(San Juan, 10:00 a.m.) En el día del ayer el Departamento del Trabajo y Recursos Humanos informó que sobre 3,500 personas han devuelto su cheque del PUA, para un total de $.5.6 millones de dólares recobrados. Todo esto durante el curso de los pasados siete días. En otras palabras, son un grupo sustancial de personas que descubrieron que tomaron ventaja del cobro de un seguro por la pandemia, para el cual no tenían derecho. ¡Patético!
La situación de la corrupción en Puerto Rico es muy profunda. Tanto los políticos como los partidos creen en la corrupción, mientras que la sociedad en general tal parece que participa. La situación de haber reclamado indebidamente este seguro, se saló de control. Pero en el país se prefiere hablar de que el problema es el gobierno. El problema, realmente hablando, somos todos.
Ante este cuadro, uno se pregunta si puede creer en los colegios y escuelas privadas del país, como el Colegio San Ignacio, donde quedó claro y manifiesto, que la gente cobró dinero de forma indebida. ¿Cómo confiar en la periodista Ivette Sosa, cuyo hijo participó en el esquema, y ella como madre custodia, supo del evento y depositó el cheque en una cuenta común?
Cuando el gobierno federal apunta a que Puerto Rico es un lugar muy corrupto, uno se defiende argumentando que esa es la mirada del colonizador. Realmente hablando, el colonizador a veces tiene razón. Será momento de cambiar. Será momento de dejar de ser corruptos. Lo que si podemos estipular, es que lo hemos sido bajo la supervisión de una metrópoli colonial. Pensemos.