Veo, veo. ¿Que ves?

Un minuto con Ruth
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Recientemente como ayer, me tope con una noticia de uno de los periódicos nacionales que hace alusión a las telenovelas que se ofrecen en el país. Dos cosas me llamaron la atención de la noticia: (1) que la propia noticia resultara invisible, y (2) la tendencia de preferencias.

Según informa la nota periodística (Primera Hora, 20 de septiembre de 2020) entre los principales canales comerciales (Telemundo, Wapa y Univisión) se ofrecen nueve telenovelas de lunes a viernes en los horarios 9am-11:30pm, entre las que dominan las novelas turcas.

Las telenovelas existen desde la década de los sesenta, con las características de ser un programa de corta duración que muestra una fantasía de la cotidianidad en la que se resaltan los conflictos, intriga, romance, ilusiones y historias de vida. Usualmente tiene un final feliz, aunque existe una variabilidad de tramas en el género. Muchas de estas telenovelas han alcanzado altos niveles de popularidad como son: Peyton Place (1964), El hijo de Ángela María (1974), Rosa Salvaje (1987), Betty la fea (1999), Rebelde (2004) y Fatmagul (2010). No obstante, resulta preocupante pensar que las personas ven las telenovelas porque le gustan, pues realmente las asumen como parte de su entretenimiento porque no tiene otra opción. Es necesario tener presente que el 45% de la población en Puerto Rico se encuentra bajo niveles de pobreza, por lo que no tiene la posibilidad de otra alternativa televisiva. Finalmente, la programación se establece según los intereses de los ejecutivos de los canales.

En un país que existe un alza en casos de violencia de género, es alarmante que se promueva las novelas de origen turco. En donde, el contenido mayormente alude a la violencia, misoginia, marginalización y maltrato (físico, verbal y psicológico) hacia la mujer, además de resaltar actitudes machistas. Sobre todo, en su más reciente novela Hercai que parece sacada de la edad medieval, pero en el 2020. En donde, la moraleja de la historia es que el amor esta inmerso en altos niveles de violencia, y las mujeres deben aceptarlo de manera abnegada. El que ningún grupo se halla manifestado sobre esta novela deja mucho que decir. La televisión ciertamente es un escenario para el entretenimiento, pero en un país en el que los niveles de violencia se han incrementado en los últimos tiempos, es inaudito la promoción de estas telenovelas debido a que no contribuyen en nada. La simple exposición de este tipo de novela resulta ser un acto de violencia.