En Lares hoy decimos no (bipartidismo), no (corrupción) no (estadidad) y si (libertad)

Cultura

(San Juan, 10:00 a.m.) Hoy conmemoramos la efeméride del Grito de Lares. Han pasado 152 años desde aquel glorioso 23 de septiembre de 1868, pero todo sigue igual. La gran mayoría de los puertorriqueños continúan sumidos en la pobreza y las ideas políticas siguen siendo las mismas, anexionistas, autonomistas e independentistas. Una burguesía adinerada, favorecida por las políticas imperiales, rigen los destinos del país mientras se ceban de la pobreza.

En el Lares de 1868 hombres y mujeres decididos a tomar control de sus destinos, erradicar la opresión y forjar una nación libre y soberana recurrieron a las armas porque todas las gestiones ante las Cortes españolas (Legislatura) resultaron infructuosas. España se negaba a otorgarle libertades a las últimas colonias que le restaban, Cuba, Las Filipinas y Puerto Rico. Los gobiernos coloniales imponían leyes restrictivas, sangraban los bolsillos de los contribuyentes y mantenían una rampante corrupción donde los amigos del alma eran favorecidos.

Eran tiempos difíciles para todos. El año anterior al Grito de Lares, 1867, fue uno devastador para Puerto Rico. El 19 de octubre de 1867 la isla fue impactada por un huracán, San Narciso. El fenómeno entró por Naguabo y salió por el noroeste. Todos los 67 municipios del país fueron afectados por el huracán, que destruyó los cultivos y dejó sin hogar a miles de puertorriqueños.

Para completar el cuadro tétrico dejado por el huracán, el 18 de noviembre, a las 2:50 de la tarde, un terremoto de magnitud de 7.3 y una intensidad equivalente a uno de VIII o IX, sacudió al archipiélago borincano. El epicentro del terremoto ha sido ubicado en el Canal de la Anegada, entre las Islas Vírgenes de San Tomás y Santa Cruz. El temblor se sintió en todo el país, pero fue la región oriental donde se acumularon la mayor cantidad de daños materiales.

El poderoso terremoto generó un tsunami con una ola de unos 20 pies. El maremoto afectó las costas este y sur de Puerto Rico. En Arroyo se observaron olas de tres y cinco pies. El terremoto generó más de 500 réplicas por un periodo entre 6 y 7 meses. La réplica mayor ocurrió el 17 de marzo de 1868 y tuvo una intensidad entre VII y VIII. (Para mayor información sobre los daños ocurridos en el país por el huracán y el terremoto, recomiendo la lectura de “La memorable noche de San Narciso y los temblores de tierra” escrita por Vicente Fontán y Mera, antiguo jefe de Obras Públicas del gobierno)

El gobernador José María Marchessi y Oleaga relató en su informe al gobierno español que presenció escenas desgarradoras luego del terremoto y el tsunami. El gobernante describió como la gente desesperada imploraba misericordia a la divinidad y pernoctaba al aire libre por miedo a los temblores. En sus memorias Marchessi indicó que ese momento fueron “las horas más angustiantes de mi vida”.

España se mostró incapaz de proveer ayuda a los damnificados. Los eventos incrementaron la pobreza en Puerto Rico y dejó sin hogar a cientos de habitantes. La presión económica sobre los puertorriqueños se volvió insufrible. El gobierno no aminoró sus exigencias para con los contribuyentes, a pesar de que estaban conscientes no podían pagar sus impuestos al fisco. Los acreedores exigieron el saldo de sus deudas lo que llevó a muchos a perder sus propiedades. Las deudas asfixiaban a todos. No había cosechas que vender, ni recursos con que pagar.

En 1868 los puertorriqueños buscaban alternativas para resolver sus problemas y mejorar su situación. Muchos entendían que el estatus colonial era el limitante principal para resolver los males que los afectaban. España ignoraba a sus súbditos en el Caribe, por ende, ya era hora de cercenar el vínculo.

Las mentes geniales de Ramón Emeterio Betances y otros líderes planificaron el levantamiento revolucionario. Las intervenciones de gobiernos extranjeros azuzados por España evitaron que las armas llegaran al país y un delator informó a las autoridades del levantamiento. Las cosas se apresuraron. La revolución fue controlada y los héroes encarcelados.

El oficialismo hizo lo indecible por minimizar la gesta patriótica. Historiadores del siglo pasado se hicieron cómplices en perpetuar esa visión que buscaba lacerar la autoestima puertorriqueña para mantener la subyugación colonial, primero bajo España y luego bajo Estados Unidos. Los héroes de Lares no fueron justamente valorados, eran considerados perdedores y su acción militar un fracaso total.

Tras la celebración del centenario de la efeméride en 1868, historiadores como Olga Jiménez de Wagenheim, Francisco Moscoso, Laird Bergad, Ricardo Camuñas… han reevaluado la documentación sobre el evento y nos ofrecen una visión diferente.  Documentos encontrados en el Archivo Militar de Madrid a finales del siglo pasado y principios de este nos han permitido reevaluar el impacto real que tuvo la gesta lareña sobre las autoridades españolas, la campaña oficialista orquestada para desacreditar el evento y el impacto de Lares en las políticas públicas subsiguientes implementadas por la metrópoli en la colonia. (La documentación está disponible a través de https://publicaciones.defensa.gob.es/documentacion-de-puerto-rico-en-el-archivo-general-de-madrid.html).

Lares no fue un fracaso. Fue el inicio de un cambio radical en las políticas públicas españolas hacia la isla. España aceptó calladamente sus desaciertos e inició una serie de innovaciones que potenciaron el desarrollo socioeconómico de la sociedad puertorriqueña decimonónica.

El Grito de Lares es una gesta gloriosa. Debemos estar orgullosos de los próceres de Lares porque en cada uno de ellos, hombres y mujeres, estamos reflejados nosotros. Somos sus herederos.

Pero volviendo a nuestra realidad, el año terrible 2020 exige cambios. La corrupción corroe las instituciones públicas y privadas. El amiguismo y el nepotismo reinan infames sobre la clase política. La criminalidad está descontrolada. La sicosis emocional sumada a una creciente crisis económica nos ha llevado a un alza en la violencia doméstica y los suicidios. La sociedad está enferma, necesita ser curada.

Puerto Rico requiere acciones drásticas que nos saquen del letargo en que el bipartidismo nos ha sumido. No podemos continuar con la impunidad política que nos ha llevado a la quiebra y amenaza con destruir el país.

Es hora de acción.  Convierte tu voto en un arma poderosa, saca a todos los ñames con corbata que se han apropiado de las instituciones públicas y nos sumen en la pobreza.

No creas el cuento del estatus, es una manipulación.  Mientras no seamos capaces de una administración pública sana seres colonia. El verdadero cambio ocurrirá cuando transformemos la economía en una autosustentable, aprendamos a no depender de ayudas federales y pongamos el bienestar de todos los puertorriqueños primero.