Covid, política, locura y guerra civil [el legado de Trump]

Caribe Hoy

Estamos a tres semanas de las elecciones.  En Puerto Rico como en Estados Unidos este año las elecciones se dan en un ambiente más precarizado que lo usual por razón de la pandemia causada por el Covid-19.

Sabemos que entre los síntomas del covid-19 pueden darse fiebre, escalofríos, tos, falta de aire o dificultad para respirar, fatiga, dolores musculares, dolor de cabeza, pérdida del gusto u olfato, dolor de garganta. Lo que no sabemos es si el Covid, en un año de elecciones políticas, nubla la sensatez con más intensidad hasta el borde de causar estados de locura.

Pienso que este periodo de encerramiento y distanciamiento prolongado el Covid sí marca la psiquis de las personas, que naturalmente nos nutrimos del compartir entre unos con otros.  Sin embargo, mas allá del Covid-19, algo que aumenta el efecto negativo a la psiquis del país es la inestabilidad de los líderes políticos, sus posiciones vacilantes y engañosas sobre los sucesos corrientes, y como hacer políticas públicas con un balance entre la salud, la economía y el orden social.

En Estados Unidos, el presidente Trump desde que comenzó la pandemia está minimizando y desinformando al pueblo. Su visión es una egocentrista y de absoluto poder económico para sí mismo. Esto se sabía, pero está quedando evidenciado con la divulgación de sus planillas de impuestos sobre sus ingresos. De hecho, se acaba de revelar que las planillas de Trump junto a otros récords reflejan que más de 200 empresas, grupos de intereses especiales y gobiernos extranjeros patrocinaron las propiedades de Trump, canalizando millones de dólares, mientras obtenían beneficios de él y su administración.

Mientras, en el país aumentan las protestas por el discrimen y abuso racial hacia los negros y minorías por parte de la policía y otros grupos extremistas.  Trump en vez de ser cauteloso y llamar a la prudencia, en vez dirigiéndose a un grupo se supremacistas blancos (los “Proud Boys”) le indica “stand back and stand by”, y se niega a rechazar las prácticas abusivas de la policía.  El mensaje claro es que no bajen la guardia y permanezcan vigilantes y listos para la acción.  El efecto es que se ha creado una polarización visible y evidente entre diversos sectores de la nación norteamericana.

La violencia y el descontrol en las calles de muchos estados va en aumento. Recientemente el FBI desmanteló un grupo que pretendía cometer un atentado contra la gobernadora de Michigan, quien ha puesto restricciones en ese estado.  Interesantemente, estas acciones vienen luego de que Trump critica las políticas establecidas en Michigan.

En estos días Trump ha dicho que todos sus oponentes políticos debían ser arrestados por diversidad de asuntos, incluyendo a Biden, Obama, Hillary y otros tantos.  También desde agosto Trump lleva una campaña para desacreditar el resultado de las elecciones, si él resultara perdedor. Las encuestas señalan que Biden va al frente.

¿Cuál es la situación por observar? Que Trump siendo un experto maestro en el arte de manipular los medios, está consciente que tiene un grupo de seguidores para los cuales su palabra es religión.  Él solo vive para bañarse de poder.  Entonces, entre las revueltas sociales corrientes y los mensajes políticos encontrados, el terreno en Estados Unidos está muy fértil para una nueva etapa de gobierno, que podría ser un gobierno totalitario.  Y a todo esto, ¿dónde está Puerto Rico?  Pues naturalmente siendo colonia de aquel país, estamos sujetos a los vaivenes de sus revueltas sociales y políticas. Una revolución en el continente, siendo esta Isla tan dependiente de fondos federales, nos va a llevar a un abismo.

¿La solución? No es una fácil.  Se requiere que todos y todas nos veamos de forma distinta, de forma independiente y nos pongamos a producir de nosotros para nosotros. ¿Queremos emular a una nación tan polarizada? Nuestras elecciones están a la vuelta de la esquina.  Es hora de cambiar el capitán del barco, y de pensarnos como seres más independientes.