestra historia es quizás uno de nuestros grandes talones de Aquiles y que una y otra vez auguran graves destrucciones y grandes pérdidas. 

No se te olvide Egidio, cada vez que escribas que tú eres REPORTERO, SENIOR, GAY Y PUERTORRIQUEÑO y que por estas razones ya llevas puesta el triángulo rosa en la chaqueta, y que si las cosas siguen como van, no tengo que recordarte a donde te van a mandar a bañar. 

El mismo consejo que le dí a aquella admirada periodista, querido amigo, te lo doy hoy a ti.