¿Podría haber una narrativa no machista de la violencia?

Justicia Social

(San Juan, 10:00 a.m.) Me duele y apena la muerte de Rosimar Rodríguez.  También fue impactante cuando Alexa (Carlos Alberto Negrón Luciano) fue asesinada en el 2019. Lo cierto es que, y se presume, que ambas personas fueron asesinadas por su condición de mujer, dentro de una cultura machista y patriarcal, donde el hombre determina quien vive y quien muere.  Se trata de una cultura de violencia machista, que impone una pena de muerte continua.

En Puerto Rico en el 2019, hubo poco menos de 610 asesinatos.  Esto incluye todas las muertes, hombres, mujeres, niños, bajo todas las categorías sociales que se le inscriban a la estadística, incluyendo violencia de género (que incluye distintos tipos de feminicidios).  En lo que va del 2020 (a 24 de septiembre) 364 personas han sido asesinadas.  En la mayoría de los casos, han sido hombres, en su mayoría hombres jóvenes.

El problema, que uno comienza a percibir, es que la violencia interpersonal en Puerto Rico se inscribe en una narrativa violenta desde la cultura machista.  Con razón el feminismo, en sus distintas vertientes, ha manifestado repudio contra la violencia masculina que se manifiesta en la violencia de genero.  Eso es correcto. Pero no expandir el razonamiento al componente mayor de las muertes, es decir los hombres asesinados es plantear una pugna por un tipo de violencia que no se tolera y aceptar o permitir otro tipo de violencia de la cual no se habla.

  Muy pocas personas hablan de los hombre asesinados, recuerdan sus nombres, o invocar un estado de emergencia nacional.  Son vidas también, victimas de la misma cultura de violencia machista, a la cual uno se opone cuando se da contra la mujer.

Sin lugar a dudas Juan Dalmau, candidato del Partido Independentista Puertorriqueño, quien desde el género masculino ha salido fortalecido frente a los otros candidatos por repudiar la violencia contra la mujer y la violencia de género, esta en lo correcto.  Pero estaría más en lo correcto si se opusiera todas las violencias, tanto las que pueden afectar a su hija (la motivación que explicó lo mueve a condenar la violencia) pero también contra su hijo (que estadísticamente es proclive a una incidencia de violencia interpersonal mayor).

Nos parece que es momento de romper con la cultura machista sobre la violencia, que determina quien vive y quien muere. Es momento de un discurso y narrativa feminista, que integre y valore la vida de todas y todos. Pensemos.